¿Dónde buscarás ayuda
en el 2015?
Isaías 31:1
“¡Ay de los que descienden a Egipto por
ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son
muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni
buscan a Yahweh!”
No es difícil asegurar que muchas personas que dicen ser “cristianas”,
en realidad nunca han tenido un encuentro personal con el Señor ni le conocen
íntimamente. Claro está que no pretendemos inmiscuirnos en la vida espiritual
de nadie y por lo tanto no debemos juzgar a otros, pero Jesús claramente
indicó: “Por sus frutos los conoceréis...” (Mateo 7:16). Es decir, la actitud o
la manera de actuar de una persona puede darnos una buena idea de su relación
con Dios.
A veces hablamos mucho de religión pero demostramos poco
la vida de Cristo con nuestras acciones. Nuestra manera de practicar el
“cristianismo” es generalmente mediocre y apenas impacta a los incrédulos
debido a que ellos no ven en nosotros un testimonio vivo y poderoso. En muchas
ocasiones algunos cristianos no se diferencian de aquellos que no creen en
Dios. La Escritura de hoy nos muestra esta triste realidad. Los israelitas en
lugar de buscar al Señor para que los ayudara y supliera sus necesidades,
confiaban y ponían su esperanza en los recursos de los paganos. Acerca de ellos
dice este pasaje que “descienden a Egipto por ayuda”, que “confían en caballos”
y que “su esperanza ponen en carros… y en jinetes…” Por medio del profeta
Isaías, Dios advierte: “¡Ay de ellos!”
Egipto representa hoy para nosotros el mundo sin Cristo,
y los caballos, los carros y los jinetes representan los recursos materiales
que ese mundo nos ofrece. Han pasado siglos desde aquella declaración de
Isaías, pero el pueblo de Dios sigue tristemente en esa misma línea de
incredulidad confiando en lo que pueden ver en lugar de confiar en lo que no
pueden ver, buscando lo corrupto de afuera cuando tienen todo lo glorioso
dentro del Reino de Dios. Esto pone de manifiesto una pobre relación con Dios,
falta de crecimiento espiritual y una fe muy pequeña. Nadie que busca en primer
lugar la ayuda del mundo puede experimentar intimidad con el Señor. Santiago
4:4 dice: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se
constituye enemigo de Dios”.
Si deseamos vivir una vida que agrade a Dios nuestra
mirada debe estar puesta en Jesús pues él es “el autor y consumador de la fe”,
dice Hebreos 12:2. Desviar de él nuestra mirada nos traerá malas consecuencias.
Mantenernos firmes en él, confiando y produciendo frutos agradables a Dios, nos
garantiza la ayuda de Dios y todas nuestras necesidades (físicas, materiales y
espirituales) estarán cubiertas. Tenemos un ejemplo en la carta de Pablo a los
filipenses, donde él elogia la generosidad de ellos para con él cuando se
encontraba en medio de difíciles situaciones. Entonces les dice: “Mi Dios,
pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo
Jesús” (Filipenses 4:19).
Hoy termina un año más de nuestras vidas. Mañana comienza
un nuevo año. No sabemos lo que nos traerá, pero podemos estar seguros de que
en algún momento encontraremos problemas, dificultades, enfermedad, tristeza,
necesidades de todo tipo. Todo esto forma parte de la vida. Jesús lo advirtió
claramente a sus discípulos al decirles: “En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Reflexiona sobre la enseñanza de
hoy, y piensa: ¿Dónde vas a enfocar tu mirada cuando necesites ayuda? ¿Dónde
pondrás tu confianza? ¿Dónde buscarás ayuda? ¿Te dirigirás hacia Egipto (el
mundo) o hacia el Dios de la provisión eterna?
Al despedir este año pide perdón al Señor por todas esas
ocasiones en las que desviaste tus ojos de él y buscaste ayuda en otro lugar, y
hazte el propósito de fortalecer tu relación con él durante el nuevo año por
medio de la lectura de su Palabra y la oración diariamente. De esta manera tu
fe se irá fortaleciendo y automáticamente acudirás siempre al Señor primeramente
en cualquier necesidad.
Oración:
Amado Dios y Padre, te doy gracias infinitas porque tú
estás siempre dispuesto a ayudarme cuando acudo a ti. Por favor, aumenta mi fe
para buscarte a ti en primer lugar siempre que necesite ayuda, sabiendo que tú
suplirás todo lo que me falte. En el nombre de Jesús. Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla