2 Corintios 3:3
“… sois carta de Cristo expedida
por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo…”
Cuando era niño, me encantaba que
mi mamá me leyera cuentos. Me sentaba sobre sus rodillas y escuchaba cada
palabra. Mientras ella leía, yo examinaba los detalles de cada dibujo y
esperaba con ansias oír lo que diría la página siguiente.
¿Alguna vez has pensado que
nuestra vida narra una historia? En cada situación (buena, mala o indiferente),
aquellos que nos rodean están observando y escuchando lo que les relatamos.
Nuestra historia no solo se comunica con palabras, sino también mediante la
actitud y las reacciones frente a los golpes y las bendiciones de la vida.
Nuestros hijos, nietos, cónyuges, vecinos y compañeros de trabajo observan la
historia que les narramos.
Pablo nos recuerda que, como
seguidores de Cristo, nuestras vidas son como cartas «conocidas y leídas por
todos los hombres; […] carta de Cristo […] escrita no con tinta, sino con el
Espíritu del Dios vivo» (2 Corintios 3:2-3).
En la carta de nuestra vida ¿qué
historia leen aquellos que nos ven de cerca? ¿Relatos de perdón, compasión,
generosidad, paciencia, amor?
Si experimentas el gozo de una
vida llena de gracia por el Espíritu Santo que mora en ti, ¡disfruta de ser uno
de los grandes narradores divinos de historias!
Reflexión: Cuéntale al mundo con tu vida la historia del amor y la misericordia de
Cristo.
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LEA: 2 Corintios 3:1-11
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario