¿Qué es la pureza para Dios?
“En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte
ungüento sobre tu cabeza” (Eclesiastés 9:8).
Ser puros es tener pensamientos sanos, es sentir en nuestro
corazón el verdadero deseo de hacer lo bueno. Buscar la Santidad es tener la disposición
de mantenernos apartados de las cosas del mundo para poder agradar a Dios.
Jesús sabe de la importancia de ser puros y nos da la promesa
de que si somos puros de corazón veremos a Dios (Mateo 5:8). Al usar la palabra
corazón, Jesús está hablando del centro de nuestro ser, voluntad, emociones y
pensamientos.
Para mantenernos puros de corazón, debemos tener limpia nuestra
mente, tener actitudes limpias, tener acciones limpias, intenciones limpias,
etc. ¿Por qué Dios nos pide todo esto? si es casi imposible mantenerse puro, cuando
nuestra naturaleza humana nos pide hacer todo lo contrario, y sinceramente siempre
hay personas que caemos, pero si Dios así lo pide es porque sabe que si podemos
hacerlo y quiere que nos mantengamos puros delante de Él.
¿Será difícil mantenernos puros en medio de un mundo inundado
por el pecado? definitivamente NO, porque a pesar de que el mundo nos ofrece tantas
opciones que nos inducen a la maldad y si a eso le agregamos que todo el tiempo
somos tentados por medio de la internet, la televisión, el cable, el cine, las revistas,
etc., aún con todo esto nosotros si podemos luchar para mantenernos firmes y puros.
Eclesiastés 9:8 nos habla acerca de mantener la “blancura
en nuestros vestidos”, eso simboliza pureza
y santidad. También nos dice del “ungüento
sobre nuestra cabeza” y eso tiene que ver con firmeza.
Si Dios nos pide que nos mantengamos puros
y firmes, es porque en nuestro
caminar cotidiano siempre habrá quien nos quiera manchar nuestros vestidos, y alborotar
nuestra cabeza; y de esto se deriva la siguiente pregunta: ¿Cómo mantenerse
puro y santo en medio de todo esto?
1. Tengamos siempre nuestro pensamiento en Jesús:
“Todas las cosas son puras para los puros, mas para los
corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia
están corrompidas” (Tito 1:15).
¿Qué podría ser más puro que Jesús? Si Jesús es nuestro único
pensamiento, entonces todas las cosas serán puras para nosotros. Veamos el
ejemplo de la siguiente frase: “no puedo evitar que las aves vuelen sobre mi
cabeza, pero si puedo evitar que hagan nido en ella”. Esto significaría que no
podemos evitar que pensamientos impuros aparezcan de repente en nuestra cabeza,
pero si podemos evitar que se mantenga anidados ahí.
2. Mantengámonos en la Santa Palabra de Dios:
“¿Con que limpiara el joven su camino? Con guardar tu
palabra” (Salmos 119:9).
Entre más conocimiento tengamos de la Biblia, mas armas tendremos
para defendernos de pensamientos impuros. Recordemos que Jesús cuando fue
tentado en el desierto, se defendió con la Palabra de Dios, es ahí donde nos
damos cuenta que leerla es muy importante para nuestro crecimiento espiritual y
para evitar ser engañados.
Cuando leamos la Palabra de Dios a diario, estaremos alimentando
nuestro espíritu, y tendremos la fortaleza del Espíritu Santo para rechazar lo
malo.
3. Sirvamos a Dios:
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas” (Efesios 2:10).
Mientras más ocupados estemos en el servicio a Dios,
menos tiempo tendremos de pensar en lo impuro. Habrá menos probabilidades de
caer en pecado, porque que al mantenernos activamente sirviendo al Señor, nos ayudara
para edificar nuestra vida y cultivarnos un carácter de servicio.
4. Tengamos Domino Propio:
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de
poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).
Esta escritura nos está diciendo que nosotros podemos decir
NO al pecado, pues Dios nos ha dado el dominio
propio por medio de su Santo Espíritu.
Amado hermano y hermana, si no desechamos estos consejos,
indudablemente nos ayudaran para mantener blancos
nuestros vestidos y el ungüento sobre nuestra cabeza no faltara.
“Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de
los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y PUREZA” (Timoteo 4:12).
¡Gracia y Paz!
Editado por Carlos Martínez M.
M. Mendoza