viernes, 15 de noviembre de 2013

EL AMOR DE DIOS, BASE DE NUESTRA FE



Tito 3:4-7
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”.

Nuestra fe está directamente relacionada con nuestra confianza en Dios. De la misma manera podemos decir que nuestra confianza depende de la seguridad que tengamos en el amor de Dios por nosotros. Por lo tanto, para que nuestra fe crezca y se fortalezca, debemos establecer firmemente en nuestros corazones que el amor de Dios es real y perfecto.

El pasaje de hoy dice que la bondad y el amor de Dios se manifestaron plenamente cuando nos salvó, es decir cuando él envió a su hijo Jesucristo para que muriese en la cruz en lugar de cada uno de nosotros. La Biblia dice en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda mas tenga vida eterna”. Ese amor de Dios manifestado en la entrega de su único hijo por la redención de un mundo hundido en el pecado, es tan infinito, tan imposible de describir con palabras, que el apóstol Juan simplemente pudo escribir: “De tal manera amó Dios al mundo...”

La Biblia dice que “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Y por medio de su muerte nos libró de la condenación y nos dio el regalo de la vida eterna. Pero no sólo eso, sino que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” a todos los que hemos creído y aceptado este regalo de Dios, dice Romanos 5:5.

Y cuando el Espíritu Santo produce en nosotros su fruto de “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (de acuerdo a Gálatas 5:22, 23), empezamos a conocer a Dios y a entender espiritualmente el amor que él tiene para nosotros. Entonces se desarrolla nuestra fe. Es natural que fluya la fe de nuestros corazones, porque cuando entendemos profundamente cuanto Dios nos ama se hace más fácil confiar en él y en todo lo que él ha planeado para nosotros sus hijos. Por eso el apóstol Pablo, al escribir a los cristianos de Galacia les dice: “Nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (Gálatas 5:5-6). Había muchos legalistas tratando de confundir a aquellos que habían creído, por eso era necesario aclarar que la fe verdadera es motivada por el amor, no por la ley. Dios no está interesado en rituales, sino en la realidad de una vida genuinamente entregada a él.

Jesús dijo en Juan 14:21: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”. En nuestra relación con Dios todo gira alrededor del amor. Por amor, Jesús murió en la cruz por cada uno de nosotros aún siendo pecadores. Cuando nosotros amamos a Jesús, obedecemos sus mandamientos. Entonces el amor de Dios se manifiesta en nuestras vidas y nosotros seremos capaces de manifestar ese amor aún a aquellos que nos han herido. Dice 1 Juan 4:8: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. Esta es la verdadera vida cristiana. Conocer a Dios, experimentar su amor y obedecerle amando a los que nos rodean.

Cuando entendemos que Dios nos ama de una manera tan preciosa, no tenemos que preocuparnos por lo que la vida nos depara. Sólo tenemos que concentrar nuestros esfuerzos en obedecer su Palabra. Entonces nuestra fe se fortalecerá y podremos vivir tranquilos con la seguridad de que nuestro Padre celestial cuidará de nosotros de manera perfecta, más allá de todo entendimiento.

ORACIÓN:
Padre santo, no tengo palabras con que agradecerte tu amor por mí, que excede todo conocimiento. Ayúdame a confiar cada vez más en ese amor para que mi fe se fortalezca. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”

Dios te Habla