viernes, 11 de enero de 2013

CRISTO VIENE POR UNA IGLESIA SANTA



Hebreos 12:14
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”

La Biblia dice que la iglesia es como una virgen ataviada y adornada para su marido y que no tiene ni mancha ni arruga, que es una Iglesia santa por la que viene Jesucristo, no viene por denominaciones o determinado grupo.

La Biblia dice que todo aquel que ha aceptado a Cristo, que ha nacido de nuevo y viva una vida santa ese es hijo de Dios, y participará en el levantamiento de la iglesia.

¿Y cómo hacer para estar entre los que serán tomados? La Biblia dice que debe permanecer en el Señor, debe ser de Él, pues si no permanece cuando el Señor venga lamentablemente se quedará, así haya predicado toda la vida, si ha diezmado y ofrendado, si ha asistido toda la vida a la iglesia y ha levantado templos, así haya hecho muchas obras de caridad se quedará.

No somos salvos por las obras o por el ministerio que haya desarrollado a favor de la humanidad, la Biblia dice que debemos estar en Cristo para no ser avergonzados el día de su venida. “Y ahora hijitos, permaneced en Él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de Él avergonzados”, 1 Juan 2:28. Hay que estar en Él, ser de Él, vivir con Él, para que cuando se manifieste tengamos confianza.

“A fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”, Efesios 5:27. “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años”, Apocalipsis 20:6. “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”, Hebreos 12:14. Nos damos cuenta que no es la posición social, cultural, intelectual, de familia, apellido o sector donde vivamos la que nos garantiza que vamos a pasar la eternidad con Dios, la que nos garantiza es “la santidad, sin la cual nadie vera al Señor”.

“Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”, Lucas 21:36. La tarea del cristiano es velar, no puede estar haciendo otra cosa, tiene que estar a la expectativa, no se puede dormir, no se puede entretener en otra cosa, debe estar velando las 24 horas del día y debe estar orando y pidiendo a Dios diciendo: “Señor ayúdame a perseverar, que las pruebas, las dificultades, los problemas no me dobleguen, que el mal genio no me doblegue, que mi carácter sin refrenar y sin domar por tu Espíritu no me vaya a dejar cuando vengas; que cuando suene la trompeta, yo sea hallado digno de partir de este mundo”.

Porque si no somos hallados dignos no podremos partir de este mundo y nos quedaremos aquí con los que no obedecieron, bajo el dominio del anticristo, bajo el dominio de Satanás, con esos quedarán aquellos que no obedecieron, pero también leemos: “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”,  Mateo 24:44. Tal vez usted no crea que a esta hora el Señor puede venir, que en este mismo momento puede sonar la trompeta, ojala fuera en este momento, ojala fuera el momento bienaventurado, cuando partiríamos de aquí a la presencia del Señor, su alma, mi alma volarían.

A veces preguntamos y ¿cuándo vendrá? La Biblia en Marcos 13:32-33 nos dice: “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo”. La Biblia dice que nadie lo sabe así que si alguien le dice que la venida es en el mes entrante o si le dan una fecha dígale mentiroso, hereje… eso no lo sabe nadie, eso es sorpresivo, Él viene en cualquier momento, puede ser en la mañana o al medio día, al anochecer o a cualquier hora, por eso hay que estar preparados. “Velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo”.

“Gracia y Paz”
Verdadera Vida Cristiana

NUESTRAS RIQUEZAS EN CRISTO



Filipenses 4:19, 20
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

Como creyentes, somos en verdad ricos por las riquezas y la gracia que tenemos en Cristo. Hemos sido escogidos, redimidos, justificados, unidos con Dios y hechos ciudadanos del cielo. Pero la lista no termina aquí.

Jesús dijo a sus discípulos que su partida era necesaria para que el tercer miembro de la Trinidad viniera a morar en cada creyente (Juan 16:7). Cuando somos salvos, recibimos el Espíritu Santo, que nos sella como hijos de Dios, nos consuela en nuestro dolor y nos enseña a vivir rectamente.

Gracias a la obra santificadora del Espíritu, nos asemejamos cada vez más a Jesús, lo cual es otra bendición del Señor. Su Espíritu nos transforma a fondo y produce el fruto espiritual en nuestra vida (Gálatas 5:22, 23). También nos capacita para decidir vivir santamente y romper con los hábitos pecaminosos.

Otra bendición maravillosa que tenemos los cristianos, es el acceso al trono de la gracia. Podemos entrar a la presencia de Dios en cualquier momento, por medio de la oración y la adoración. La resurrección y la glorificación son también tesoros que tendrán los hijos de Dios. Así como el cuerpo de nuestro Salvador fue resucitado, también lo serán nuestros cuerpos; en el cielo serán hechos perfectos, y estaremos libres de la presencia del pecado por toda la eternidad.

La riqueza que tenemos en Cristo sobrepasa cualquier cosa que ofrezca este mundo. No se deje seducir por la mentalidad terrenal, que valora la comodidad y el placer más que todo lo demás. Por el contrario, valore quién es usted en Cristo y lo que le ha sido dado. Si lo hace, el gozo y la paz serán suyos.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¿CONOCES TÚ AL DIOS ALTÍSIMO?



Génesis 14:19-20
“Y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo”.

A través de las Sagradas Escrituras vemos que Dios siempre se ha revelado a su pueblo mostrando su gracia y su misericordia en diferentes circunstancias y con diferentes nombres. Los nombres de Dios revelan quien es él y lo que él puede hacer en determinadas situaciones en favor del que le ama. Por ejemplo, en Génesis 22 vemos a Jehová JIREH (Dios proveerá); Éxodo 15: Jehová RAFA (Dios Sanador); en el pasaje de hoy, Abram estaba conociendo a Jehová como “el Dios Altísimo” (Jehová ELYON) en una circunstancia especial de su vida. Con el fin de que la fe de Abram creciera, Dios quería enseñarle algo que nosotros también necesitamos aprender para vivir en victoria cada día de nuestras vidas.

Básicamente, esta revelación de Dios como el Altísimo significa en primer lugar que Jehová Dios está por sobre todos los demás dioses. De igual manera él está por sobre todos nuestros problemas y dificultades y tiene todo el poder y la sabiduría para ayudarnos a resolverlos. Aunque las circunstancias adversas “digan” lo contrario, Dios es más poderoso que ellas. Él puede cambiarlas en un instante de manera que nos favorezcan a nosotros. Aunque el diagnóstico del médico sea pesimista, nuestro Dios está sobre toda palabra humana y puede enviar su sanidad. Si una relación no anda bien, Dios tiene el poder de obrar en corazones llenos de resentimiento y transformarlos, y llenarlos de su paz, y restaurar esa relación. Aunque la situación económica sea sumamente mala, él puede resolverla pues él es el dueño del oro y la plata y de todas las riquezas del mundo (Hageo 2:8). El es el Rey y Señor del Universo y está por sobre todas las cosas. No existe nada en este mundo que esté por encima del “Dios Altísimo”. La seguridad absoluta en este concepto diferencia a los que viven sobre las dificultades de la vida de aquellos que sucumben bajo la presión de los problemas.

Cuando el rey David era un jovencito, su padre le asignó la tarea de cuidar sus ovejas. Día tras día, noche tras noche, él cumplió sus responsabilidades con mucha dedicación. Sin duda en muchas ocasiones David se recostaría sobre la hierba para contemplar la inmensidad del cielo, el sol, las nubes. Por la noche, la luna y las estrellas le parecerían tan cercanas que casi podría alcanzarlas, mientras hablaba al Dios de sus padres. Así se inspiró al escribir: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1). La enormidad de la creación lo cautivaba tanto que el joven David instintivamente sabía que Dios lo había creado todo y que él podía confiar en el “Dios Altísimo” con toda su vida.

Dios recompensó esa confianza librándolo en muchas ocasiones de situaciones muy difíciles. Por eso, justo antes de enfrentarse al gigante Goliat, David pudo decirle al rey Saúl: “Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo” (1 Samuel 17:34-37). Poco después aquel enorme gigante estaba muerto a los pies del joven pastor de ovejas. No por sus fuerzas, sino por la fuerza y el poder del Dios todopoderoso.

Debes comenzar cada día con este pensamiento de fe: ¡Mi Dios está por sobre todos mis problemas y dificultades, y él tiene el poder para convertirlas en bendiciones para mi vida! Si ponemos nuestra confianza en el “Dios Altísimo”, su manto de protección nos cubrirá. De esta manera lo declara la Biblia en el Salmo 91:1: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”.

ORACIÓN:
Gracias Dios mío por cambiar mi perspectiva de la vida. Ahora sé que cuando confío en ti puedo enfrentarme a todas las dificultades que se presenten con la absoluta seguridad de que tú estás por encima de todas ellas. ¡Te alabo porque tú eres mi Dios Altísimo! En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla