Éxodo 32:26.
“Se puso Moisés a la puerta del
campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con
él todos los hijos de Leví”
Cuando hablamos de “júntense”,
esta se define como la reunión de varias personas, vendría a ser la unión de
dos o más personas. La palabra juntarse viene de unir, reunir, enlazar,
acercar, o sea no quedarnos en la distancia, sino dar unos pasos y acercarnos;
viene de acoplar, de agrupar, de amontonar, es decir vamos a hablar de la
unidad, vamos de hablar de estar juntos.
Abraham fue llamado por Dios y
tuvo que renunciar a su tierra y a su parentela. Dios llamó a Abraham para que
se juntase; pero primero para que renunciase a sus seres queridos. Después Dios
trató con Isaac, después con Jacob. José fue quien traslado toda su familia a
Egipto. Luego al pasar el tiempo el pueblo de Israel fue esclavo por unos 430
años, pero el pueblo de Israel se junto para pedir libertad, y para ser libre
lo único que hay que hacer es clamar a Dios; y para esto Dios llamó a Moisés,
quien empezó a juntarlos, para llevarlos a la tierra que fluye leche y miel.
Este pueblo por no permanecer
juntos, porque tuvo dudas, surgiendo la incredulidad; y esto los llevó a la
idolatría. Dios le había dado a este pueblo una fuerza especial, juntos
soportaron las diez plagas, juntos
disfrutaron de la pascua y juntos cruzaron el Mar Rojo. Dios los alimentó, aun
la ropa y los calzados ni se desgastaron, porque cuando estaban juntos Dios los
cuidó. Juntos vieron la gloria de Dios y conocieron a Jehová su proveedor, y juntos
llegaron al monte Sinaí.
Moisés subió a la cima del monte
Sinaí, Josué se quedó cerca, y abajo en la llanura estaba Aarón con el pueblo; y
“viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces
a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros;
porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos
qué le haya acontecido” (Éxodo 32:1). En medio de todas las bendiciones,
entonces surgió la separación, ya no estaban juntos. Aarón estaba abajo, no
había subido al monte; ese es el peligro de los que no suben y se quedan
siempre abajo, que toman malas decisiones, por eso nosotros debemos estar
buscando las alturas, debemos estar escalando peldaños, tenemos que estar
siempre subiendo, aquí no se puede bajar, aquí no se puede estar en la llanura,
aquí Dios nos ha llamado a subir el monte y veremos como Dios nos respaldará.
Llegó entonces el momento que
Aarón se separó e hizo el becerro de oro que el pueblo le pidió. Los que están
arriba, mientras están haciendo la obra de Dios, mientras están yendo para
otros países, no faltarán los que están abajo que quieran dividirse o crear
división a la obra. Entonces el pueblo se volvió a la Idolatría y vino la
murmuración. “¡Ay de ellos! porque se apartaron de mí; destrucción vendrá sobre
ellos, porque contra mí se rebelaron; yo los redimí, y ellos hablaron mentiras
contra mí” Oseas 7:13. ¡Ay de ellos! Porque se han apartado y están lazando
lodo y todo mal, hablando mentira, ellos estaban hablando mal de uno de los
Siervos de Dios, de la obra de Dios, están hablando mal del Señor, lo están
haciendo contra el Dios Todopoderoso.
Moisés estaba en las alturas,
ellos estaban en las faldas del monte Sinaí. Los Israelitas al ver que Moisés
demoraba, le pidieron a Aarón que le hicieran dioses que les pudieran guiar,
creyeron que Moisés se había olvidado del pueblo. Aarón aceptó y pidió a este
pueblo sus ornamentos para hacer el becerro de fundición. Mientras Moisés
estaba en la cima ellos tenían fiesta, tenían orgia, había idolatría. “Entonces
Jehová dijo a Moisés: Anda desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra
de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé;
se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido
sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la
tierra de Egipto” Éxodo 32:7-8.
La gloria que era de Dios se la
dieron para el becerro de fundición. “Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a
este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. Ahora, pues, déjame que
se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande. Entonces
Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se
encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con
gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo:
Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz
de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra
tu pueblo” Éxodo 32:9-12.
Moisés trató de detener la ira de
Dios. “Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel sus siervos, a los cuales has
jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como
las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que
he hablado, y la tomarán por heredad para siempre. Entonces Jehová se
arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo” Éxodo 32:13-14.
Moisés desciende del monte, con
las tablas en sus manos. “Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba,
dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. Y él respondió: No es voz
de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo”
Éxodo 32:17-18.
“Y aconteció que cuando él llegó
al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó
las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. Y tomó el becerro que
habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que
esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel” Éxodo
32:19-20. Cuando Moisés ya estaba bajando del monte Sinaí, entonces ve el
becerro de oro y a los que están danzando, que están adorando el becerro de
oro, Moisés llevaba las tablas, arrojó las tablas y viendo Moisés lo que hizo
Aarón que los dividió en la idolatría, Moisés vio la división y dijo: ¡Aquí yo
no me voy a poner hacer ninguna cosa, no, aquí hay que hacer un alto, aquí hay
una división!
Él se ha dejado dañar por esto,
sí como hay una división y están creando una división, lo que voy hacer es lo
siguiente, dice Moisés, esto es con tranquilidad, esto es con serenidad, con
sabiduría de Dios y con dirección de Dios, entonces es que Moisés habla y dice:
“Se puso Moisés a la puerta del campamento…” Éxodo 32:26. El campamento tenía
una puerta y allí Moisés se colocó, descendió completamente tranquilo, luego de
lanzar las tablas se detuvo frente a la puerta del campamento y dijo: “¿Quién
está por Jehová?” (v. 26). Sencillo, aquí nosotros no necesitamos a nadie que
no esté por Jehová, que no quiere identificarse con nuestro Dios, lo que se
identifica con el diablo, con Satanás, con Lucifer, con los demonios, a esos no
los necesitamos, que se entienda.
“¿Quién está por Jehová?” Esa fue
la pregunta. Inmediatamente les dijo: ¡Júntense los que estén por Jehová! O
sea, vamos a estar juntos, vamos a volver a lo que éramos antes, a la unidad,
vamos a volver a estar juntos, porque separados no podemos hacer la obra. Aquí
necesitamos un cuerpo ministerial que este junto, que este unido, si nosotros
estamos unidos no hay diablo que pueda contra este pueblo, juntos así
amarrados, el Señor nos quiere juntos, ¿quién está por Jehová?, ¡júntese
conmigo!
“¿Quién está por Jehová?” Basta
ya de los hipócritas, basta ya de los traidores, basta ya de los dobles cara, aquí
tenemos que ser de una sola cara, aquí no puede haber traidores, a los de doble
cara los vamos a sacar fuera en el nombre del Señor. Entonces el llamado aquí
es por los que están por Jehová; entonces inmediatamente dice: “Júntense
conmigo”. El bando de Jesús está a un lado, el bando del diablo está al otro
lado; en el bando del Señor hay dominio, hay control, en el lado del Señor hay
sabiduría, en el lado del Señor hay poder.
Salomón vino y se postró al lado
del Señor y se acercó, porque esto es asunto de acercamiento; ¡Me acerco al
Señor, me defino de una vez por todas, o sigo jugando al escondite, a los
disfraces, me pongo esta máscara cuando estoy aquí y me pongo la otra máscara
por allá…! Aquí tenemos que tener la cara que tenemos, aquí no es ponerse ni
quitarse máscaras; nosotros encontramos que en el lado del enemigo está la
soberbia, están los ciegos espirituales, que no ven nada, en el lado de los enemigos
está la difamación, en el lado de los enemigos está la calumnia, en el lado de
los enemigos esta la murmuración, en el lado del enemigo está la mentira, en el
lado del enemigo está el adulterio, en el lado del enemigo está la fornicación,
en el lado del enemigo está todo clase de vicios, está el homosexualismo, está
el lesbianismo, en el lado del enemigo está el pecado.
Ahora dice: “¡Júntense conmigo!” Y
se juntaron toda la tribu de Leví. O sea, hay que juntarse, pero quiénes
empezaron a juntarse: los que empezaron a juntarse fueron los pastores, la
tribu de Leví. ¿Dónde están los pastores que quieran juntarse?, es hora de
juntarnos, si están junto con Él no importa lo que está hablando el diablo, no
importa la murmuración ni la mentira, no importa, lo ponemos bajo la planta de
nuestros pies, porque no tiene parte ni suerte con ninguno de nosotros, somos
sus hijos, somos sus Siervos y hay que respetar los hombres y las mujeres de
Dios. Lo primero era separación; la gente que está hablando mal de esta obra,
no merece ser nuestros amigos, vamos a comprometernos con Dios, a cortar toda
comunicación con el otro bando, ese bando de Satanás, ese bando es del enemigo
y nosotros necesitamos el bando del Señor, júntense; lo primero es SEPARACIÓN y
lo segundo es CONSAGRACIÓN.
¿Quién está del lado de Jehová?
Un pueblo unido no puede ser destruido, un pueblo unido no puede desaparecer. Nada
puede destruir a un pueblo que está unido, un pueblo que está unido hay una
fuerza grande, hay una fuerza superior, el Señor nos quiere juntos. El diablo
no puede porque este pueblo está junto, que siga hablando el diablo, que como
la iglesia primitiva se multiplicará, se multiplicaban por miles, no importa la
mentira del diablo, nosotros seguiremos juntos, más juntos, ¡nosotros estamos juntos,
con nuestro Dios!
“Gracia y Paz”
(Impacto Evangelístico)