1 Samuel 17:28-37
“Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió
en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado
aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu
corazón, que para ver la batalla has venido.
17:29 David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar? Y
apartándose de él hacia otros, preguntó de igual manera; y le dio el pueblo la
misma respuesta de antes. Fueron oídas las palabras que David había dicho, y
las refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir. Y dijo David a Saúl: No
desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra
este filisteo. Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para
pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su
juventud. David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su
padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía
yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí,
yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso,
tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos,
porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me
ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me
librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo”.
(Estudia y medita 1 Samuel 17:1-37)
David, el joven pastor de ovejas, se enfrentó a Goliat, el gigante filisteo.
Por confiar en el poder de Dios para salvarlo, David venció a su adversario.
Al igual que David, nosotros, también enfrentaremos pruebas más grandes que
nosotros. Pero el Señor quiere que tengamos una fe vencedora como la de David,
y que podamos triunfar.
¿Cuáles son los componentes de esta fe?
• Una motivación piadosa. El
deseo de David era defender a su pueblo y al nombre de Dios. Nosotros debemos
examinar nuestros motivos, para asegurarnos de que están centrados en Cristo,
no en nosotros mismos.
• El reconocimiento del tipo de
batalla. Para los creyentes, toda incidencia es un asunto espiritual. La
lucha de David en el ámbito físico era contra Goliat, pero la verdadera batalla
era espiritual (Efesios 6:12).
• El recuerdo de las victorias anteriores. La confianza de David no se basaba en lo que
estaba sucediendo en ese momento, sino en la manera en que Dios lo ayudó al
enfrentarse a leones y osos en el pasado. Imagínese una película que destaque
todos los momentos en que Dios le proveyó a usted de fuerzas y resistencia. Véala
una y otra vez hasta que esté listo para la pelea.
• El rechazo del mal consejo. David estaba seguro del propósito de Dios para
él, y por eso se negó a escuchar la acusación de su hermano acerca de sus
supuestos motivos impuros. También rechazó la opinión del rey Saúl, de que era
muy joven. Más bien, el joven pastor inclinó su oído para escuchar al Señor.
¿Cuál “Goliat” tienes delante de ti? Recuerda que en Cristo podemos ser
vencedores (1 Juan 5:4).
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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