viernes, 10 de abril de 2015

SIN AFECTO NATURAL, INPLACABLES...



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¿ESTÁS TOMANDO EN CUENTA LAS ADVERTENCIAS DE DIOS?


Génesis 19:12-14
“Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Yahweh; por tanto, Yahweh nos ha enviado para destruirlo. Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque Yahweh va a destruir esta ciudad. Mas pareció a sus yernos como que se burlaba”.

La historia de la destrucción de Sodoma y Gomorra es muy conocida por todos. Dios reveló a Abraham que destruiría estas dos ciudades porque su pecado era muy grave (Génesis capítulo 18). Abraham intercedió por los justos de la ciudad, y Dios le contestó que no la destruiría si encontraba diez justos en la ciudad. Lamentablemente ni siquiera diez justos había, pues el Señor decidió enviar dos ángeles con la misión de demoler aquel lugar. El pasaje de hoy nos muestra una conversación de los dos ángeles con Lot, el sobrino de Abraham. Dice que los varones le dijeron a Lot que sacara a su familia de la ciudad, porque la iban a destruir. Lot avisó a sus yernos, pero éstos pensaron que él bromeaba, es decir no creyeron la advertencia del suegro; así que Lot marchó solo con su esposa y sus hijas. Después que ellos estuvieron fuera, Dios envió una lluvia de fuego y azufre que incineró completamente ambas ciudades con todos sus habitantes (Génesis 19:24-25).

Muchos siglos después, respondiendo preguntas a un grupo de fariseos acerca de cuándo habría de venir el reino de Dios, Jesús hizo referencia a estos acontecimientos, y les dijo: “Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste” (Lucas 17:28-30). El día que Jesús regrese a la tierra sucederá algo similar a lo que sucedió en Sodoma. Y al igual que los yernos de Lot, muchos no creerán en esta advertencia y correrán la misma suerte. Otros creerán, como creyó Lot, y se librarán de la condenación.

Hace años un barco que pasaba por debajo de un puente en la ciudad de Saint Petersburgh, Florida, golpeó accidentalmente una de sus columnas y ésta se quebró, haciendo que parte del puente cayera al vacío. Era de noche y varios automóviles que en ese momento trataban de cruzar el puente, sin percatarse de lo que había sucedido, cayeron al mar. Un automovilista que venía a corta distancia se dio cuenta y pudo frenar a tiempo. Enseguida se bajó de su auto, y comenzó a hacer señas a los que se acercaban para que se detuvieran, pero ninguno hizo caso, quizás pensando que él estaba pidiendo algún tipo de ayuda. Continuaron su camino y este hombre, con horror, pudo ver como uno a uno esos vehículos caían al vacío. Finalmente algunos se dieron cuenta y comenzaron a detenerse antes de llegar al enorme hueco en el puente. Muchos años después, aquel hombre no había podido borrar de su mente aquella escena tan trágica de automóviles cayendo al mar y sus ocupantes muriendo ahogados, sólo por no hacer caso a la voz que los alertaba del peligro.

La Palabra de Dios advierte al mundo del peligro del pecado, y es clara en cuanto a las consecuencias del mismo: condenación eterna. Pero también nos habla de una esperanza en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Esta esperanza es para los que creen que Jesús es el Hijo de Dios, quien murió en la cruz con el fin de pagar la deuda de nuestros pecados, y después resucitó venciendo a la muerte. A los demás, aquellos que no creen, les espera la muerte eterna. Así dice Juan 3:18: “El que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”. Como cristianos, es nuestro deber hablar al mundo del inmenso amor de Dios, y la salvación a través de Jesucristo. Y también debemos advertirles acerca del peligro de no creer.

ORACIÓN:
Bendito Dios que estás en los cielos, te ruego me des discernimiento para entender espiritualmente esta enseñanza, y sabiduría para transmitirla a aquellos que no te conocen, de manera que puedan ver claramente el peligro al cual se están enfrentando. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla