jueves, 31 de enero de 2013

AMA A TUS HIJOS; ENSÉÑALES A ORAR; LLÉVALES A LA IGLESIA PARA HONRAR Y ADORARLE A DIOS



Proverbios 22:6
“Instruye al niño en su carrera: Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella”.

Uno de los problemas más grande de nuestra época es que tenemos jóvenes que son desordenados y que no obedecen ni respetan a sus mayores. Cuando crecen, producen una sociedad de caos, crimen, confusión y desorden. El versículo de hoy debe entenderse por dos lados: Primero es la disciplina. Haz que tu niño te obedezca. Que seas firme y consistente, y cuando le dices que haga una cosa, no le dejes hasta que lo haga, y hasta que forme la costumbre de obedecerte.

La segunda parte consiste en los hábitos que el niño debe formar. Uno de ellos, el principal, es llevarlo a la iglesia donde se predica la palabra de Dios. Déjale ver que tú crees en Dios y le honras. Enséñale a orar y a leer la Biblia. Si tenemos problemas en nuestra sociedad, es porque los padres no son diligentes en instruir y guiar a sus hijos. Ama a tus hijos; enséñales a orar; llévales a la iglesia para honrar y adorarle a Dios. Que Dios bendiga abundantemente a tu familia.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

RESCATADO



Hechos 16:31
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo…”

Manuel González fue el primer rescatador que llegó al lugar donde 33 mineros estuvieron atrapados durante 69 días en una mina chilena en 2010. Arriesgó su vida al descender más de 600 metros (2,000 pies) para llevarlos a la superficie. El mundo miraba con asombro mientras un minero tras otro era rescatado y liberado.

La Biblia nos habla de un rescate aun más asombroso. Por la desobediencia de Adán y Eva, toda la humanidad está atrapada en el pecado (Génesis 2:17; 3:6, 19; Romanos 5:12). Incapaz de liberarse, cada ser humano enfrenta la muerte, física y eterna. Pero Dios ha provisto un Rescatador: Jesucristo, el Hijo de Dios. Todo aquel que acepta el regalo de la salvación ofrecido mediante su muerte y resurrección es liberado de las garras del pecado y de la pena de muerte resultante (Romanos 5:8-11; 10:9-11; Efesios 2:1-10). Jesucristo es «primicias de los que durmieron» (1 Corintios 15:20). Fue el primero en resucitar de los muertos, para no volver a morir jamás. Asimismo, todos los que ponen su fe en Él reciben la vida (Romanos 8:11).

¿Sigues atrapado en tus pecados? Acepta el regalo de la salvación que Dios ofrece y disfruta de la libertad en Cristo en esta vida y de la eternidad con Él (Hechos 16:31; Efesios 2:1; Colosenses 2:13).

Mediante su cruz, Jesús rescata y redime.

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LEE: 1 Corintios 15:1-4, 20-25
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

APOYARSE EN EL SEÑOR



Mateo 14:22-33
“En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”.

Dios nos está llamando —a sus hijos— a aceptar ciertos riegos. Quiere que dejemos de ir a lo seguro, y dar un paso de obediencia. Aunque hacerlo crea incertidumbre en la vida, hay algunas cosas de las que podemos estar seguros.

Seremos desafiados. Ya sea mediante unas relaciones complejas, un trabajo difícil o unas situaciones que requerirán tener más fe, Dios nos ensanchará espiritualmente. Al aceptar riesgos podemos sentir dudas, indecisión y temores. O, podemos pensar que somos ineptos o incompetentes. Pero no son razones para decir “no” a una tarea que Dios nos dé, sino oportunidades para confiar en el Señor.

Podemos contar con la presencia del Señor. Es imposible que los creyentes vivan siquiera un día sin la presencia de Dios (He 13:5). La relación que tenemos con Él por medio de Jesucristo es permanente. El amor que nos tiene nuestro Padre celestial es firme y profundo, y sus promesas son seguras. Cuando Él nos pide que nos aventuremos a salir de nuestra agradable rutina, podemos obedecer porque Él está a nuestro lado.

El poder del Espíritu Santo está con nosotros. El Espíritu de Dios vive dentro de cada creyente, y nos da el poder para tener la victoria. Cuando desmayamos, Él nos fortalece. Cuando tropezamos, Él nos sostiene. Y cuando caemos, Él nos levanta.

¿Qué le estás pidiendo Dios que haga, que representa un desafío para ti? Recuerda que cuando Él nos invita a que demos un paso de fe en medio de la incertidumbre y aceptamos los riesgos, podemos confiar en su presencia y en su poder para prepararnos.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¿CUÁL DE LOS DOS YUGOS PREFIERES?



Gálatas 5:1
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”.

Muchos cristianos no disfrutan la libertad espiritual que hemos recibido por medio del sacrificio de Cristo. Les pasa como a aquel hombre que estuvo preso 30 años, y al salir de la cárcel se encontró tantos cambios afuera que no pudo adaptarse a la vida de libertad y pidió que lo pusieran de nuevo en la cárcel. Por eso el apóstol Pablo, cuando se dio cuenta que esta situación existía en la iglesia de Galacia, les recordó que en realidad ellos eran libres de la esclavitud en que habían vivido, y les exhortó a que se mantuvieran firmes en la fe y el amor de Cristo, y no volvieran a someterse a los preceptos y tradiciones de la ley, es decir "al yugo de esclavitud".

Jesús vino a liberar a un pueblo que estaba esclavo de los reglamentos de la ley. Estaban cansados de tratar de cumplir algo que resultaba imposible de cumplir. Muchos desistían de tratar de “agradar” a Dios, pues no podían llevar a cabo los estatutos de la ley por mucho que se esforzaran. En ese tiempo vino Jesús al mundo. Dice Gálatas 4:4-5: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”. Redimir significa “comprar la libertad de alguien pagando un precio”. Esto hizo Jesús en la cruz del Calvario. Con su sangre pagó por nuestra libertad del yugo de la ley y el pecado.

La ley se escribió para dar a conocer el pecado, no para librarnos del pecado, “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). Es decir, la ley enseña lo que es bueno y lo que es malo delante de los ojos de Dios. El propósito de la ley era que el hombre reconociera que por sus propios esfuerzos no podían justificarse ante Dios y por lo tanto necesitaban un salvador. Pero muchos no entendían este principio y se empeñaban infructuosamente en tratar de cumplir la ley, permaneciendo esclavos del pecado.

Cuando aceptamos a Jesucristo como salvador somos liberados del yugo del pecado. Esto es un hecho. Pero debemos no solamente creerlo, sino actuar de acuerdo a nuestro nuevo estado de libertad. Esto es posible solamente cuando vivimos conforme al Espíritu. Andar conforme al Espíritu es pensar y actuar de acuerdo a la voluntad de Dios; es tener una permanente actitud de sumisión y obediencia a la Palabra de Dios. Jesús les dijo a un grupo de judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32).

Esta libertad es completa cuando no solamente dejamos de estar sometidos al yugo del pecado, sino cuando además nos sometemos al yugo de Jesús. El Señor nos hace la siguiente invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30). Jesús dio su vida en la cruz para liberarnos del yugo de esclavitud del pecado. Y además nos ofrece que llevemos su yugo para guiarnos en nuestro camino y ayudarnos con nuestras cargas, de la misma manera que el buey experimentado actúa con el joven buey con el cual es enyugado.

En esta vida tenemos dos opciones: Servimos al mundo o servimos a Dios; nos sometemos al dominio del pecado o a la autoridad de la justicia divina. “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Romanos 6:16). El resultado del pecado es muerte y destrucción. El resultado de someternos a Dios es paz y victoria. Escoge tú cual de los dos yugos prefieres.

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, te doy gracias por la libertad que me has dado a través de Jesucristo. Ayúdame a vivir de acuerdo a esa libertad, permaneciendo firmemente en tu Palabra y obedeciéndote cada día de mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

miércoles, 30 de enero de 2013

EL EVANGELIO DE LA PROSPERIDAD



1 Tesalonicenses 2:3-5
”Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios que prueba nuestros corazones. Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo”.

Los siervos de Dios, llámense como se llamen o como usted quiera llamarlos, son mayordomos por designación divina a quienes se les “confía el evangelio”. Este es un gran privilegio; pero al mismo tiempo, una responsabilidad solemne. “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (2 Corintios 4:2). Esta fidelidad implica por lo menos tres elementos que deben ser los correctos:

el mensaje (nuestra exhortación no procedió de error).
el motivo (ni de impureza).
el método(ni fue por engaño).

El mensaje debe ser el correcto y este mensaje es el evangelio de Jesucristo, el evangelio de la gracia de Dios. Existe un sólo evangelio y éste se centra en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo Jesús. El evangelio (buenas nuevas) es “que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las escrituras” (1 Corintios 15:3-4). Los pecadores que se arrepienten y confían en Jesucristo son perdonados y Dios les concede el Don de la vida eterna (1 Juan 5:10-13).

Dios es tan celoso respecto a su mensaje que El mismo declara “anatema” a cualquiera que predica “otro evangelio” (Gálatas 1:6-9). Los que cambian su mensaje añadiéndole, quitándole o pervirtiéndolo, son maestros falsos que le son infieles al Señor y están en peligro de recibir su castigo. Su mensaje proviene “del error”. El evangelio de la prosperidad de nuestros días está perfectamente acomodado a una sociedad como la nuestra que idolatra la salud, la riqueza y la felicidad. Las personas que predican este evangelio rebuscan por aquí y allí en el antiguo testamento, para extraer sus versículos comprobatorios; pero rechazan a sabiendas “todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27).

El “evangelio de la prosperidad” es un mensaje para la gente que busca una “solución rápida” para sus vidas; pero no un cambio permanente en su carácter. Pareciera ser que hay demasiados cristianos que desean disfrutar la sensación de sentirse bien; pero no están dispuestos a sufrir los inconvenientes de seguir el bien.

¿Porqué se preocupa tanto Dios porque prediquemos el mensaje correcto?. Porque Dios exige integridad y el evangelio falso la destruye. En primer lugar, el mensaje del evangelio se relaciona vitalmente con la naturaleza misma de Dios. Jesús no se limita a salvar, Él es el salvador.

Cuando cambiamos el mensaje de Dios, cambiamos al Dios del mensaje. El “dios” de los predicadores de la “prosperidad”, no es el Dios de la Biblia o el Dios de la Iglesia histórica. El evangelio “pop” de la “prosperidad trata de hacernos creer que la mayor preocupación de Dios es hacernos felices, no santificarnos y que se preocupa más por nuestro bienestar físico y material que por el moral y espiritual. El “dios de la prosperidad” es un mensajero celestial cuya única responsabilidad es responder a todos nuestros llamados y asegurarse de que estemos gozando de la vida.

Cuando escucho a estos predicadores hay varias preguntas que vienen a mi mente. De acuerdo con su teología, ¿dónde está el Dios de Abraham, a quien se le pidió que sacrificara a su único hijo? ¿Dónde está el Dios de Isaac, que estuvo dispuesto a colocarse en el altar? ¿Dónde está el Dios de Jacob, cuyos hijos le causaron dolor y vergüenza? ¿Dónde está el Dios de Moisés, a quien le fue prohibido entrar a la tierra prometida por haberle robado la gloria a Dios? ¿Dónde está el Dios de los apóstoles que fueron arrestados, azotados, martirizados y muertos porque seguían predicando a Jesús? ¿Dónde está el Dios de nuestro Señor Jesucristo quien sufrió como nadie ha sufrido jamás: “Herido de Dios y abatido” (Isaías 53:4). No encuentro a ese Dios en sus predicaciones. ¿Por qué? Porque no se adapta bien a su mensaje. Predican un evangelio sin integridad, un mensaje incompleto, divorciado del mismísimo Dios que afirman representar. Un evangelio parcial no es evangelio, ya que no puede haber buenas nuevas cuando Dios mismo queda excluido de ellas.

Nuestra tarea no es decirle a la gente lo que desea escuchar, nuestra tarea es darles lo que necesitan del evangelio tratando de lograr que lo deseen. El mensaje de la “prosperidad” aconseja al creyente de la actualidad a no pronunciar nunca palabras que signifiquen dolor, enfermedad, fracaso. Ya estuve en un lugar donde el predicador les pidió a sus oyentes que repitieran en voz alta: “Todo lo que toco prosperará. No puedo fracasar. Nada de lo que toco fracasará. Todo lo que toco tendrá éxito. No sé lo que es el fracaso”. Otros ofrecen buena cosecha y abundante, si antes siembras en sus manos dinero. Otros te ofrecen un 4x4 si es que eres capaz de regalar tu viejo peugeut. Otros te ofrecen que pares de sufrir si compras esto u otra cosa. Otros te ofrecen que sanarás, que encontrarás trabajo, que volverás a unirte al ser amado, etc., etc. Al escuchar tales tonterías, uno comienza a preguntarse si realmente tenemos una traducción correcta de la palabra de Dios. Ciertamente no hay nada de eso en mi Biblia.

Si resolvemos poner a Dios en servidumbre con respecto a todos nuestros caprichos, se convierte entonces en nada más que despensero bajo nuestras órdenes. ¿Y qué ocurre entonces si mi plan fracasa? Bien, evidentemente debe ser culpa de Dios. Si no me da exactamente lo que le pido, Él debe de haber fracasado en algún punto.

El evangelio de la “prosperidad” no sólo presenta una imagen distorsionada de Dios, sino que pervierte la doctrina bíblica de la persona y la obra de Jesucristo. Dios tiene el derecho de entablarle juicio a todos aquellos que predican el evangelio falso, porque el mensaje del evangelio le costó a Él su propio hijo. Jesús derramó su sangre para satisfacer la santa ley de Dios para que los pecadores perdidos pudiéramos alcanzar el perdón y reconciliarnos con Dios. El transformar el Calvario en una tarjeta de crédito santificada que nos da el privilegio de lanzarnos en una carrera hedonista es abaratar la obra que más le costó a Dios.

Los predicadores de la “prosperidad” no consideran que la conformidad con Cristo es la meta de la vida cristiana. Es muy probable que se sientan avergonzados cuando se enfrentan al hecho de que, de acuerdo con su mensaje, Jesús no fue un hombre de “prosperidad”. No era rico y pasó su vida identificándose con los pobres y marginados. Era “un varón de dolores y experimentado en quebrantos” (Isaías 53:3), no una celebridad que disfrutara una vida de extravagancias. Quizás me equivoque, pero creo que si Jesús estuviera en la tierra hoy día, condenaría los estilos de vida ostentosos y llamativos de estos predicadores de la “prosperidad” y sus discípulos. Cristo repudia el evangelio de la “prosperidad” con su vida, ministerio, enseñanzas y sobre todo con su muerte.

Los predicadores de la “prosperidad” nos presentan una imagen distorsionada de Dios, el Salvador, la fe Cristiana y también de la Iglesia. De acuerdo con ellos, la Iglesia de Jesucristo es una reunión de personas felices que disfrutan la vida. De acuerdo con mi Biblia, la Iglesia es la reunión de personas quebrantadas que buscan la santidad ante Dios y ser ayuda para un mundo necesitado. Sí, debe haber alegría y gozo cuando se congrega a adorar, pero también se deben compartir las cargas, limpiar las heridas y sanar los corazones quebrantados. No obstante, de acuerdo con el evangelio de la “prosperidad”, ¡LOS CRISTIANOS NO DEBEN PADECER EN ABSOLUTO!

Tenemos momentos de felicidad; pero esta no es nuestra meta suprema. Nuestros objetivos son la santidad y el servicio; la felicidad es apenas una “añadidura”.

Cuando la Iglesia predica el mensaje incorrecto, causa división y el ministerio pierde su integridad. No podemos divorciar nuestro mensaje de la naturaleza de Dios, lo que Él hizo en el calvario, lo que está haciendo hoy día en el mundo y lo que hará en el futuro. Sin embargo, eso es justamente lo que han logrado los voceadores de la “prosperidad”. Una vez que alguien se fabrica su propio evangelio, no pasará mucho tiempo antes que comience a practicarlo y entonces comienza a perder su integridad

La verdad triunfará siempre, y la verdad es que estamos aquí en este mundo para el deleite de Dios y que Él no está aquí para nuestro deleite. Es el glorioso plan de Dios el que saldrá finalmente victorioso y no el del hombre.

“Gracia y Paz”
Tiempos de Apostasía

TÚ Y TU CASA



Hechos 16:31
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”.

Dios quiere que familias enteras sean salvas. No se contenta con que una sola persona en una familia acepte la salvación mediante la fe en el Señor Jesús. Pero esto no siempre ocurre así; a veces sólo después de muchos años, otros miembros de la familia llegan a creer en el Señor. Sin embargo, el Espíritu de Dios nos da un ejemplo de ello en el libro de los Hechos. Leemos que el carcelero de Filipos creyó en el Señor con toda su casa (Hechos 16:34). Por la gracia de Dios esto ocurre aún hoy en día.

Un misionero, colaborador en una emisora que difundía el Evangelio en idioma árabe, encontró a un joven marroquí que se había convertido gracias al mensaje escuchado en esa emisora. Como consecuencia de su conversión, su familia lo trataba como a un perro. Por ser cristiano no se le permitía comer con la familia, porque era «impuro». Su madre, muy triste por lo que le sucedía al muchacho, tuvo que reconocer que a pesar de ese maltrato familiar la vida de su hijo había cambiado y mejorado.

Algunos años más tarde el misionero encontró en Marruecos a un joven muy parecido a aquel a quien había visto hacía mucho. ¡Era su hermano! Entonces le preguntó si él también se había convertido a Cristo. Con mucho gozo este joven le contó que él, lo mismo que su hermana y su madre, ahora eran creyentes y que juntos oraban por la conversión de su padre. Sí, Dios había cumplido su palabra: “tú y tu casa”.

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

ACEPTAR RIESGOS



Hechos 9:1-20
“Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios”.

A muchos cristianos no les gusta arriesgarse, y por eso reúnen la mayor cantidad de datos posibles y analizan las opciones antes de tomar cualquier decisión. Tenemos la tendencia a calificar los riesgos de “indeseables”, porque pueden terminar causándonos pérdidas y angustias; tememos los resultados no deseados, o a no alcanzar nuestros sueños. Tememos parecer tontos o incompetentes, incurrir en problemas financieros o enfrentar algún peligro físico. Desde el punto de vista humano, eliminar la incertidumbre tiene sentido.

Pero ¿qué piensa Dios? ¿Hay ocasiones en las que los cristianos deben aceptar riesgos? La respuesta es un “sí” rotundo, cuando es Él quien nos pide que dejemos nuestra agradable rutina. Desde el punto de vista del Señor, no hay ninguna incertidumbre, porque Él tiene el control de todas las cosas, y nunca dejará de llevar a cabo su buen propósito (Efesios 1:11).

La Biblia nos cuenta de personas que aceptaron riesgos para obedecer al Señor. Una fue Ananías, a quien el Señor envió para ministrar al recién convertido Saulo. Ananías arriesgó su vida para obedecer. Otra fue Pablo, a quien se le dijo que predicara a los judíos el mismo evangelio al que él se había opuesto con tanta violencia. Al concentrarse en Dios, en su carácter y en sus promesas, ambos hombres obedecieron, pese a la incertidumbre, la duda y el temor.

La madurez espiritual es obstaculizada cuando el cristiano rehúsa obedecer a Dios. A veces, eso implica dejar lo que es seguro o habitual. ¿Qué riesgo le está llamando el Señor que acepte? Él jamás le fallará. Dé un paso de obediencia, y observe lo que Él hace para que su fe crezca más.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

IMPARABLE



Números 22:31
“Entonces el Señor abrió los ojos de Balaam, y vio al ángel del Señor que estaba en el camino…”

«De ninguna manera ni por ningún medio, nada ni nadie impedirá que lo haga». A menudo, oigo personas que manifiestan este tipo de actitud cuando tienen una idea o ven una oportunidad que consideran buena y provechosa. Invierten todos sus recursos para lograr el objetivo.

Para probar que esta manera de pensar puede ser errónea, presentaré como testigo una asna que le pertenecía a un hombre llamado Balaam.

Un rey vecino le ofreció a Balaam una tarea rentable, y este le pidió permiso a Dios para aceptarla (Números 22). Cuando Dios le dijo que no, los embajadores del rey mejoraron la oferta. Pensando que el Señor podía cambiar de idea, aquel hombre volvió a preguntarle. Entonces, Dios le permitió que fuera con ellos, pero con ciertas condiciones estrictas. Conocía el corazón de Balaam y no le agradó; por eso, puso a su ángel en el camino. Cuando la asna se negó a seguir avanzando, Balaam se enojó con el animal por impedirle continuar el camino.

La historia de Balaam nos enseña que no hay que vencer todos los obstáculos. Dios coloca algunos para impedir que hagamos cosas insensatas. Cuando algo se interpone en nuestros planes, no debemos suponer que es Satanás el que trata de detenernos. Quizá sea Dios que intenta protegernos. Solo debemos poner en oración nuestros asuntos, pidiéndole al Señor que nos muestre cual es su voluntad.

Dios siempre nos protege; aun cuando no comprendemos que lo necesitamos.

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LEA: Números 22:10-34
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

COMPAÑERISMO CON CRISTO



1 Corintios 10:12
“Así que, el que piensa estar firme, mire no caiga”.

Recuerde la confianza de Pedro y como cayó. Dijo “Si me fuere necesario morir contigo, no te negare”. Pero antes que el gallo cantó, Pedro le negó tres veces. Su confianza se encontraba en sí mismo; en su propia fuerza y determinación. La Biblia dice “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová”, es decir, el que confía en sí mismo.

Pablo dijo, “Yo sé que dentro de mí, es decir, en mi carne, no mora ninguna cosa buena” (Romanos 7:18). ¿Entonces cual es la solución? Compañerismo con Cristo; oraciones en la mañana y devociones, leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia dice: “…Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16).

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

martes, 29 de enero de 2013


LOS BENEFICIOS DE LOS ALIMENTOS DE COLOR BLANCO



Los médicos siempre suelen decir que cuanto más colorido nuestro plato, más nutrientes para nuestra salud. Todo el mundo conoce los beneficios de alimentos rojos, morados o naranjas, pero casi nadie sabe las ventajas de los discretos alimentos blancos, como la coliflor o manzana.

Los alimentos pálidos o blancos, sean los legumbres, vegetales o la pulpa de las frutas, cuentan con propiedades capaces de reducir el desarrollo de enfermedades cardíacas e incluso evitar el accidente cerebrovascular, el ACV. Estos beneficios y muchos otros más se debe a la presencia de sustancias como la flavina, que da el color blanquecino y ofrecen muchos nutrientes.

Dichas sustancias favorecen la renovación celular y ayudan a controlar los niveles de glucosa y triglicéridos en la sangre, previniendo enfermedades vasculares. También encontramos calcio, que baja la presión arterial, además de potasio, fósforo y magnesio que regulan el trabajo del corazón.

La manzana, por ejemplo, reduce los niveles de colesterol y mejora el sistema inmunológico. La coliflor ayuda a bajar la presión arterial y cuenta con buenos índices de fibra. La pera tiene efecto diurético y fibras que auxilian la digestión.

Las endivias reducen el colesterol y elimina los excesos de radicales libres. La fruta del conde también es rica en antioxidantes y ofrece energía extra al organismo. La cebolla consumida cruda, reduce la presión arterial y tiene acción antiinflamatoria.

No te olvides que el color rojo de los alimentos reduce el colesterol, previene el cáncer de próstata y mama. El color naranja combate el cáncer y fortalece las defensas y el morado controla las infecciones, obesidad.


SIEMPRE CONSULTA A TU MEDICO, para que mantengas tu cuerpo sano.

“¿o ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 corintios 6:19).

“…dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él,  sobre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza,  y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno” (Génesis 1:11-12).

“Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer” (Génesis 1:29).

“He aquí Yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad” (Jeremías 33:6),


“Gracia y Paz”
Fuente: Nutrición.pro

SER RESPONSABLE



Romanos 14:12
“Cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”.

Gálatas 6:7
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.

La palabra «responsable» viene del latín «responderé». Entonces, «ser responsable» significa: «hacerse cargo, asumir las consecuencias de sus actos». Una persona responsable reconoce la obligación de cumplir con sus compromisos y, eventualmente, reparar los errores que haya cometido. Ella «asume», como decimos hoy en día.

La responsabilidad está ligada a la libertad y a la dignidad humanas. Los hombres han sido creados libres y conscientes de lo que hacen. Una de las paradojas de nuestra sociedad es que a menudo reivindicamos en voz alta y con fuerza nuestra libertad, y al mismo tiempo adoptamos actitudes cada vez más irresponsables.

Somos responsables ante nuestros allegados y ante la sociedad, pero primeramente lo somos ante el Autor de nuestra vida, Dios mismo. Cada uno de nosotros dará cuentas a Dios por todo lo que haya hecho en su vida, y especialmente por su actitud respecto a Jesús y a la obra que cumplió en la cruz.

Dios lo envió para que fuese nuestro Salvador. Jesús aceptó el juicio divino contra nuestros pecados. Tomó la responsabilidad que nosotros no podíamos asumir. Ahora todos somos responsables de aceptarlo como Salvador y Señor. Entonces, al creer en él, apoyándonos en su gracia, podemos asumir nuestras responsabilidades en todos los ámbitos.

“Gracia y paz”
La Buena Semilla

SIN SANTIDAD NADIE VERÁ AL SEÑOR



Mateo 28:19-20
“Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15. También nuestro Señor dijo: “Id y haced discípulos (doctrinad)…Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…”

El Señor ordena a predicar y adoctrinar, son dos cosas fundamentalísimas, que se complementan la una con la otra. Predicar sin doctrinar, es sembrar sin poder cosechar; doctrinar sin predicar es querer cosechar sin sembrar. Dios ha puesto sobre nosotros una carga muy grande por las almas que nunca han escuchado el Evangelio, pero también nos ha cargado, por las almas que continuamente escuchan el Evangelio.

Es muy doloroso que las almas se pierdan, sin nunca haber escuchado el Evangelio. Pero es mucho más doloroso que las almas se pierdan escuchando todos los días el Evangelio. Es muy triste perder el alma en la selva, pero es mucho más triste perder el alma en la Iglesia. Es mejor ser un pagano en la selva, que ser un mundano en la Iglesia. Es terrible ser frío y perderse en la selva, pero es mucho más terrible ser tibio y perderse en la Iglesia.

De ahí la responsabilidad de la Iglesia de no solamente predicar y evangelizar, sino también de adoctrinar y enseñar. Nosotros siempre hemos hecho ambas cosas, por eso este mensaje en esta ocasión trata sobre LA SANTIDAD.

El significado primario de la palabra santidad es separación o dedicación para vivir para Dios y para servirle. Si la demanda divina de santidad o separación incluye la casa templo, el mobiliario, los utensilios, todo lo utilizado en rendir culto a Dios tiene que ser separado exclusivamente para Dios, mucho más se refiere a nosotros como hijos de Dios, todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo.

La Palabra de Dios enseña enfáticamente que SIN SANTIDAD, NADIE VERÁ AL SEÑOR.

“Seguid… la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).

En Lucas 1:75 dice que este Evangelio es “en santidad y en justicia”.

En 1 Pedro 1:15-16, dice: “Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”.

En 2 Corintios 7:1, dice: “Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”.

En Efesios 4:24 se nos ordena diciendo: “Vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.

En Tito 2:12, nos dice: “Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente”.

El Salmo 24:3 y 4, dice: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño”.

En Mateo 5:8, dice: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”.

En 1 Juan 2:15-17, dice: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.

En 1 Timoteo 2:8-10 dice: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”.

1 Pedro 3:5: “Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios”.

Hoy día hay mucha gente en las iglesias que dicen ser salvos, pero viven, actúan y visten como lo hace el mundo. Dicen ser cristianos pero viven y visten como mundanos y hasta como paganos. A los tales les preocupa más estar a la moda, que estar en santidad. No siguen los dictados de la Biblia, sino los dictados de Hollywood y de París. No se puede establecer la diferencia entre los tales y los inconversos y paganos. No solo se contaminan ellos mismos, sino que también contaminan la casa de Dios pues asisten a la misma, vestidos indecorosamente. Refiriéndose a la casa de Dios dice el Salmo 93:5, como sigue: “La santidad conviene a tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre”.

Muchos dicen que Dios no se fija en lo exterior, pero estas citas bíblicas que hemos leído se refieren o incluyen lo exterior. Muchos dicen que Dios lo que mira es lo interior, pero al mirar lo interior, ya ha tenido que mirar lo exterior.

La santidad tiene precisamente dos aspectos: El interno y el externo; esto es, el aspecto del corazón y el aspecto de la conducta exterior. Uno tiene que ver con los motivos, el otro con las acciones. La santidad interna es un estado de pureza obrado por el Espíritu de Dios. La santidad externa es una vida de justicia y devoción a los más elevados ideales del Evangelio. La verdadera santidad interna siempre se manifestará externamente, manteniendo normas altas de conducta conforme a la Palabra de Dios, y por consiguiente diferentes a las del mundo. El creyente santificado, será diferente tanto interior como exteriormente.

La Biblia claramente enseña como debemos andar. En 1 Juan 2:6, dice:“El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo”. El Apóstol Pablo dice en  Efesios 4:17, como sigue: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente…” sino que andéis como fuisteis llamados.

La Biblia claramente enseña como debemos conversar. En 1 Pedro 1:15, dice: “Como aquel que os ha llamado es santo, sed también vosotros santos en toda conversación” (versión Reina Valera 1602).

La Biblia claramente enseña como debemos vestir. En 1 Timoteo 2:9 y 10, leemos: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia… como corresponde a mujeres que profesan piedad”. Esto también se aplica para los hombres para no vestir ropas ridículas.

Dios nos ha llamado a pureza y a santidad. Dice en 1 Tesalonicenses 4:7 “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación”.

Nosotros tenemos que seguir el llamado de Dios, los dictados de la Biblia, y no el llamado del mundo y los dictados de modas indecorosas. El camino al cielo, es camino de santidad. En Isaías 35:8 dice: “Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él...” Dios es santo y el camino que conduce a Él, es Camino de Santidad, PORQUE SIN SANTIDAD NADIE VERÁ AL SEÑOR.

Causa dolor ver la condición de tantos creyentes, iglesias y denominaciones llenos del mundo; completamente mundanos, viviendo, actuando, hablando, vistiendo como el mundo, amando al mundo y las cosas del mundo; ellos reclaman que son cristianos, reclaman que irán al cielo, piensan que Dios no interviene en lo exterior, pero leamos la severa amonestación del apóstol Santiago que dijo: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4).

Causa mucho dolor, que aflige el corazón y muchos naufragan en la fe, cuando ven a notorios predicadores, que son adúlteros, fornicarios, o divorciándose y recasandose repetidas veces con una facilidad espantosa. O engañadores, cuyo dios es el vientre, aprovechándose de la buena fe de los creyentes.

Una razón por la cual el mundo no ha sido evangelizado, es precisamente por los malos testimonios, la mundanalidad, y la falta de santidad en individuos e iglesias. Con razón el apóstol Pedro afirma: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las verdades de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9). Quiere decir, que para poder anunciar con efectividad las virtudes del Evangelio, tenemos que ser gente santa.

En el Antiguo Testamento, cuando un sacerdote manchaba, o deshonraba su ministerio con adulterio, fornicación o idolatría, Dios los excluía, los eliminaba del ministerio, y lo más que Dios les permitía, después que se arrepentían, era ser porteros en el templo. Y hoy día, si tantos adúlteros y fornicarios que manchan y deshonran el ministerio y los púlpitos, salieran del ministerio y se arrepintieran, ¡cuantos porteros habría!

Hermano, hermana, si Ud. encuentra que en su vida hay cosas, conversaciones, vocabulario, modas, costumbres, maneras de vivir que no son santas, que no agradan a Dios, es mejor que usted se humille en la presencia de Dios, le pida perdón y le prometa abandonar tales cosas para entrar plenamente en el Camino de Santidad, porque SIN SANTIDAD, NADIE VERÁ AL SEÑOR.

Amados, yo he cumplido con mi responsabilidad de predicar y de adoctrinar, usted asuma la responsabilidad de escuchar y obedecer. Le invito a obedecer. Dios les bendice!!!

“Gracia y Paz”
Aprendiendo la Sana Doctrina

¿CONOCES TÚ AL VERDADERO JESÚS?



Mateo 1:18-25
“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús”.

La gente tiene muchas ideas diferentes acerca de quién es Jesús, pero no son muchos los que realmente le conocen. Como cristianos, tenemos muy buenas razones para creer que Jesús no fue un simple profeta o un carismático predicador, como algunos dicen. Jesús es el Salvador prometido por Dios. Primeramente porque en él se cumplieron cientos de profecías del Antiguo Testamento. Por ejemplo, siglos antes de que Jesucristo naciera, el profeta Isaías anunció su nacimiento virginal: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14). Del cumplimiento de esta profecía nos habla el pasaje de hoy.

En Miqueas 5:2 el profeta Miqueas reveló el lugar exacto donde él nacería: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel”. Pasaron varios siglos, y esta profecía se cumplió cuando el ángel del Señor proclamó a los pastores: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10-11).

Vemos también en Ezequiel 34 que Dios muestra su descontento con la forma en que los pastores trataban a su pueblo, a quienes él llama “mis ovejas”, y por medio del profeta declara: “He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré” (Ezequiel 34:11). Siglos mas tarde, Jesús declaró en Juan capítulo 10: “Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas”. Más adelante afirma: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna” (Juan 10:27-28). Sin duda una prueba irrefutable de la declaración de Jesús en Juan 10:30: “Yo y el Padre uno somos”.

Muchas otras profecías referentes a nuestro Señor Jesucristo se han cumplido a través de los siglos. Pero además su vida en este mundo, limpia totalmente de pecados, su ministerio y todos sus milagros muestran de manera incuestionable que Jesús es el único y verdadero Hijo de Dios y nuestro prometido Salvador. Dondequiera que Jesús fue predicó la verdad y enseñó acerca del reino de Dios. Siempre mostró a todos su amor y consoló a los que sufrían, sanó los enfermos, y hasta levantó a algunos de los muertos.

Sin embargo, el más importante de todos sus logros fue reconciliarnos con el Padre y darnos la vida eterna a través de su muerte en la cruz y posterior resurrección. Jesús dejó su gloria y vino a este mundo con el fin de darse a sí mismo como expiación por nuestros pecados, y para revelarnos al Padre de manera que nosotros pudiésemos tener una relación personal con él.

Tu futuro eterno depende de lo que tú creas acerca de Jesús. Piensa por un momento: A través de aquel nacimiento milagroso en Belén vino el Mesías que proveyó el medio para que tú puedas pasar la eternidad en el cielo junto al Padre. Él es más maravilloso de lo que podríamos describir con simples palabras. Él es la promesa de Dios para nosotros, y cuando creemos en él, viene a morar en nosotros para siempre, y nos da vida eterna. ¿De verdad conoces tú al verdadero Jesús?

ORACIÓN:
Padre santo, gracias por tu precioso plan de salvación, que comenzó con el nacimiento de Jesús y terminó con su muerte y su resurrección. Capacítame para conocer íntimamente a tu Hijo amado y así poder disfrutar plenamente de tus bendiciones. En el nombre de Cristo Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

LA FIDELIDAD DE CRISTO



Juan 9:4
“Conviéneme obrar las obrar del que me envió, entre tanto que el día dura: la noche viene, cuando nadie puede obrar”.

Cuando Jesús vino a este mundo, traía tareas especificas que El Padre le había preparado. Él sabía la obra que tenia delante, y sabía que el tiempo era limitado para cumplir con ello. Si se demoraba, no podría hacer todas las cosas que El Padre le había apuntado, pero cuando se acerco el fin, Él podía decir en su oración al Padre:  “Te he glorificado en la tierra, he terminado la obra que me diste” (Juan 17:4).

¡Precioso Jesús, tú fuiste fiel en todo, hasta la muerte cruel en la cruz!

Asimismo debemos seguir el plan que Dios tiene para cada uno de nosotros; ¿Y de ello, que tanto has hecho? ¿Qué no has hecho? ¿qué te falta para hacer? Ya vemos las sombras que nos dicen que se acerca la noche. En este mundo somos como viajeros en un tren, mirando por la ventanilla las escenas que van pasando tan rápido. solo tienes una vida. ¿Qué estas haciendo con ella?

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

PARA BAJAR DE PESO NO TE QUEDA OTRA QUE PRACTICAR ESTAS PALABRAS !!!



Estas palabras que comienzan con P pueden orientarlo para llevar adelante un cambio en su estilo de vida, ¡si usted se lo propone!

* Paciencia
La naturaleza es lenta, los cambios se instalan de a poco. Pasar de la lactancia materna a una alimentación variada puede llevarle a un niño por lo menos un año. Si usted estuvo meses, años o toda la vida comiendo y moviéndose de un modo “engordante”, el reemplazo de este hábito requiere de mucha paciencia y práctica.

* Participación
Comprometerse con otras personas suele fortalecer el cambio. Participar de un grupo de autoayuda puede ser una excelente opción.

* Perdurable
Cualquier dieta se puede sostener durante un par de semanas. Hasta la más extravagante. Pero, ¿usted quiere resolver su problema de una manera duradera? ¿Es este otro noviazgo corto con la dieta o está decidido a comprometerse con un hábito de vida saludable?

* Personal
Su plan de alimentación y movimiento se irá armando de a poco. Usted combinará de una manera personal e intransferible las sugerencias que recibe de su nutricionista, su médico o los coordinadores y participantes del grupo para bajar de peso. Lo que es conveniente para otra persona no necesariamente lo es para usted.

* Plan B
Si de una manera no funciona, pase a otra. Tenga siempre a mano una alternativa para cuando algo falle. Sea perspicaz, creativo, anímese a ir probando.

* Peso
Un plan sirve sólo si el resultado a largo plazo se ve en la balanza. Para notar mejor los cambios, además de pesarse semanalmente, complete la Curva de Peso. Ese gráfico le permitirá registrar hasta esos inocentes doscientos gramos que sube de una semana a otra y que pueden frustrarlo a fin de mes. O, al contrario, alegrarse por esos trescientos que baja, lenta pero sostenidamente. Ver estas variaciones a tiempo permite hacer ajustes, lo cual aumenta las posibilidades de éxito.

* Planificar
El desorden muchas veces es simplemente un orden puesto al servicio de comer de manera engordante. Debemos reordenar: ordenar de una manera diferente. Es conveniente planificar la compra, el transporte, el almacenamiento, la preparación, el servicio, la ingesta, el desecho, el acto de comer afuera, las fiestas y las vacaciones. Todo debe contemplarse para no autoengañarse. Vea Precaución.

* Practicidad
Debe ser fácil y práctico. Si la primera vez se enganchó en un plan complicado, puede adjudicarlo a su calidad de novato... La segunda vez, también. Pero después de varios fracasos con dietas difíciles de llevar a la práctica conviene preguntarse si no hay un pequeño deseo, más o menos inconciente, de que nada cambie... La practicidad es clave a la hora de evitar excusas, tanto en la comida como en el movimiento.

* Práctica, práctica, práctica…
Tenemos la neuroplasticidad positiva a nuestro favor: la capacidad de hacer conexiones neuronales nuevas que nos permitan respuestas convenientes a nuestro objetivo de bajar de peso y mantener los logros. En este camino de reemplazar hábitos viejos, la repetición es fundamental. Insistir en los cambios una y otra vez es lo que asegura, trabajo mediante, la incorporación de conductas saludables.

* Precaución
La comida está siempre presente en la vida. No se engañe con los "imprevistos". Planifique y manténgase alerta: las viejas respuestas están al acecho, esperando la oportunidad para manifestarse nuevamente.

* Paladar
Quizás debe cambiar la frecuencia en que come, o achicar la porción, o modificar la receta para bajar un poco el contenido de grasa o azúcar. Pero siempre respetando su paladar. Si no lo hace tendrá más probabilidades de abandonar pronto su plan para adelgazar y su entrenamiento en el cambio de hábitos, que deben durar para toda la vida. Vea Placer.

* Parecido
Lo que usted come debe ser lo más parecido posible a lo que come su familia y el entorno que lo rodea. Es posible hacer algo raro durante un tiempo corto. Por ejemplo, llevarse la vianda a un casamiento. Será el héroe de la fiesta. Pero, ¿cuánto le puede durar esta estretegia? En cambio, practica la moderación, verá que haciendo una colación antes de una reunión para no llegar con hambre, buscando otras distracciones lejos de la comida (baile, charla con amigos), sirviéndose lo que va a comer en un plato tamaño postre podrá hacer lo mismo que el resto de los invitados. Y sostener su plan sin esfuerzo y sin que nadie lo note.

* Partida
Cuantas más veces coma durante el día, más se activará su metabolismo y tendrá menos apetito. En cambio, comer pocas veces facilita que la comida se asimile con mayor facilidad.

* Pausada
Ayuda mucho comer masticando bien los alimentos. La sensación de saciedad no sólo se produce por la cantidad de comida que comemos. La orden de parar de comer tarda un tiempo en llegar al cerebro. Entonces, cuanto más rápido coma, más habrá ingerido cuando llegue la hora de detenerse, y se habrá llenado de calorías innecesarias.

* Permisos
Este es el nombre erróneo que se le suele dar a una comida rica y engordante. ¿Quién se lo da o se lo quita? Nadie más que usted puede hacerlo. ¿Por qué el nombre es erróneo? Porque es mejor sacarle la sensación de excepcionalidad, ya la comida rica debe formar parte de su plan. ¿Cómo regularse? Eso depende del momento que usted esté transitando: si está fuerte y desea bajar más rápido, quizás puede hacer su plan más estricto. En cambio, si atraviesa un momento de “energías dietéticas bajas”, le conviene concentrarse en mantener el orden y la distribución de las comidas, darse más gustos (así preferimos llamarlo) y aceptar que adelgazará un poco más lento hasta que recobre otro ritmo. Esta es la realidad del tratamiento: variar, alternando las exigencias con usted mismo/a. ¿Quién decide? Sólo usted.

* Placer
Comer es un placer que se puede tener varias veces por día. Si usted se priva de él, no logrará que el plan sea perdurable. ¿Recuerda los Permisos?

* Pluralidad
La comida debe ser variada, tanto para obtener los nutrientes indispensables para mantenerse sano como para evitar el aburrimiento. Ponga ingenio a la hora de pensar qué va a comer. Usted puede comer rico y a la vez sano. Hay muchas preparaciones deliciosas no engordantes que pueden ser prácticas y ayudarlo a dar variedad y color a su comida.

* Porciones
Todo es diet si se cuida la porción... y viceversa: todo puede engordar si se exagera (salvo, por ejemplo, las gaseosas o la gelatina light, que contienen poquísimas calorías). Hay mucha gente que se las arregla para engordar comiendo alimentos light. Usted puede ser flexible en la porción, en la calidad del alimento, o en la grasa /azúcares que aporta. Pero si descuida todas estas cosas no está siendo flexible sino permisivo. Por ejemplo, comer una fuente de ensalada es flexibilidad con la porción; comer un alfajor lo es con la grasa (Un alfajor es una golosina tradicional de Argentina, chile y otros países de Iberoamérica, compuesto por dos galletas unidas por un relleno dulce y generalmente bañadas en chocolate o glaseado. El relleno suele ser de dulces de frutas, dulce de leche o mousse de chocolate). Para un obeso de 200 kilos, 6 empanadas puede ser flexibilidad; pero para uno de 80 es casi un atracón. Si elige de postre 2 bolas de helado, es flexible con el azúcar y la grasa… si come ½ kilo está siendo permisivo.

Le propongo reflexionar sobre estas palabras antes de pensar en conquistar un peso sano. Aunque hay muchas más que pueden ser útiles para iniciar un cambio en su estilo de vida, éstas son disparadores para pensar en aspectos que conforman el acto de comer, y pueden ayudarlo a mantener su descenso de peso para siempre... ¡disfrutando de sus logros mientras adelgaza!


SIEMPRE CONSULTA A TU MEDICO, para que mantengas tu cuerpo sano.

“Gracia y Paz”
Fuente: Fundación Alco

SI CREES QUE AMAS A TU PAREJA MIRA ESTE VIDEO



Historia de amor de Ian y Larissa

Los designios de Dios para el matrimonio en la Biblia pintan al esposo amando a su mujer del modo que Cristo ama a su pueblo, y a la esposa respondiendo a su esposo de la manera que el pueblo de Cristo debe responderle a Él. Este cuadro estaba en la mente de Dios cuando envió a Cristo al mundo. Él vino por su esposa y murió por ella para mostrarnos la manera en que el matrimonio debe ser.

La increíble y conmovedora historia de amor de Ian y Larissa ilustra que la idea divina para el matrimonio es demostrar el amor que conserva el pacto entre Cristo y su Iglesia. Presta especial atención a las palabras que los novios solicitan que sean leídas en su boda.

(Dale Click a este link para ver el video)


“Esta clase de amor es posible porque Cristo murió tanto por el marido como por la mujer. Sus pecados son perdonados. Ninguno necesita hacer que el otro sufra por los pecados. Cristo ha llevado ese sufrimiento. Ahora como dos personas pecadoras y perdonadas podemos devolver bien por mal”. John Piper


“Gracia y Paz”
Noviazgo y Matrimonio

sábado, 26 de enero de 2013

HISTORIAS DE VIDA



2 Corintios 3:3
“… sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo…”

Cuando era niño, me encantaba que mi mamá me leyera cuentos. Me sentaba sobre sus rodillas y escuchaba cada palabra. Mientras ella leía, yo examinaba los detalles de cada dibujo y esperaba con ansias oír lo que diría la página siguiente.

¿Alguna vez has pensado que nuestra vida narra una historia? En cada situación (buena, mala o indiferente), aquellos que nos rodean están observando y escuchando lo que les relatamos. Nuestra historia no solo se comunica con palabras, sino también mediante la actitud y las reacciones frente a los golpes y las bendiciones de la vida. Nuestros hijos, nietos, cónyuges, vecinos y compañeros de trabajo observan la historia que les narramos.

Pablo nos recuerda que, como seguidores de Cristo, nuestras vidas son como cartas «conocidas y leídas por todos los hombres; […] carta de Cristo […] escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo» (2 Corintios 3:2-3).

En la carta de nuestra vida ¿qué historia leen aquellos que nos ven de cerca? ¿Relatos de perdón, compasión, generosidad, paciencia, amor?

Si experimentas el gozo de una vida llena de gracia por el Espíritu Santo que mora en ti, ¡disfruta de ser uno de los grandes narradores divinos de historias!

Reflexión: Cuéntale al mundo con tu vida la historia del amor y la misericordia de Cristo.

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LEA: 2 Corintios 3:1-11
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

LA MINA TERRESTRE DEL TEMOR



Isaías 41:10-13
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”.

Los seres humanos tenemos razones legítimas para tener miedos, pues nuestro mundo tiene muchos peligros. Pero, aunque nuestras circunstancias sean amedrentadoras, los cristianos no debemos vivir con temor. Pues las maravillosas promesas de Dios nos permiten vivir sosegadamente en medio de lo que nos rodea.

Para nuestra protección, Dios ha infundido en nosotros algunos temores naturales, propios de nuestro instinto de preservación, como el miedo a las serpientes o las aguas profundas. Además, el Creador nos dio también un sistema de advertencia para que reaccionemos con rapidez ante el peligro. Por ejemplo, si un automóvil viene a alta velocidad hacia nosotros, una reacción instantánea de alarma puede salvarnos la vida.

En otras palabras, algunos temores nos protegen. Pero el miedo constante y absorbente es dañino. Si bien, nos preocupamos por los riesgos que pudiéramos enfrentar o nuestros seres queridos, debemos confiar en Dios, en lugar de sentir angustia por todo lo malo que podría ocurrir.

A medida que crece la ansiedad, aumenta también la incertidumbre, hasta que ésta obstaculiza nuestra relación con Dios. Los temores son resultados de nuestras dudas en cuanto al auxilio del Señor. Eso hace que centremos nuestra atención en nuestras preocupaciones, en vez de Aquel que ha prometido sostenernos en su mano.

El Señor nos brinda fortaleza porque sabe cómo puede atormentarnos el temor. No permita que las preocupaciones le cieguen a sus promesas y le priven de la ayuda que Él siempre pone a nuestra disposición. La Biblia nos recuerda: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria