Mi Padre amado,
gracias te doy porque siempre estás dispuesto a ayudar a tus hijos en las
dificultades de esta vida. Quiero servirte de la manera que tu me muestres y aunque
siempre haya personas y circunstancias que me lo quieran impedir, te ruego, si
es tu voluntad, no permitas que los obstáculos que yo encuentre me desvíen del
camino que tú has trazado para mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.
jueves, 14 de noviembre de 2013
¿QUÉ HACER ANTE LAS DIFICULTADES?
Nehemías 4:1-6
“Cuando oyó
Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran
manera, e hizo escarnio de los judíos. Y habló delante de sus hermanos y del
ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá
volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los
montones del polvo las piedras que fueron quemadas? Y estaba junto a él Tobías
amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una
zorra lo derribará. Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y
vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos por despojo en la
tierra de su cautiverio. No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado
delante de ti, porque se airaron contra los que edificaban. Edificamos, pues,
el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el
pueblo tuvo ánimo para trabajar”.
Nehemías era un
hombre temeroso de Dios. Cuando llegó a sus oídos la noticia de que el muro de
Jerusalén había sido derribado y sus puertas quemadas le afectó tremendamente y
lloró, e hizo duelo y ayunó por varios días. (Nehemías cap. 1). Entonces Dios
puso en el corazón de Nehemías la enorme tarea de reconstruir los muros. El rey
Artajerjes de Persia, de quien Nehemías era el copero, notó la tristeza de su
siervo, y a petición de éste le concedió que fuese a Jerusalén con el fin
llevar a cabo la difícil tarea. Allí Nehemías reclutó unos cuantos hombres y
pusieron manos a la obra. (Capítulo 2).
En el pasaje de
hoy, se destaca la actitud de Nehemías ante las críticas, las murmuraciones y
las malas intenciones de este hombre llamado Sanbalat y su gente. Esto debe
servirnos de ejemplo cuando nos enfrentemos a las dificultades que se presenten
en nuestras vidas. En nuestro diario vivir encontramos ciertas situaciones que
muchas veces pueden llegar a convertirse en obstáculos para que los planes de
Dios se lleven a cabo en nuestras vidas. Chismes, críticas, conflictos,
calumnias, problemas financieros, problemas de salud, o de cualquier otro tipo
pueden ser piedras de tropiezo en el camino trazado por Dios para cada uno de
nosotros. De la actitud de Nehemías podemos aprender varias cosas. Entre ellas
las siguientes:
Confianza en el poder de Dios. Nehemías se entregó a la reconstrucción del muro de Jerusalén
confiando en que el poder del Señor se encargaría de los enemigos que querían
obstaculizar los planes de Dios. Ciertamente podemos decir con toda confianza
que “si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).
Persistencia y dedicación a la obra de Dios. Las bendiciones y la protección de Dios están siempre sobre
aquellos que le obedecen, y permanecen bajo su manto independientemente de
todos los obstáculos que se presenten. Dice el Salmo 91:1: “El que habita al
abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”. Una vez conocemos
la voluntad de Dios en nuestras vidas debemos persistir en lo que nos
corresponde hacer para que sus planes se lleven a cabo.
Constancia en nuestra vida de oración. Cuando los israelitas fueron menospreciados y vituperados por
aquellos que se oponían a la reconstrucción del muro, Nehemías oró y entonces
recibieron la fuerza para continuar. Y a medida que el complot se hacía mayor,
más clamaban Nehemías y sus compañeros a Dios, quien no solamente desbarató los
planes del enemigo, sino que dio a su pueblo sabiduría, discernimiento y
fuerzas para llevar a cabo la encomienda. Y edificaron el muro, “y toda la
muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo
para trabajar”.
La tarea
fundamental del diablo es crear situaciones que tienen el fin de afectar y
obstaculizar nuestra relación con Dios. Cuando tenemos una vida de oración
constante, cuando confiamos en la promesas de Dios para sus hijos, cuando nos
concentramos en obedecer al Señor, todos los intentos del enemigo contra
nosotros serán totalmente infructuosos.
ORACIÓN:
Mi Padre amado,
gracias te doy porque siempre estás dispuesto a ayudar a tus hijos en las
dificultades de esta vida. Te ruego, si es tu voluntad, no permitas que los
obstáculos que yo encuentre me desvíen del camino que tú has trazado para mi
vida. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
¿QUE CONLLEVA EL ARREPENTIMIENTO?
Lucas 3:8
“Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento”.
Hechos 26:20
“Anuncié… que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras
dignas de arrepentimiento”.
Arrepentirse es mucho más que lamentarse por las faltas cometidas. También
es sentir tristeza y vergüenza ante Dios por haberlo deshonrado. El
arrepentimiento conlleva una nueva manera de pensar y de vivir a partir del
momento en que uno se arrepiente. Transforma nuestro plan de vida, nuestros
valores, nuestra moral y nuestras acciones, por el hecho de que empezamos a ver
el mundo con los ojos de Dios. Para una transformación así es necesario dejar
completamente de lado al yo.
El llamado al arrepentimiento es uno de los temas más constantes de la Biblia. La necesidad de
arrepentirse está claramente mostrada en los mandamientos dados a Moisés, y se
repite continuamente en los profetas.
También es un punto predominante en el Nuevo Testamento. Es el único
mensaje de Juan el Bautista: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado” (Mateo 3:2). Una de las primeras palabras pronunciadas por Jesús en
público fue: “Arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). Antes de ir
al cielo, Jesús dijo a sus discípulos que el arrepentimiento para perdón sería
predicado en su nombre a todas las naciones. Las palabras «arrepentirse» y
«arrepentimiento» aparecen más de cuarenta veces en el Nuevo Testamento.
El arrepentimiento es un elemento indispensable para la conversión a
Jesucristo. En seguida, los que son realmente convertidos muestran mediante sus
actos la realidad de ese cambio.
“Gracia y Paz”
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