¿SABES DAR BUEN TESTIMONIO DE CRISTO?
Hechos 16:25-31
“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas,
cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un
gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al
instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.
Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la
espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó
a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. El
entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies
de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser
salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”
¡Qué importante es conservar la calma en momentos de
angustia y miedo!, ¡pero aún más importante fue la actitud honesta de Pablo al
no escapar de la prisión aprovechándose de lo que había pasado por el terremoto!
Porque ese buen testimonio de Pablo y Silas lo uso el Espíritu Santo para tocar
el corazón del carcelero y llevarlo a él y su familia al conocimiento de
Jesucristo y esa misma noche, todos los que estaban en su casa creyeron y
fueron salvos.
Por otro lado, existe una pequeña historia que cuenta sobre
un grupo de hombres de negocios que se reunieron en una convención de ventas en
Chicago. La última conferencia tomó más tiempo del señalado, y ellos llegaron
al aeropuerto apenas unos minutos antes de la salida del avión. En su prisa por
llegar a tiempo para abordar el avión, uno de los hombres tropezó con una mesa
en la que se mostraban unas cuantas manzanas, las cuales fueron esparcidas por
todo el piso. Sin detenerse un segundo y ni siquiera mirar atrás, todos
siguieron apresuradamente su camino, excepto uno. Este se detuvo, miró a su
alrededor y sintió una gran compasión por la jovencita que estaba vendiendo las
manzanas.
Entonces le gritó a uno de sus compañeros que llamara a
su esposa cuando llegaran a su destino, y le dijera que él tomaría otro avión
más tarde. Después regresó al lugar donde las manzanas estaban regadas por todo
el piso. Se alegró mucho de haberlo hecho. ¡Aquella jovencita era ciega! Y allí
estaba ella sollozando, con lágrimas que le corrían por su carita, tratando de
recoger sus manzanas. Aquel hombre se arrodilló en el piso junto a ella, y una
a una recogió las manzanas y las acomodó en la mesa de la manera en que estaban
antes. Mientras lo hacía, notó que unas cuantas manzanas se habían estropeado
con la caída. Entonces sacó un billete de $20, y se lo dio a la chica. “Por favor,
toma estos veinte dólares por el daño que te hicimos. ¿Estás bien?” Ella
asintió, aun con su carita humedecida por las lágrimas. Entonces le dijo:
“Señor, ¿es usted Jesús?” Mientras se dirigía lentamente a tomar el próximo
avión, aquella pregunta resonaba en sus oídos y llegaba hasta lo más profundo
de su corazón: “¿Es usted Jesús?”
¿Te han comparado alguna vez con Jesús? ¿Demuestra tu
testimonio en tu centro de trabajo, o entre tus amistades, o en tu vecindario,
o en cualquier lugar donde estés que Cristo vive en tu corazón? ¿Conoces tan
íntimamente a tu Salvador como para poder imitarlo con tus acciones?
No olvides nunca esta enseñanza. En cualquier situación
en que te encuentres, ya sea una sumamente difícil como la de Pablo y Silas en
el pasaje de hoy, o una situación rutinaria de la vida diaria, al momento de
actuar o tomar una decisión pregúntate siempre qué haría Jesús en ese momento,
y actúa conforme a la dirección del Espíritu Santo. El poder de Dios se
manifestará entonces a través de tu testimonio y su santo nombre será
glorificado.
Oración:
Padre santo, te ruego me des sabiduría y fortaleza
espiritual para actuar siempre de manera que mi testimonio glorifique tu
nombre, y los demás vean a Cristo reflejado en mis acciones. En el nombre de Jesús,
Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla