Mateo 7:1-5
"No juzguéis, para que no
seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la
medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el
ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo
dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo
tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien
para sacar la paja del ojo de tu hermano."
A la mayoría de nosotros nos
resulta sumamente fácil criticar o juzgar a los demás, y muchas veces ni cuenta
nos damos que aquello que criticamos, nosotros lo hacemos igual o peor. En este
pasaje, Jesús condena esta acción y hasta llama "hipócrita" a aquel
que no es capaz de ver sus propios defectos, y sin embargo juzga a otro por
acciones de menor importancia que las que él ha cometido. Muchas veces esta
advertencia del Señor se interpreta como una total prohibición a emitir un
juicio o una opinión sobre alguien, sin embargo Jesús mismo en Juan 7:24 se
dirige a un grupo de judíos y les dice: “No juzguéis según las apariencias,
sino juzgad con justo juicio.” Es decir, si vamos a juzgar a alguien debemos
hacerlo guiados por el Espíritu de Dios (quien es justo y es capaz de ver lo
que hay en el corazón), y no simplemente según las apariencias.
Jesús advierte en contra de que
juzguemos a los demás de la manera en que lo hacían los fariseos, es decir
asumiendo una actitud de superioridad, tratando de encontrar faltas ajenas
mientras estaban totalmente ciegos en cuanto a sus propias faltas y defectos.
Juzgar a los demás de esta manera traerá siempre malas consecuencias. El
apóstol Pablo, en su carta a los romanos les previene acerca de esta actitud de
la siguiente manera: "Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera
que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo;
porque tú que juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra
los que practican tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú
que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio
de Dios?" (Romanos 2:1-3).
Una pequeña historia dice así:
"Una semillita cayó en el suelo, y al poco tiempo empezó a brotar. ¿Cuál de
todas las flores seré?, se puso a meditar. No quiero ser una rosa porque tiene
espinas. No me gustaría ser un lirio porque no tiene color. Y, desde luego,
tampoco quiero ser una violeta porque es muy pequeña y crece muy cerca del
suelo". Así continuó la semillita encontrando faltas en todas las flores.
La historia concluye con este párrafo: "Así criticó a todas las flores la
altanera semillita. Hasta que despertó una mañana, ¡y descubrió que era hierba
mala!" ¡Cuántas veces hemos actuado como esta semillita de la historia!
Simplemente porque nos creemos superiores a los demás y los subestimamos. La Biblia nos advierte acerca
de esta actitud en Filipenses 2:3: "Nada hagáis por contienda o por
vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como
superiores a él mismo". Pablo completa la idea con un magnífico consejo en
Romanos 12:3: "Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que
está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe
tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios
repartió a cada uno".
Cuando no seguimos estas
instrucciones y empezamos a encontrar faltas en los demás, en realidad estamos
sentando las bases para nuestro propio juicio y nos estamos condenando a nosotros
mismos. Antes de emitir un juicio o criticar a alguien, debemos dedicar unos
minutos a examinarnos a nosotros mismos, y pedirle a Dios que nos dé sabiduría
y humildad para juzgar “con justo juicio.” Es muy probable que entonces
desistamos de juzgar a esa persona.
ORACION:
Padre, ayúdame a mantener mis
pensamientos y mis acciones en relación a los demás conforme a lo que dice tu
Palabra. Que al igual que tú amas a tus hijos sin favoritismo, yo pueda
extender ese amor incondicional a todos los que me rodean en lugar de emitir
juicios y críticas que no glorifican tu nombre. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla