Santiago 5:14-16
“¿Está alguno enfermo entre
vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con
aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el
Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis
sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”.
En esta escritura, Dios nos
presenta el tema de la oración por los enfermos y nos revela criterios
prácticos de cómo debemos de actuar cada vez que experimentemos la enfermedad.
Veamos estos principios:
ORAR a DIOS. Cuando estemos enfermos hay que orar a Dios para
pedir que nos sane. Los cristianos tenemos la expectativa de ser sanados;
nosotros reconocemos que Dios es sanador (Éxodo 15:26), por eso recurrimos a Él
en oración con la esperanza de ser curados. La sanidad es algo que esperamos,
sin embargo eso no significa que necesariamente siempre recibiremos esa gracia.
Sanar no siempre es la voluntad de Dios, por ejemplo Pablo, Trófimo y Timoteo
no fueron sanados (2 Corintios 12:7-10; 2 Timoteo 4:20; 1 Timoteo 5:23). La
sanidad no es algo que podemos exigir; en Filipenses 2:27 la sanidad es
presentada como una misericordia, no como algo que tenemos siempre derecho a
esperar. Oremos suplicando la gracia de
ser curados, pero también estemos dispuestos a aceptar la voluntad de Dios,
cualquiera que sea.
PEDIR ORACIÓN DE INTERCESIÓN. Pedimos
a otros hermanos que oren por nuestra sanidad. Los cristianos vivimos en
comunidad y buscamos apoyo cuando lo necesitamos, y creemos que Dios va a
bendecirnos a través de ellos. Jesús nos dice que la oración comunitaria tiene
poder, la acción de Dios se multiplica en la intercesión unos por otros (Mateo
18:19-20).
El Apóstol Santiago nos dice también
que hay que pedir a los ancianos de la iglesia que oren por nosotros. Los
ancianos de la iglesia (presbíteros en griego) son los hermanos mayores, los guias espirituales, los ministros de la iglesia. Ellos guían y representan la
comunidad, son instrumentos poderosos en la mano de Dios. Que importante es ver
también a los ministros de la iglesia como medios que Dios puede usar para
bendecirnos.
DEBEMOS TENER PERFECTAMENTE CLARO
QUE EL QUE SANA ES DIOS. La oración de sanidad se debe de hacer en el nombre de
Jesús. Esto se hace así para que quede claro que el que sana es Jesús, no el
que ora o impone las manos, tampoco es producido por el aceite o la imposición
de manos, sino por Jesús, únicamente por Jesús, nuestro Redentor y Salvador.
Muchos confían más en la persona
que ora por la sanidad que en Jesús, el autor de la sanidad. Debemos ser muy
cuidados con esto, pues generalmente se produce un equivocado protagonismo de
estas personas, quienes por lo regular alimentan el orgullo y el error en ellos,
y, consecuentemente, terminan convirtiéndose en manipuladores, estafadores o
sectarios. En toda sanidad la gloria debe ser siempre para Dios, los
instrumentos humanos debemos de pasar siempre desapercibidos, manteniendo un
perfil bajo y buscando incluso el anonimato.
Hago hincapié en el error de
atribuir la sanidad a los signos usados, ya sea el aceite o las manos, como si
estos elementos contuvieran algún tipo de “magia” o poder divino. Esto no es
así, el poder sanador viene siempre de Dios (si es su voluntad), el signo solo
representa ese poder. Hay grupos religiosos y sectas orientales que atribuyen a
las manos cierta capacidad de transmitir energía sanadora, pero no es así. Como
nosotros entendemos la imposición de las manos… significa sólo un signo de
sanidad, y el poder sanador no fluye a través de ellas sino por una
intervención directa de Dios sobre el cuerpo enfermo de la persona. No son las
manos las que nos sanan, ni el aceite, sino solo Dios.
El uso de la medicina y de los
médicos son recomendados en la
Biblia , por ejemplo: Pablo pidió a Timoteo que tome vino para
curarse (1 Timoteo 5:23) -en esa época se usaba esta bebida como medicina; Jesús
dijo explícitamente, en Mateo 9:23, que los enfermos necesitan de médico; Pablo
se refiere a Lucas como “el médico amado” (Colosenses 4:14), lo cual evidencia
que los cristianos valoraban a Lucas no solo por su fe sino por su labor de
médico. Dios usa a los doctores y a la medicina como medios para sanar. Como
dijo Paré, el famoso cirujano francés: “El médico limpia y venda las heridas,
Dios la sana”. Tengamos cuidado de no caer en el fanatismo de creer que solo
debemos de orar para ser sanados, que consultar a un médico o tomar medicamentos
contradice o debilita la fe, todo lo contrario, debemos de ver a la medicina
como un instrumento en la mano de Dios a favor de nuestra salud.
ORACIÓN DE SANIDAD CON FE. La
primera condición para que la oración por los enfermos sea eficaz es que se haga
con fe. Creer es fundamental en la oración; Jesús pedía fe a todos los que
buscaban ser sanados (Mateo 8:13; 9:28-29).
¿Por qué es importante la
fe? Porque permite que el individuo sea
capaz de recibir la gracia de Dios, recuerda que Dios no impone su gracia, es
necesario que cada uno sea capaz de recibirla, y para ello se necesita creer.
La fe abre la puerta de nuestro corazón a las bendiciones de Dios, por lo tanto
es necesario motivarla y fortalecerla.
ORACIÓN DE SANIDAD CONFESANDO
NUESTROS PECADOS. La segunda condición para recibir sanidad es la confesión de los
pecados, no necesariamente porque la enfermedad se haya originado directamente
por el pecado. En algunos casos las enfermedades se originan por una forma de
vivir desordenada y sucia, sin embargo este no es el motivo principal por el
cual se adquiere la enfermedad.
La enfermedad se produce por un
deterioro natural de nuestro cuerpo, como consecuencia de nuestra debilidad y
flaqueza humana, claro está, esta condición se deriva del pecado de Adán y Eva
(pecado original) pero no necesariamente de nuestros pecados personales.
¿Entonces porque debemos de
confesar pecados? Porque esto nos hace aptos para recibir la gracia de Dios y
nos vuelve recipientes dispuestos y preparados para que Dios actúe, según su
voluntad.
Recuerda, no es solo la sanidad
del cuerpo lo que Dios quiere darnos, es la sanidad integral: cuerpo, alma y
mente, por eso es vital primero limpiar nuestros corazones del mal, para que
Dios nos sane en todas estas dimensiones
“Gracia y Paz”
Vida Cristiana
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