1 Corintios 5:9-11
“En mi carta os escribí que no
anduvierais en compañía de personas inmorales; no me refería a la gente inmoral
de este mundo, o a los avaros y estafadores, o a los idólatras, porque entonces
tendríais que salir del mundo. Sino que en efecto os escribí que no anduvierais
en compañía de ninguno que, llamándose hermano, es una persona inmoral o avaro,
o idólatra, o difamador, o borracho, o estafador; con ése, ni siquiera comáis”.
Ya Pablo había escrito otra carta
a los corintios advirtiéndoles que evitaran asociarse con hombres inmorales o
de malas costumbres. Parece que algunos de los miembros de la iglesia
interpretaron que tendrían que apartarse totalmente del mundo; sin embargo, la
advertencia estaba relacionada únicamente con los miembros de la iglesia. Pablo
quiso decir que los hermanos que practicaban ese comportamiento debían ser
disciplinados apartándolos de la iglesia hasta que corrigieran su conducta.
Ciertamente en una ciudad como Corinto, donde abundaba el pecado, hubiera sido
imposible llevar una vida normal sin relacionarse con personas cuyo
comportamiento era condenado por la iglesia.
Asimismo, en cualquier ciudad del
mundo en la que tú vivas, te encontrarás muchas personas cuyos principios y
actitudes son opuestos a lo establecido en la Palabra de Dios. ¿Quiere
esto decir que debes apartarte de ellas? Depende de lo que hagas en esa
relación. Hay un refrán que dice: “Dime con quien andas, y te diré quien eres”.
Sin lugar a dudas, este es el resultado de un juicio a la ligera que muchas
veces genera una conclusión incorrecta. Mucho más acertado sería decir: “Dime
lo que haces, y te diré quien eres”.
Muchas veces Jesús fue injuriado
y acusado porque lo vieron en compañía de hombres y mujeres pecadores, como
publicanos y prostitutas. Por ejemplo, en Lucas 19:1-10, la Biblia nos habla de una
ocasión en la que el Señor predicaba en la ciudad de Jericó, y estando rodeado
de una gran multitud, notó que un hombre llamado Zaqueo se había subido a un
árbol para verle, pues era de pequeña estatura. Al ver Jesús el interés de
aquel hombre por escucharle le dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy
es necesario que pose yo en tu casa” (v.5). Y dice la Biblia que “entonces él
descendió aprisa, y le recibió gozoso”.
Zaqueo era jefe de los
publicanos. Los publicanos se dedicaban a recaudar los impuestos que imponía el
gobierno romano, y por eso eran vistos como traidores. Muchos de ellos se
aprovechaban y cobraban a los ciudadanos más de lo estipulado, y se quedaban con
parte del dinero. Para muchos, estos hombres caían en la misma categoría que
los ladrones y los asesinos. Por eso todos murmuraron diciendo que Jesús “había
entrado a posar con un hombre pecador” (v.7). Sin embargo, allí Zaqueo se
arrepintió del mal que había hecho y prometió dar la mitad de sus bienes a los
pobres y devolver cuadruplicado a todos los que había defraudado. La genuina
transformación de este hombre hizo que Jesús manifestara: “Hoy ha venido la
salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo
del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. He aquí el
centro, el corazón, el principio fundamental del evangelio: la
salvación de
los perdidos.
¿Quieres tú participar en este
plan de salvación? Jesús dijo: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad
asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone
debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en
casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo
5:14-16).
Para que una luz alumbre tiene
que acercarse a la oscuridad. No podemos pretender que somos parte del plan de
salvación de Dios si ignoramos a aquellos que viven en tinieblas. Debemos
acercarnos a ellos con un propósito en nuestra mente: ser instrumentos del
Señor para la salvación de sus almas. Que todos nos conozcan por lo que
hacemos. Y que todo lo que hagamos honre al Señor.
ORACIÓN:
Padre santo, yo quiero ser un
instrumento en tu plan de salvación para aquellos que están perdidos, aunque
esto pueda traerme críticas negativas. Que todo lo que yo haga sea hecho de
corazón, como para ti y no para los hombres. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla