sábado, 19 de mayo de 2012


LA DESPEDIDA

Juan 16:16
“Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre…”

Hebreos 10:37.
“Aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará”.

El evangelio según Lucas termina con una escena conmovedora: Jesús se despide de sus discípulos. Después de su crucifixión, el Señor Jesús resucitado no se mostró más al mundo. Éste lo vio por última vez clavado en una cruz. Al contrario, Jesús estuvo varias veces con los suyos durante cuarenta días después de su resurrección. El final de este evangelio (cap. 24:50) evoca su último encuentro, el cual tuvo lugar en Betania, pequeño pueblo al que a Jesús le gustaba ir a casa de unos amigos.

En aquel momento los discípulos no eran numerosos, y su Maestro iba a dejarlos. No sabemos qué dijo Jesús a sus discípulos, pero hizo un gesto: ¡Alzó sus manos traspasadas! Sí, el Maestro podía bendecir a sus discípulos porque su sacrificio había logrado una salvación eterna para ellos. “Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo” (Lucas 24:51), cielo en el que, como escribió un poeta creyente, todavía hoy «sus manos permanecen abiertas, abiertas para bendecir». ¡Conservemos esta imagen!

Esta escena nos interpela por su simplicidad e intimidad. ¿No es un poco lo mismo que sentimos cuando el domingo, reunidos en torno al Señor para la adoración, con toda sencillez y sin pretensiones, deseamos bendecir a (hablar bien de) Aquel cuyo sacrificio recordamos?

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

¿QUÉ BENEFICIOS NOS APORTA CONSUMIR FRUTAS?

Las frutas son, quizás, los alimentos más llamativos por su diversidad de colores y formas. Pero además de lo que muestran a simple vista, forman parte de los alimentos con mayor cantidad de nutrientes y sustancias naturales altamente beneficiosas para la salud.

Si nos detenemos a pensar, veremos que las frutas y todos los vegetales, sobreviven a la intemperie, enfrentando todo tipo de condiciones y agresiones meteorológicas.
Todo ello es posible gracias a las sustancias protectoras y antioxidantes naturales que poseen. En definitiva esas mismas sustancias son las que nos protegen cuando consumimos el alimento. Es decir que nos beneficiamos absolutamente con todas esas vitaminas y nutrientes que la fruta posee. Llenamos de vida todo nuestro organismo.


UNA RACIÓN DIARIA DE 3 A 4 FRUTAS:

Aportan naturalmente los requerimientos diarios de vitamina C.

Aportan una variedad y cantidad de vitaminas y minerales; principalmente vitamina C

Hidratan el organismo rápidamente.

Ayudan al correcto funcionamiento del aparato digestivo.

Facilitan el drenaje de líquidos, al ser diuréticas y depuradoras del organismo.

Aportan fibras vegetales solubles.

No aportan grasas (excepto los frutos secos, olivas, aguacates y cocos que aportan aceites beneficiosos para el organismo).

Aportan vitaminas antioxidantes naturales.

La vitamina que más abunda en las frutas es la C, y lo que es importante de esta vitamina, es que nuestro organismo no la sintetiza, por eso la alimentación debe proveerla. La cantidad de vitamina C en la fruta es muy variada, siendo los kiwis, las fresas, las frambuesas y los cítricos quienes gozan de mayor contenido. La vitamina C tiene un alto poder antioxidante, con lo que se convierte en protectora de los tejidos y células de nuestro organismo. La vitamina C, debe reponerse día a día a través de alimentos, puesto que no se acumula en el organismo, y su exceso es eliminado en la orina. También se destruye muy fácilmente, por altas temperaturas, cocción, aire y luz. Por eso lo mejor es consumir frutas crudas para así asegurarnos la ingesta máxima de vitaminas.


LOS PRINCIPALES COMPONENTES DE LA FRUTA SON:

AGUA: Es el principal componente de la fruta. Aproximadamente por cada 100 gramos de fruta, consumimos 80 a 90 gramos de agua. Por lo tanto comer fruta, desde un punto de vista de hidratación, es casi como beber agua. Sin embargo, en caso de ciertos regimenes alimenticios se debe tener en cuenta su contenido de azúcar.

HIDRATOS DE CARBONO: la fructosa es el azúcar de la fruta. Como la fructosa es un monosacárido, el organismo la absorbe y asimila rápidamente. Por eso decimos que las frutas son una fuente de energía instantánea. Los hidratos también están presentes glucosa y la sacarosa.

FIBRA VEGATAL: Cada 100 gramos de fruta suponen consumir alrededor de 2 gramos de fibra. La pectina, un tipo de fibra altamente beneficiosa para el organismo, es la que se encuentra mayoritariamente en las frutas.

SALES MINERALES: el consumo de frutas de manera diaria ayuda a regular el equilibrio mineral en el organismo. Contienen un alto nivel de potasio y baja cantidad de sodio. También aportan magnesio y algunas calcio.

ÁCIDOS ORGÁNICOS Y AROMAS: esos ácidos son normalmente tolerados por nuestro organismo, excepto en situaciones especiales donde debemos recurrir a aquellas frutas con bajo contenido de ácidos orgánicos.

VITAMINAS: las frutas nos aportan grandes cantidades de vitaminas, ya que son especialmente ricas en betacarotenos, poderosos antioxidantes que nos protegen las mucosas y la piel.

El aporte calórico. Existe la creencia popular que dice se debe descartar el aporte calórico de las frutas. Esto es una verdad parcial.

Su aporte calórico procede de los azúcares o hidratos de carbono de fácil absorción, y entre una fruta y otra existe una notable diferencia calórica. Consumirlas en exceso supone un aumento de calorías, las cuales, por la forma en que las sintetiza nuestro organismo, pueden transformarse en reserva lipida en nuestro organismo. A su vez, y dado el diferente aporte calórico que tienen algunas frutas de otras como por ejemplo un aguacate (palta) comparado con una tangerina (mandarina), se debe considerar este factor al incluirlas en una ración de calorías controladas.

De todas formas, se las considera un comodín en toda dieta, sobre todo por su aporte de nutrientes (vitaminas, minerales y demás). Lo más adecuado es consumirlas a modo de colación o merienda, ya sea a media mañana y a media tarde, sin abusar en el consumo diario.

La ración diaria recomendada es de 3 a 4 piezas diarias y esta permitirá cubrir los requerimientos diarios de vitaminas y minerales.

Consideremos a las frutas como una dosis extra de vitalidad que será siempre bien agradecida por nuestro organismo.

SIEMPRE CONSULTA A TU MEDICO, para que mantengas tu cuerpo sano; ¿o ignoráis que vuestro cuerpo es templo del espíritu santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (1 corintios 6:19).

“Gracia, Misericordia y Paz”
Tomado de: Ana Estrada Rivera
La página información de salud

“Deseando morirse”.

1 Reyes 19:4.
“Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”.

Es notable que el hombre que nunca debía morir, a quien Dios había señalado una suerte infinitamente mejor, el hombre que tendría que ser llevado al cielo en un carro de fuego y ser trasladado para no ver muerte, orara de esta forma: “Quita mi vida, que no soy mejor que mis padres”.

Tenemos aquí una memorable prueba de que Dios no siempre contesta las oraciones como las hacemos aunque en verdad siempre las contesta. El dio a Elías algo mejor de lo que pidió y así, en realidad, Dios lo oyó y le respondió. Es extraño que Elías, que tenía un corazón de león, se sintiese tan deprimido por la amenaza de Jezabel, que pidiera la muerte; pero, felizmente, nuestro bondadoso Padre celestial no contestó a su desanimado siervo al pie de la letra.

Hay un límite para la doctrina de la oración de fe. No debemos esperar que Dios nos dé todo lo que queremos pedirle. Sabemos que algunas veces pedimos y no recibimos porque pedimos mal. Si pedimos lo que no está prometido; si nos oponemos al espíritu que el Señor quiere que cultivemos; si pedimos contrariamente a su voluntad o a los decretos de su providencia; si meramente pedimos para la satisfacción de nuestros deseos, sin pensar en la gloria de Dios, no debemos esperar recibir nada.

Con todo, cuando pedimos con fe, no dudando nada, si no recibimos precisamente la cosa que pedimos, recibiremos en lugar de ella su equivalente y más que su equivalente. Como alguien dijo: “Si el Señor no paga en plata, paga en oro; si no paga en oro, paga en diamante”. Si no te da precisamente lo que pides, te dará lo que es equivalente y lo que te gustará recibir en lugar de aquello. Permanece, pues, querido lector, mucho en oración y haz de esta noche un tiempo de ardiente intercesión, pero ten cuidado con lo que pides.

“Gracia y Paz”

Charles Haddon Spurgeon. 

TODOS SOMOS TENTADOS



1 Corintios 10:13
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.

La tentación es una cosa corriente para el hombre. En realidad, incluso los héroes de la Biblia pasaron por pruebas y fallos sorprendentes. ¿Nos acordamos de la borrachera de Noé? ¿O la cobardía de Abraham y su mentira al rey pagano? ¿Qué de la propia exaltación de Moisés golpeando la roca que le valió el no entrar en la tierra prometida? ¿O las estratagemas de Jacob? ¿Cómo obraron los patriarcas con José? ¿No murmuró Elías? ¿Qué del doble pecado de David? ¿O la ostentación de Ezequías? ¿No tuvo Jonás un espíritu rebelde? ¿No negó Pedro al Señor? ¿No se apartó Juan Marcos? ¿No discutieron Pablo y Bernabé?.

Algunos de los personajes más nobles de la Biblia no solamente pasaron por la tentación, sino que cayeron en ella. Pero cuando uno lee u oye hablar a algunos sobre la vida espiritual, llega a pensar que ese llamado cristiano de vida victoriosa nunca pasa por la tentación, o, si pasa por ella, es una experiencia tan débil y pasajera que, en realidad, no le ocasiona problemas.

Acabo de leer media docena de libros sobre la vida espiritual y sólo en uno he encontrado un par de párrafos alusivos a la tentación. Quizás esta actitud irreal respecto de la realidad de la tentación es causa del desánimo que se propaga entre algunos creyentes que, pensando que tienen el « secreto» de la victoria, de repente se encuentran, no sólo frente a la tentación, sino vencidos por ella.

Pero, aunque la tentación sea cosa común al hombre, el creyente no tiene que ceder a ella, puesto que Dios, en su misericordia, ha preparado vías de escape, con el objetivo que podamos soportarla. De modo que el creyente, aunque nunca esté libre de la tentación, no precisa sucumbir ante ella. En verdad, los creyentes espirituales son los que más afrontan la tentación.

“Bien se ha dicho que los creyentes espirituales son honrados con un puesto en la primera trinchera para pelear contra el mal. Allí se sienten los ataques más feroces del enemigo, pero tienen el privilegio de contemplar su aplastante derrota. Tan abundante es el poder infinito de Dios, y en la misma medida el creyente espiritual es honrado”.

“Gracia y Paz”
 C. Ryrie

Él renovaba sus fuerzas en Dios

Isaías 40:28-31
“¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.

Hubo muchos campeones mundiales de Formula 1, pero solo uno que fue brasilero. Ayrton Senna, tres veces campeón mundial, 41 victorias en grandes premios, fue considerado el mejor corredor de su generación. Un hombre que en la plenitud de su carrera, a los 34 años de edad encontró la muerte conduciendo su auto en el gran premio de San Marino en 1994.

Pocos saben que Ayrton Senna había declarado a un periodista su fe en Dios y le había dicho que nunca se separaba de su Biblia la cual leía cada día. Esta lectura cambió mi vida, dijo con sinceridad. Encontré la solución a mis problemas. Creo en Dios, Él es quien tiene el control de mi vida. Al terminar la carrera en San Marino con su triste desenlace, se encontró en su hotel una marca en este texto de su Biblia.

No siempre Ayrton fue un gran campeón. En su vida seguramente hubo muchos momentos de desánimo, de tristeza y de desesperación. Pero este gran hombre aprendió a superarse. Y tuvo la grandeza de revelarnos su secreto para ser el mejor de su generación, "Él renovaba sus fuerzas en Dios". Y le pedía al Padre Celestial que lo ayudase para dar un nuevo paso.

Tal vez no seas tan famoso como Ayrton, ni tengas la prensa de un gran campeón. Tal vez no tengas tanto dinero ni tanto éxito. Pero seguramente, también te sientas desanimado, con problemas y en dificultades. Tal vez tengas ganas hoy de tirar la toalla y abandonarlo todo. Estás demasiado cansado y triste para dar un paso más y quieres renunciar.

Imitá al gran Senna en la búsqueda de aliento. No hay secretos mágicos para grandes personalidades, Dios tiene la grandeza y la amplitud de brindar su apoyo y sostén a cada uno. A Dios no le preocupa tu fama, tu experiencia, tu historia familiar, tus logros, tu dinero o tus fracasos. Él solo espera que tengas la delicadeza de pedirle su ayuda. Y Dios, que es absolutamente generoso, va a renovar tus fuerzas. Va a tonificar tu ánimo, y te dará el poder para seguir avanzando. Tal vez no pases a la fama como Ayrton, pero no vas a estar agotado.

“Gracia y Paz”

(Daniel Pérez Cliffe)

VER COMO JESÚS

Salmos 94:9
“El que hizo el oído, ¿no oirá?, El que formó el ojo, ¿no verá?”

La diferencia entre ver y mirar es difícil de explicar, pero en cualquier caso la diferencia existe y se trata de establecer que cuando miramos o cuando vemos tenemos distintas actitudes. Por esta razón es que muchos de nosotros pasamos desaprensivamente por la vida, ignorando la realidad de quienes nos rodean y quedando ajenos a sus necesidades.

Así sucede cuando la mayoría de las personas no centran su atención en un determinado asunto, siempre habrá quién aprecie en él algo diferente y nos haga reflexionar sobre el tema.

Constatar esta realidad puede que no nos resulte agradable, pero es algo que si obramos con sinceridad lo podremos hacer con relativa facilidad. Y entonces nos podemos preguntar: ¿Y Jesús como lo vería?. Si nos formulamos este interrogante podremos apreciar que la perspectiva de la cuestión cambia radicalmente. Jesús no pasa su vista distraídamente sobre las personas, las ve con amor, con compasión, percibiendo en el espíritu sus buenas o sus malas intenciones, captando sus necesidades a pesar del silencio de quienes las padecen.

¿Qué ocurriría si aprendemos de las enseñanzas del Maestro? ¿Seríamos más sensibles frente a las necesidades, frente a las injusticias, frente a la prepotencia, frente al desamor? ¡¡Aprendamos a ver como Jesús!!

“Gracia y Paz”
(Diego Acosta García)


COMO ÉL

Romanos 8:29
"Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo..."

Dios no solamente está interesado en salvarnos del infierno y llevarnos al cielo, sino que también quiere que "seamos hechos a la imagen de su Hijo" (Romanos 8:29). Alguien dijo que el Padre estaba tan complacido con Su Hijo que decidió llenar el cielo de otros seres como Él.

Cuando Cristo regrese "seremos semejantes a Él" (1 Juan 3:2), pero el proceso de llegar a serlo empieza aquí y ahora. ¿Cómo se produce? Romanos 8:28 dice: "... a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien...". La frase "todas las cosas" lo explica todo. Esto incluye pruebas y tribulaciones, disciplinas y purificaciones, renunciamientos y sufrimientos. Para llegar a ser como Él, debemos seguirlo, y ese es un camino de sacrificio y de prueba (Hebreos 2:10).

Seguir a Cristo significa que debemos estar dispuestos a ir con Él al huerto de Getsemaní y al monte Calvario. Tenemos que estar preparados para soportar el sufrimiento y el rechazo de aquellos que lo rechazaron a Él (Juan 15:18-21). Pero seguirlo también nos lleva a la tumba vacía y a la diestra de Dios. El apóstol Pablo dijo que los que sigan a Cristo, también compartirán Su resurrección (Romanos 6:5). Y "si sufrimos, también reinaremos con Él" (2 Timoteo 2:12).

Sí, Dios utiliza "todas las cosas" para hacernos como Cristo.

(Lectura: Romanos 8:28-39).

El camino para asemejarte a Cristo te llevará por el valle del sufrimiento.

“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

“FIRMES EN LA FE”



1 Corintios 16:13-14
“Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor”.

Mantenerse firmes en la fe es la meta más importante de nuestras vidas, ya que esta traerá ricas bendiciones para nosotros en esta tierra y también en la venidera. La exhortación de la Palabra es que debemos mantenernos constantemente despiertos y apoyados en esa fe basada en las promesas de Dios. Muchas voces vendrán en contra de nuestra fe para debilitarnos y apartarnos de nuestro Señor Jesucristo, muchas distracciones y afanes vendrán para despegarnos del amor de Dios y descuidar nuestras relaciones con El. Una actitud correcta antes estas pretensiones que puedan venir a nuestras vidas es ser un verdadero varón de Dios, imitando a su Padre Celestial, como hijos amados, a la estatura de un varón perfecto, a Jesucristo nuestro Señor.

Asimismo, nos ayudará bastante hacer todas las cosas con amor. Cuando permanecemos en actitud correcta hacia los demás y no importando el menosprecio, que esto pueda ocasionar, pues no siempre tus acciones de amor a los demás serán bien vistas, sin embargo seguimos el ejemplo de amor de Cristo quien sufrió el menosprecio por amor a la humanidad. Amar es el la mejor arma para derrotar el desaliento y la incredulidad, amar es nuestro punto de apoyo para demostrar a la humanidad de que somos hijos de Dios. Amar es muestra de que tenemos fe en quien amó a la humanidad a tal punto de dar a su Propia vida para salvarla. Así que adelante y firmes en nuestra fe, levántate y resplandece porque ha venido tu luz y la gloria del Señor Ha nacido sobre ti. Dios te bendiga.

“Gracia y Paz”
 (Giancarlo Pellegrino)

¿Estás viviendo la vida a tu manera?

Juan 4:31-34
“Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.”

A finales de la década de los sesenta, se puso de moda en todo el mundo una canción llamada “My Way” (“A mi manera”), cantada principalmente por el famoso actor y cantante norteamericano Frank Sinatra. Esta ha sido una de las canciones más conocidas de todos los tiempos. Cuenta la historia de un hombre que se estaba muriendo. Mientras yacía en su lecho de enfermo, infinidad de imágenes de su vida pasaban una tras otra por su mente, recordándole tantos y tantos momentos vividos, unos buenos, otros malos, pero de ninguno se lamentaba, pues, según él, los había vivido “a su manera”. La letra de la canción en español comienza más o menos así: “El final se acerca ya. Lo esperaré serenamente; ya ves que yo he sido así, te lo diré sinceramente: viví la inmensidad sin conocer jamás fronteras, jugué sin descansar y a mi manera.” La canción termina con estas palabras: “No hay por qué hablar, ni que decir, ni recordar, ni que fingir. Puedo seguir hasta el final a mi manera.”

Sin duda esta manera de actuar es muy común en el ser humano. Esta actitud nos ha sido transmitida de generación en generación desde que Adán y Eva decidieron hacer las cosas “a su manera”, en vez de seguir las instrucciones de Dios. Claro que por eso tuvieron que sufrir terribles consecuencias eternas. De igual manera, cuando Frank Sinatra llegó al final de su vida, después de gozar de fama, riquezas y placeres de todo tipo, sus últimas palabras fueron: “I’m losing” (“Estoy perdiendo”). Unos segundos después cerró sus ojos para siempre. Bien pudo entonces haber conjugado el verbo en pasado: “Perdí.” Este es el resultado final de todo aquel que vive la vida “a su manera”: derrota y condenación eterna.

El pasaje de hoy nos muestra una actitud totalmente opuesta. Jesús acababa de tener el conocido encuentro con la mujer samaritana junto al pozo de Jacob. Aquella mujer se maravilló al escuchar las palabras del Señor, y sus ojos espirituales fueron abiertos, reconociendo que hablaba con el Mesías. Entonces corrió de vuelta a la ciudad, donde dio testimonio a todos de que había encontrado al Cristo. En ese momento llegaron los discípulos, los cuales habían ido a la ciudad a comprar algo de comer. Y, pensando que el Maestro debía tener hambre, le ofrecieron comida. Pero Jesús les dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” Esta fue la actitud que prevaleció siempre en la vida de Jesús: hacer la voluntad del Padre, vivir cada momento conforme a los planes de Dios, no impulsado por sus propios deseos o necesidades. Ni el hambre ni ninguna otra necesidad física o emocional lo apartaba de la misión que le había sido encomendada. Ciertamente Jesús no vivió su vida a su manera, sino a la manera de Dios. Por eso, después de su muerte y resurrección Dios “le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre.” (Filipenses 2:9).

También el apóstol Pablo, después de su conversión, se hizo el firme propósito de obedecer la voluntad de Dios, y servirle aun en medio de amenazas, persecuciones y encarcelamientos. Por eso, al final de su vida pudo escribir “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” (2 Timoteo 4:7-8).

¿Qué prefieres tú: vivir la vida “a tu manera” y quizás disfrutar de algunos placeres temporales, o vivir en obediencia a la Palabra de Dios, y recibir bendiciones? Lo primero te lleva a la perdición. Lo segundo a la vida eterna. Tú escoges.

ORACION:
Padre santo, te ruego me des la fuerza y el valor para rechazar todos aquellos deseos que provienen de la carne, y que yo pueda someterme a tu voluntad en obediencia a tu Palabra. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

El espejo retrovisor

1 Juan 1:9
“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad.”

Mirar por el espejo retrovisor nos da una perspectiva general de lo que ocurre atrás, permite reflejar nuestra propia imagen y ver en detalle nuestro rostro. También puede ser un ancla de nuestro pasado, de nuestras culpas y pecados que no hemos olvidado, y no nos deja avanzar en el presente. Jesús con su muerte en la Cruz, perdonó nuestros pecados del ayer, hoy y mañana. Hay que reconocer el pecado y buscar el perdón y la reconciliación con Dios.

A través del Espíritu Santo eliminaremos el ancla del  espejo retrovisor, al conseguir la purificación y erradicación de la culpa, destruyendo el pecado y viviendo en santidad. En el nombre de Jesús, amén y amén.

“Gracia y Paz”
Pan de Vida

TOTALMENTE PAGADO











Una vez al año, el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo para hacer expiación por los pecados de Israel. Después de su santificación – un buen baño (purificador) - llevaba en las manos la sangre de un becerro y un incensario de oro (o copa) sostenida por tres cadenas. Luego el sacerdote tomaba algunas brasas del altar, las ponía en el incensario, tomaba un puñado de incienso y entraba en el Lugar Santísimo.

Dentro del Lugar Santísimo estaba el arca. En lo alto estaba el propiciatorio y en ambos lados había dos querubines de oro con sus alas extendidas por encima. El propiciatorio representaba la misma presencia de Dios, al Señor sentado en su trono.

El sumo sacerdote tomaba un puñado de incienso y lo arrojaba al fuego en el incensario. De repente, un hermoso aroma llenaba el tabernáculo. El sacerdote agitaba el incensario delante del arca hasta que el propiciatorio era envuelto en una nube de incienso aromático, dulce.

Amados, este es un ejemplo perfecto de lo que Jesús ha hecho por nosotros y lo que continúa haciendo ahora mismo. En primer lugar, significa la muerte y ascensión de Jesús al Padre celestial como nuestro Sumo Sacerdote. En segundo lugar, esta escena de la expiación significa aún más, el momento en que Jesús comenzó a orar por nosotros, intercediendo ante el Padre en nuestro favor.

El trabajo inicial de la intercesión de Jesús fue el derramamiento de su sangre por cada “bono” y deuda que debíamos. Un bono es "una nota sellada de deuda u obligación que ata al deudor y sus herederos." El diablo, una vez lo reclamó a usted por cuanto “estabais muertos en vuestros delitos y pecados”.

Debe haber una caverna en algún lugar de las entrañas del infierno que contiene una montaña de expedientes y registros de deudas, incluyendo la suya y la mía. Las notas dicen: "Usted tiene que pagar con su vida y el precio es la condenación eterna." Pero Jesús, Nuestro Sumo Sacerdote, conoce todos esos registros y todas las obligaciones, deudas y bonos de aquellos que creen en Él y que han de creer todavía; Jesús reunió todos esos registros y los llevó a la gloria. Allí, en presencia del Padre, Él roció su sangre sobre ellos, anunciando: "Estas deudas se pagan en su totalidad por mi propia sangre."

“Gracia y paz”
(David Wilkerson)

Cómo aprender a llevar las cargas de otros

Romanos 15:1-2
“Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación”.

La Biblia exhorta a los cristianos a compartir las cargas unos con otros. Hacerlo de manera efectiva requiere sensibilidad, aceptación y disponibilidad.

Sensibilidad. Si usted no es sensible a los problemas de quienes le rodean, ¿cómo puede ayudarlos? Cada semana, usted se sienta en la iglesia entre personas que sufren intensamente. El Señor conoce el dolor de cada una, y está allí para liberarlas, pero generalmente actúa por medio de sus hijos. Felizmente, tenemos el Espíritu de Dios que nos sensibiliza en cuanto a las necesidades que hay en medio nuestro.

Aceptación. No debemos llevar las cargas basándonos en nuestra opinión acerca de la otra persona. Jesús no hace diferencia entre las personas que debemos amar o ayudar. Si queremos ser como Cristo, debemos estar dispuestos a compartir el dolor de los demás, sin importar quiénes sean.

Disponibilidad. A veces, los cristianos piensan que es responsabilidad del pastor cuidar de los demás. Pero él también tiene cargas. Su pastor quiere ayudar a todo el mundo en todas las formas posibles, pero si él es el único que está disponible para ofrecer apoyo a la iglesia, ambos se derrumbarán. Una comunidad de fe prospera cuando las personas llevan sus cargas mutuamente. Pregúntese si hay una manera en que puede ayudar a llevar las cargas en su iglesia.

La Biblia nos dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gálatas 5:14). Después de amar al Señor con todo el corazón, este es el mandamiento más grande (Mateo 22:39). Por tanto, cuando nos hacemos partícipes del sufrimiento y las cargas de otros, cumplimos con una gran ley de Dios.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

IRRADIANDO LA LUZ DE CRISTO



Isaias 50:10
¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios.

Dios en su misericordia no quiso dejar al ser humano sumido en su oscuridad existencial y moral. En el drama de la historia humana, la última palabra no la tiene el hombre rebelde, sino Dios quien mediante la revelación y redención de su hijo, el Verbo, nos ha dado a conocer su plan de salvación; la obra expiatoria y reconciliadora de Cristo, El Verbo era la Luz verdadera, y esa luz trae salvación al hombre, muerto en delitos y pecados.

Cuando Jesús dijo: “…Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

Nos estaba revelando lo más glorioso de su persona y de su obra y es que esa luz brilla en todas las facetas de la redención humana. Mostrando lo maravilloso de la reconciliación del hombre con su creador, la justificación del pecador ante Dios, la santificación que transforma al creyente en una nueva creación y que hace posible vivir los principios morales del Evangelio, nos hace hijos de Dios, otorga la semejanza con el Salvador y Señor.

Los destellos de la fe y la vida cristiana que otorga la Luz de Cristo, constituyen la naturaleza del Evangelio y la de ser cristianos. Recordemos que El mismo que dijo “Yo soy la luz del mundo” también declaro: “Vosotros sois la luz del mundo: una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” (Mateo 5:14).

El Mesías exhorta a los piadosos con su ejemplo, a que cuando pasen por pruebas (tinieblas) confíen únicamente en el brazo de Jehová. Si andamos con nuestra luz y rechazamos la de Dios, nos volvemos autosuficientes y el resultado es tormento. Cuando depositamos nuestra confianza en la inteligencia, apariencia o los logros en lugar de Dios, nos arriesgamos a sufrir en gran manera cuando estos puntos fuertes desaparezcan.

Se le advierte a los pecadores presuntuosos de no confiar en sí mismos. Sus propios méritos y suficiencia son luz y a la misma vez calor para ellos. Los consuelos derivados de las criaturas son como chispas de corta vida y pronta desaparición; los hijos de este mundo, mientras duren, procuran calentarse con ellas y andan con orgullo y placer a la luz de ellas. Los que hacen de este mundo su consuelo y de su justicia propia, su confianza, ciertamente encontrarán amarguras al final. El camino del impío puede ser placentero, pero su final y destino eternos serán las tinieblas más profundas. Mientras que el camino de un hombre nacido de nuevo, fiel hijo de Dios, puede ser oscuro, pero su final será paz y luz eterna.

Es momento aun de preguntarnos: ¿Irradiamos luz o solo chispas? ¿Irradiamos nosotros la luz que nos enseña el Evangelio? Al contestarnos tengamos presente lo dicho por nuestro Señor Jesucristo "El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.

Efesios 5:8 “porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de la luz”.

“Gracia y paz”

EN LA SEMILLA ESTÁ LA VIDA

1 Pedro 1:25
“Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada”.

Un hombre poseía una pequeña parcela en la que decidió plantar maíz. A tal fin, fue y compró semillas. Aró el campo y quitó las malas hierbas y las piedras. Luego, mientras andaba por el campo, fue sembrando el maíz. No obstante, no se dio cuenta de que, mezcladas con el maíz, había semillas del arbusto de la mostaza que en esa región crece de manera espontánea. Nadie siembra mostaza a propósito, porque se trata de una planta silvestre.

El maíz brotó y, allí, en medio del campo, sobresaliendo por encima de él, se erguía un arbusto de mostaza. El arbusto creció lozano y vigoroso hasta alcanzar una altura superior a la estatura de un hombre. Durante la temporada de crecimiento, los pájaros volaban hacia el arbusto, que ahora ya parecía un árbol, y encontraban refugio y descanso en sus ramas.

De esta historia podemos extraer varias lecciones. El hombre hizo un buen uso de su campo. Algunas personas descuidan su campo de servicio. Les gustaría que el mundo entero fuera cultivado, pero nunca se involucran en la tarea. El primer lugar en el que tendríamos que sembrar la semilla del evangelio es nuestro propio jardín. Tenemos la obligación de trabajar para que aquellos a quien Dios nos ha confiado de manera específica, empezando por nuestra propia familia, se conviertan.

La semilla, aunque muy pequeña, es una cosa viva. Entre un grano de mostaza y un trozo de cera del mismo tamaño hay una gran diferencia. En la semilla hay vida, aunque no lleguemos a entenderlo. Es un misterio.

Dentro del grano de mostaza está toda la planta reproducida en miniatura. Todas las ramas, todas las hojas, todas las flores y todas las semillas están, en esencia, contenidas en la semilla. Todavía no se han desarrollado, pero están ahí. ¡En la semilla del evangelio se esconden tantas cosas! Mírela. Vea la regeneración, el arrepentimiento, la fe, la santidad, la consagración y la perfección. El cielo está escondido en el evangelio. Así como el Dios eterno estaba en el recién nacido de Belén, en la sencilla expresión: «Cree y vivirás», se encuentran todos los elementos de la justificación y la santificación.

Cuando sembremos y crezcamos con fe, obtendremos árboles de bendiciones. (Mateo 13:31,32).

“Gracia y Paz”

(Richard O´Ffill)

LO QUE ES NECESARIO TENER



“El hombre que tiene a Dios por su posesión, tiene todo lo que es necesario tener. Podrá carecer de todos los tesoros materiales, o si los posee, estos no le producirán ningún placer especial. Y si los ve desaparecer, uno tras otro, apenas podrá sentir la pérdida, porque teniendo a Dios tiene la fuente de toda felicidad. No importa cuántas cosas pierda, de hecho no ha perdido nada. Todo lo que posee, lo posee en Dios, pura y legítimamente para siempre”.

“Gracia y Paz”
 (A.W. Tozer)

Proverbios 2:6
“Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia”.

Cuando Salomón recibió el trono en Jerusalén pidió a Dios “un corazón de entendimiento para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?”

 La sabiduría viene de Dios; o sea para gobernar a una nación, disciplinar a los hijos, dirigir un hogar, etc. Nuestra constitución es una de las más sabias jamás escritas, y estoy convencido que Dios guió a los Padres Fundadores, pero en estos tiempos críticos de problemas y confusión debemos orar que Dios les conceda a nuestros líderes la sabiduría de seguir los principios que hicieron grande este país.

Nuestro bienestar no se encuentra en más leyes ni en un gobierno más grande, sino se encuentra en volvernos a Dios y a su hijo Jesucristo, y en volver a los principios que hicieron grande este país.

“Gracia y Paz”
(Versaday)