Hechos 9:3-9
"Mas yendo
por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le
rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le
decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le
dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el
aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el
Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.
Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la
voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los
ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,
donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió".
Hay ocasiones en
las que Dios tiene que lidiar con corazones rebeldes, como fue el caso de Saulo
de Tarso, fariseo y perseguidor de cristianos. En el pasaje de hoy vemos como
Dios llamó la atención de Saulo en el camino a Damasco tirándole a tierra y
dejándole temporalmente ciego. Claro que esta es una situación única en la Biblia , pero nos demuestra
que cuando el Señor necesita comunicar algo, él lo hará de una manera u otra.
Desde aquel momento la vida de Saulo de Tarso cambió radicalmente y llegó a ser
el gran evangelista que ahora conocemos como el apóstol Pablo.
En Números
capítulo 22, Dios hizo que el asna de Balaan le hablara a su amo cuando fue
necesario reprenderlo (vv.28-30). Y cuando los fariseos se quejaron con Jesús
porque sus discípulos le alababan mientras él hacia su entrada triunfal en
Jerusalén, el Señor les respondió: “Os digo que si éstos callaran, las piedras
clamarían” (Lucas 19:40). Ciertamente tenemos que entender que Dios está muy
interesado en hablarnos, y que lo mejor que hacemos es tratar de escucharlo.
Alguien dijo que hay dos maneras en que Dios nos habla: con un susurro o con un
grito. Con seguridad ninguno de nosotros escogería el “grito” como la manera en
que Dios nos hable, pero a veces nuestra insensibilidad a su voz obliga al
Señor a usar métodos que demandan nuestra total atención.
Principalmente
Dios nos habla por medio de su Palabra, y a través de ella nos comunica su
voluntad. El Espíritu Santo entonces la usa para hablar a nuestro corazón. Dios
también usa a otras personas para bendecirnos y dirigirnos. Y aún en nuestras
decepciones, Dios nos comunica que nuestros aparentes fracasos de hoy pueden
hacernos triunfar mañana. Así dijo el apóstol Pablo en su carta a los Romanos:
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto
es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
Como un hijo o
hija de Dios, vive con la seguridad de que en cada situación el Señor te
hablará para guiarte (Juan 16:13), para consolarte (Juan 14:16), para
protegerte (Génesis 19:17-26), o para expresarte su infinito amor (1 Juan
3:1-2). No permitas que las voces del mundo te impidan escuchar la voz del
Señor. Busca su rostro diariamente por medio de la oración y la lectura de su
Palabra. Pide a Dios que te de un oído fino para escuchar su voz, y
discernimiento espiritual para entender y aceptar su verdad, sabiendo que este
es el primer paso para llegar a ser un instrumento en los planes que él tiene
para tu vida, los cuales redundarán en bendiciones para ti y tu familia. Cuando
fallamos en escuchar su suave susurro, Dios tiene otras formas para atraer
nuestra atención. ¿Le estás escuchando?
ORACIÓN:
Padre mío, yo
anhelo escucharte claramente cada vez que tú me hables. Por favor dame un oído
espiritual afinado de manera que me resulte fácil distinguir tu voz aunque me
hables con un susurro. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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