jueves, 7 de julio de 2016

¿SABES CÓMO ES LA ORACIÓN DE SANIDAD?



Santiago 5:14-16
“¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”.

En esta escritura, Dios nos presenta el tema de la oración por los enfermos y nos revela criterios prácticos de cómo debemos de actuar cada vez que experimentemos la enfermedad. Veamos estos principios:


ORAR A DIOS. Cuando estemos enfermos hay que orar a Dios para pedir que nos sane. Los cristianos tenemos la expectativa de ser sanados; nosotros reconocemos que Dios es sanador (Éxodo 15:26), por eso recurrimos a Él en oración con la esperanza de ser curados. La sanidad es algo que esperamos, sin embargo eso no significa que necesariamente siempre recibiremos esa gracia. Sanar no siempre es la voluntad de Dios, por ejemplo Pablo, Trófimo y Timoteo no fueron sanados (2 Corintios 12:7-10; 2 Timoteo 4:20; 1 Timoteo 5:23). La sanidad no es algo que podemos exigir; en Filipenses 2:27 la sanidad es presentada como una misericordia, no como algo que tenemos siempre derecho a esperar. Oremos suplicando la gracia de ser curados, pero también estemos dispuestos a aceptar la voluntad de Dios, cualquiera que sea.


PEDIR ORACIÓN DE INTERCESIÓN. Pedimos a otros hermanos que oren por nuestra sanidad. Los cristianos vivimos en comunidad y buscamos apoyo cuando lo necesitamos, y creemos que Dios va a bendecirnos a través de ellos. Jesús nos dice que la oración comunitaria tiene poder, la acción de Dios se multiplica en la intercesión unos por otros (Mateo 18:19-20).


El Apóstol Santiago nos dice también que hay que pedir a los ancianos de la iglesia que oren por nosotros. Los ancianos de la iglesia (presbíteros en griego) son los hermanos mayores, los guías espirituales, los ministros de la iglesia. Ellos guían y representan la comunidad, son instrumentos poderosos en la mano de Dios. Que importante es ver también a los ministros de la iglesia como medios que Dios puede usar para bendecirnos. 


DEBEMOS TENER PERFECTAMENTE CLARO QUE EL QUE SANA ES DIOS. La oración de sanidad se debe de hacer en el nombre de Jesús. Esto se hace así para que quede claro que el que sana es Jesús, no el que ora o impone las manos, tampoco es producido por el aceite o la imposición de manos, sino por Jesús, únicamente por Jesús, nuestro Redentor y Salvador.


Muchos confían más en la persona que ora por la sanidad que en Jesús, el autor de la sanidad. Debemos ser muy cuidadosos con esto, pues generalmente se produce un equivocado protagonismo de estas personas, quienes por lo regular alimentan el orgullo y el error en ellos, y, consecuentemente, terminan convirtiéndose en manipuladores, estafadores o sectarios. En toda sanidad la gloria debe ser siempre para Dios, los instrumentos humanos debemos de pasar siempre desapercibidos, manteniendo un perfil bajo y buscando incluso el anonimato. 

Hago hincapié en el error de atribuir la sanidad a los signos usados, ya sea el aceite o las manos, como si estos elementos contuvieran algún tipo de “magia” o poder divino. Esto no es así, el poder sanador viene siempre de Dios (si es su voluntad), el signo solo representa ese poder. Hay grupos religiosos y sectas orientales que atribuyen a las manos cierta capacidad de transmitir energía sanadora, pero no es así. Como nosotros entendemos la imposición de las manos… significa sólo un signo de sanidad, y el poder sanador no fluye a través de ellas sino por una intervención directa de Dios sobre el cuerpo enfermo de la persona. No son las manos las que nos sanan, ni el aceite, sino solo Dios.

LA ORACIÓN DE SANIDAD NO ANULA EL USO DE LA MEDICINA. Como ya se mencionó, el aceite es el signo de la presencia del Espíritu y de su acción sanadora en nosotros, es así como se establece en las sagradas Escrituras; es por esa razón que se sigue usando hasta hoy en día como un signo de sanidad. De igual manera, según la Biblia, hay otra forma de entender el uso del aceite, ya que se usaba también en aquellos tiempos como medicina (Isaías 1:6; Jeremías 8:22; Lucas 10:34), servía para refrescar la piel cuando alguien se exponía permanentemente al sol del desierto o para limpiar las heridas. Por el uso medicinal que se le daba al aceite, debemos de entender aquí que la oración por los enfermos puede y debe de ir acompañada de la medicina y del tratamiento médico, pues lo uno no sustituye a lo otro.


El uso de la medicina y de los médicos son recomendados en la Biblia, por ejemplo: Pablo pidió a Timoteo que tome vino para curarse (1 Timoteo 5:23) -en esa época se usaba esta bebida como medicina; Jesús dijo explícitamente, en Mateo 9:23, que los enfermos necesitan de médico; Pablo se refiere a Lucas como “el médico amado” (Colosenses 4:14), lo cual evidencia que los cristianos valoraban a Lucas no solo por su fe sino por su labor de médico. Dios usa a los doctores y a la medicina como medios para sanar. Como dijo Paré, el famoso cirujano francés: “El médico limpia y venda las heridas, Dios la sana”. Tengamos cuidado de no caer en el fanatismo de creer que solo debemos de orar para ser sanados, que consultar a un médico o tomar medicamentos contradice o debilita la fe, todo lo contrario, debemos de ver a la medicina como un instrumento en la mano de Dios a favor de nuestra salud.


ORACIÓN DE SANIDAD CON FE. La primera condición para que la oración por los enfermos sea eficaz es que se haga con fe. Creer es fundamental en la oración; Jesús pedía fe a todos los que buscaban ser sanados (Mateo 8:13; 9:28-29).

¿Por qué es importante la fe? Porque permite que el individuo sea capaz de recibir la gracia de Dios, recuerda que Dios no impone su gracia, es necesario que cada uno sea capaz de recibirla, y para ello se necesita creer. La fe abre la puerta de nuestro corazón a las bendiciones de Dios, por lo tanto es necesario motivarla y fortalecerla.

La Palabra de Dios es un medio poderoso para fortalecer nuestra fe (Romanos 10:17). En la Biblia encontramos promesas que estimulan nuestra fe y de esa manera, sabiendo lo que Dios nos ha dado, con libertad y seguridad podemos pedir a Dios su bendición. Recuerda: “La ignorancia de la Palabra de Dios es el peor enemigo de la fe”. 


ORACIÓN DE SANIDAD CONFESANDO NUESTROS PECADOS. La segunda condición para recibir sanidad es la confesión de los pecados, no necesariamente porque la enfermedad se haya originado directamente por el pecado. En algunos casos las enfermedades se originan por una forma de vivir desordenada y sucia, sin embargo este no es el motivo principal por el cual se adquiere la enfermedad.

La enfermedad se produce por un deterioro natural de nuestro cuerpo, como consecuencia de nuestra debilidad y flaqueza humana, claro está, esta condición se deriva del pecado de Adán y Eva (pecado original) pero no necesariamente de nuestros pecados personales. 


¿Entonces porque debemos de confesar pecados? Porque esto nos hace aptos para recibir la gracia de Dios y nos vuelve recipientes dispuestos y preparados para que Dios actúe, según su voluntad. 


Recuerda, no es solo la sanidad del cuerpo lo que Dios quiere darnos, es la sanidad integral: cuerpo, alma y mente, por eso es vital primero limpiar nuestros corazones del mal, para que Dios nos sane en todas estas dimensiones.




“Gracia y Paz”

1 Tesalonicenses 4:15-17


¿SIENTES TU CORAZÓN ENDURECIDO?



¿Sientes que ha disminuido tu pasión por el Señor? ¿Notas que no hay el mismo fervor en tu corazón por las cosas de Dios? ¿No sientes deseos de orar o de leer la Palabra de Dios? ¡Mucho cuidado con esa tendencia hacia el endurecimiento y la indiferencia espiritual! Inmediatamente arrodíllate, y pide al Señor que renueve en ti el fuego de su Espíritu, y que su paz y su gozo te inunden. Y hazte el propósito de tener un tiempo diario en el que leas la Biblia, y medites en ella, y te unas en espíritu de oración a tu Padre celestial.

Hebreos 3:12-13 
“Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo. Antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice Hoy; porque ninguno de vosotros se endurezca con engaño de pecado”.

ORACIÓN:
Bendito Señor y Dios mío, te ruego que cuides mi corazón, y no permitas que se endurezca ni se vuelva insensible a la voz de tu Espíritu. Ayúdame a permanecer cerca de ti cada día de mi vida, adorándote, obedeciéndote y sirviéndote como tú mereces. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

1 Juan 4:20