martes, 28 de mayo de 2013

8 PUNTOS SOBRE EL MATRIMONIO


Según la Biblia, el matrimonio es…

Instituido por Dios… Uniendo Un Hombre y Una Mujer.

Mateo 19:4-6
“Y respondiendo El, dijo: ¿No habéis leído que aquel que los creó, desde el principio los hizo varón y hembra, y añadió: "Por esta razón el hombre dejara a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe”.


Un retrato de Cristo y su Esposa, la Iglesia.

Efesios 5:31-32
“Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia.”


Para ser Honrado.

Hebreos 13:4
“Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin mancilla, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios”.


Una fuente de problemas, intereses divididos, y ansiedad.

1 Corintios 7:28, 33-34
“Pero si te casas, no has pecado; y si una doncella se casa, no ha pecado. Sin embargo, ellos tendrán problemas en esta vida, y yo os los quiero evitar… pero el casado se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer, y sus intereses están divididos. Y la mujer que no está casada y la doncella se preocupan por las cosas del Señor, para ser santas tanto en cuerpo como en espíritu; pero la casada se preocupa por las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido”.


No Toda Persona es Llamada.

1 Corintios 7:7-8
“Sin embargo, yo desearía que todos los hombres fueran como yo. No obstante, cada cual ha recibido de Dios su propio don, uno de esta manera y otro de aquélla. A los solteros y a las viudas digo que es bueno para ellos si se quedan como yo”.


Debe Ser Permanente en Esta Vida.

Marcos 10:11-12
“Y El les dijo: Cualquiera que se divorcie de su mujer y se case con otra, comete adulterio contra ella; y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio” (cf. Lucas 16:18; Mateo 19:8-9; Romanos 7:2-3).


Impermanente en la Eternidad.

Mateo 22:30
“Porque en la resurrección, ni se casan ni son dados en matrimonio, sino que son como los ángeles de Dios en el cielo” (Cf. Marcos 12:25, Lucas 20:35-36).


Cumplido En el Regreso de Cristo.

Apocalipsis 19:6-9
“Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de fuertes truenos, que decía: ¡Aleluya! Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina. Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a El la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado. Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio, porque las acciones justas de los santos son el lino fino. Y el ángel me dijo: Escribe: "Bienaventurados los que están invitados a la cena de las bodas del Cordero Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios".


“Gracia y Paz”
Edificando Matrimonios
Conforme al propósito de Dios




¿ESTÁS ESPERANDO ALGUNA SEÑAL?


Mateo 16:1-3
“Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!”.

Los judíos regularmente exigían señales y prodigios a quienes se proclamaban mensajeros de Dios. Era como si dijeran: “Muestra tus credenciales haciendo algo extraordinario”. La respuesta de Jesús debe haberles sorprendido. Les llamó “hipócritas”, que sólo podían distinguir simples señales como los cambios en el aspecto del cielo, pero eran incapaces de ver o discernir las señales divinas. Sin duda la arrogancia y la soberbia de aquellos hombres eran barreras que impedían el más mínimo discernimiento espiritual.

Varios siglos antes del nacimiento de Jesús, un hombre de Dios, el profeta Elías, recibió una señal del cielo en un momento crítico para el pueblo de Israel. Había en aquellos momentos una sequía muy grande. Hacía más de tres años que no llovía en aquella región, y como consecuencia de esta sequía, el pueblo estaba pasando mucha hambre. Dios, movido una vez más por su misericordia, mandó al profeta Elías a presentarse ante el rey Acab para hacerle saber que la solución a este grave problema estaba próxima (1 Reyes capítulo 18). “Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye. Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas” (V. 41-42). El profeta manifiesta por fe lo que aun no había sucedido pero pronto habría de suceder. Entonces fue a postrarse para hablar con Dios.

En el lugar donde Elías estaba postrado había una pequeña elevación que obstruía la vista del mar, por lo que le pidió a su criado que subiera para que observara si se veía alguna señal de la lluvia que, él sabía, llegaría de un momento a otro. Mientras tanto él se mantenía en íntima comunión con el Señor, confiando en su promesa, orando y suplicando por la tan necesitada lluvia. “Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces. A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia”.

¡Cuántas veces hemos puesto algo en oración, seguimos orando día tras día, y estamos deseosos de ver o sentir algo que nos muestre que el Señor está trabajando en nuestra petición! Rechazamos la idea de que Dios no nos ha escuchado, pero al mismo tiempo sentimos la necesidad de que él nos dé aunque sea “una pequeña señal”. Es en momentos como estos que hace su aparición la impaciencia, y si permitimos que ésta nos llegue a controlar, la duda empieza a perturbarnos y nuestra fe es afectada, y así mismo el resultado de nuestras oraciones. Esperemos el tiempo del Señor, tranquila y confiadamente, como dijo el rey David en el Salmo 37:7: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él”.

Pongamos en práctica la enseñanza de hoy. Seamos perseverantes en la oración y confiemos, como hizo Elías, mientras nos mantenemos bien atentos a cualquier señal que Dios quiera darnos que nos indique que él está preparando algo muy lindo para nosotros, y que pronto lo vamos a recibir.

ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me des paciencia para esperar en ti. Por favor, muéstrame una señal de lo que estás preparando para mí, y dame discernimiento espiritual para entenderla claramente. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla