1 Corintios 12:4-7
“Ahora bien, hay diversidad de
dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el
Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas
las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación
del Espíritu para provecho”.
Muchos escuchan la palabra
"servir" y sienten que no tienen las cualidades necesarias para
marcar una diferencia en las vidas de otros. Esto es verdad sin la ayuda de
Dios. Pero Él nos ha dotado de maneras especiales, con un propósito en mente.
Su plan implica que usemos estos talentos para servirle haciendo bien a los
demás.
Satanás quiere hacernos creer lo
contrario. Nuestro enemigo quiere que nos fijemos en lo que están haciendo
otros, para que luego nos sintamos inferiores. Por ejemplo, he escuchado a algunas
mujeres decir: "Yo soy solo un ama de casa". Ven a otras personas
predicando y cantando en el coro, y desearían poder hacer algo muy grande para
Dios. Amigas, no puede haber nada más lejos de la verdad. Sobre quienes
instruyen a sus hijos en la verdad de Dios descansa una gran responsabilidad.
En realidad, el Espíritu Santo le
ha dado a cada creyente una tarea específica en el reino de Dios. La Biblia explica esta idea
comparándola con el cuerpo humano: cada persona tiene dones y propósitos que
hacen que todo el sistema funcione bien. Pero si el talón quiere tener el papel
del ojo, todo el cuerpo perderá el equilibrio.
Cada parte es importante, aunque
algunas son menos evidentes que otras. La verdad es que, las personas que
parecen poseer menos talentos, tienen una ventaja porque son menos propensas al
orgullo.
Notemos cómo se definía Pedro a
sí mismo: "Siervo y apóstol de Jesucristo" (2 P 1:1). Después que
decidió seguir a Jesús, se veía a sí mismo como un siervo de Dios. Nosotros,
también, somos llamados a servir al Rey de Reyes con las capacidades que nos
han sido dadas.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria