¿VERDADERAMENTE DESEA OIR LO QUE
DIOS ESTÁ DICIENDO?
Unas semanas atrás, le pedí a las
personas que están en nuestra lista de correspondencia que nos escribieran y
nos dijeran sobre su iglesia. En otras palabras, si su iglesia es una iglesia
buena, háblenos de ella – o, si su iglesia está pasando por un tiempo difícil,
díganos por qué. Solicité que no dieran el nombre de la iglesia o del pastor y
que la información fuera dada sin chisme, rencor o raíz de amargura.
Simplemente deseaba tomar el pulso espiritual de las iglesias en América.
Miles de cartas llegaron de todos
los Estados Unidos y Canadá. Mi esposa, Gwen y yo las leímos por varios días.
El escuchar el clamor del corazón de tantos cristianos ha sido de ayuda y a la
vez deprimente – ¡instructivo y a la vez sorprendente!
Gracias a Dios por todos los
reportes brillantes de iglesias y pastores. Una respuesta típica (reflejada en
una de cada seis o siete cartas) dice:
“Todo está bien en nuestra
iglesia. Nuestro pastor es un verdadero hombre de Dios que no teme predicar la Palabra. Es amoroso y
valeroso. Nuestros ingresos han aumentado y estamos creciendo. La alabanza es
edificante. ¡Casi no podemos esperar por el próximo servicio!”
Pero la abrumadora mayoría de las
cartas recibidas eran de personas que están heridas espiritualmente.
Escribieron cartas desgarradoras acerca de la mortandad de su iglesia. Casi sin
fallar, comenzaban: “Amamos a nuestro pastor, pero...”
Continuaban diciendo: “Nuestra
iglesia es aburrida. ¡Muchas personas duermen durante la predicación! El pastor
tiene temor de ofender a alguien y casi nunca predica algo negativo...
“Estamos muriendo espiritualmente
y no podemos encontrar una iglesia mejor. ¡Añoramos ver un derramamiento del
Espíritu Santo – escuchar a una palabra de convicción, una palabra conmovedora
del cielo! El pastor sigue predicando: “Amor, amor, amor” pero nos estamos
“amando” hasta el enfriamiento espiritual!
También pastores nos escribieron:
“¡Necesitamos aliento!” La carga de trabajo es abrumadora. ¡Nuestra gente dice
que desea escuchar la verdad, que desean reprobación y exposición del pecado,
pero cuando el Espíritu se mueve en mí y los reprocho, entonces se van de la
congregación!”
Un pastor dijo: “Me han despedido
de tres iglesias en los últimos dos años.¡Las personas me decían que querían
que yo predicara sin temor pero cuando lo hacía (y lo hacía en amor) rehusaban
escuchar! Me pregunto si hay alguien que todavía desea escuchar la verdad.
¡Jeremías fue mordaz en sus
reprimendas contra ciertos pastores!
Creo que Dios tiene un ejército
de pastores piadosos hoy, pero el profeta Jeremías emitió esta reprimenda a los
asalariados: “¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi
rebaño! Dice Jehová.” (Jeremías. 23:1) “Porque tanto el profeta como el
sacerdote son impíos; aun en mi casa halle su maldad, dice Jehová.” (verso 11).
Jeremías llamo a estos hombres
“profetas de Sodoma” – y enumeró las clases de maldades que vio en ellos:
La primera en la lista es
adulterio – pastores con ojos llenos de lujuria. Ellos son sensuales, carnales
con ojos errantes. Caminan en la mentira – la verdad no está en ellos. Fortalecen
a los malhechores en sus caminos de maldad. ¡No exponen el pecado de sus
miembros prominentes, porque arriesgan sus ingresos en diezmos! Hablan de
visiones que no son de Dios – más bien, hablan de visiones carnales diseñadas
para levantar sus propios egos y reputaciones. Apoyan a los comprometedores por
miedo a perder su afecto y apoyo. Promueven sueños personales diciendo: ”Dios
ha dicho” cuando Dios no ha dicho. Usan ligerezas (bromas) en el púlpito – no
humor sano, cuando sea apropiado, sino chistes frívolos.
Toman mensajes prestados de otros
– no tienen una palabra de Dios de ellos mismos. Y, lo peor de todo, tienen un
mensaje que le sirve sólo a ellos. Jeremías dijo de ellos: “No escuchéis las
palabras de los profetas que os profetizan: os alimentan con vanas esperanzas;
hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen
atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis y a cualquiera
que anda tras la obstinación de su corazón dicen: No vendrá mal sobre
vosotros.” (Jeremías 23:16-17)
Amado, puedes escuchar este
mensaje hoy en los púlpitos por toda América. “¡No tengan miedo – América será
bendecida otra vez! Vamos a ser prosperados, todo va a estar bien. ¡Estamos muy
bien! América siempre va a ser especial para Dios...”
Pero la triste verdad es que
muchos de los que predican este mensaje suave han perdido la unción. Dios ya no
les habla – ¡porque están viviendo en pecado!
¡Muchos pastores, evangelistas y
maestros no tienen derecho a pararse en un púlpito porque están inmundos! Van a
las tiendas de videos a escondidas y luego se sientan en sus estudios mirando
suciedad del infierno. (¡Yo sé que esto es cierto porque recibimos cartas
dignas de piedad de las esposas de estos pastores!) Sus ojos y mentes están
encendidos con la desnudez y toda clase de fornicación. ¡Casi todos estos
asalariados impíos deben de ser sacados del ministerio – están condenando a multitudes
de ovejas que han confiado en ellos y enviando a numerosos jóvenes al infierno!
Pero Jeremías también habló de
otro tipo de pastor: ¡“Sus siervos, los profetas! ”Estos eran hombres de
oración llenos de la verdad y el Espíritu Santo. Eran verdaderos pastores;
santos, sin mancha, fervientes siervos que fueron “enviados... levantándose
temprano.” (Jeremías 23:4)
La Biblia dice que estos
hombres de Dios “han estado en el secreto de Jehová” (verso 18). La palabra
“estado” quiere decir, en otras palabras, ¡tuvieron un intercambio o comunión
con el Padre celestial! Una y otra vez en la Biblia, encontrarás esta característica en cada
hombre de Dios. Elías estuvo delante de Acab y le dijo: “He venido a ti, rey,
porque he estado en la presencia de Jehová Dios de Israel.” (1 Reyes 17:1)
“¿Quién estuvo atento a su
palabra y la oyó?” (Jeremías 23:18) ¡Los profetas oyeron consejo de Dios y lo
entendieron y lo predicaron! Dios dice que este tipo de siervos “causan que mi
pueblo oiga mis palabras... (haciéndolos volver) de su mal camino y de lo malo
de sus obras.” (23:22) ¡Ellos no temen exponer el pecado en la casa de Dios, no
importa quien sea convicto!
“Gracia, Misericordia y Paz”
Carlos Martínez M.
(Devocional - David Wilkerson)