2 Timoteo 2:19-26
“Pero el fundamento de Dios está
firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de
iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. Huye de las pasiones
juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón
limpio invocan al Señor. Pero desecha las cuestiones necias e insensatas,
sabiendo que engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser
contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con
mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se
arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están
cautivos a voluntad de él”.
En este pasaje, el apóstol Pablo
da valiosos consejos a su hijo espiritual Timoteo. Primero le dice que “se
aparte de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo”. Después lo
exhorta a que “huya de las pasiones juveniles, y siga la justicia, la fe, el
amor y la paz”. Huir es apartarse de alguien o de algo de prisa con el fin de
alejarse de un peligro o una amenaza. Muchos no lo han hecho a tiempo y han
caído en el “lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él”. Génesis
39:7-12 nos cuenta que cuando la mujer de Potifar quiso seducir a su siervo
José, “ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su
ropa en las manos de ella, y huyó y salió”. Sólo Dios sabe cuales hubieran sido
las consecuencias de haberse quedado el joven José en aquel lugar.
El escritor J. N. Norton escribió
una pequeña historia sobre Alipio, un teórico de la música que vivió en el
siglo IV, al cual sus amigos muchas veces lo apremiaban a asistir a los
combates de los gladiadores en la arena del circo romano. Él se negaba porque
aborrecía la brutalidad de esas barbáricas competencias. Pero un día tanto le
insistieron que accedió a asistir. Sin embargo, Alipio se propuso no ver el
sangriento espectáculo, y mantuvo los ojos cerrados apretadamente. Pero, de
repente un grito penetrante hizo que abriera los ojos justo cuando uno de los
luchadores recibía una herida mortal. J. N. Norton comenta: “Las finas
sensibilidades de Alipio se embotaron, y se unió a la ruidosa multitud con sus
gritos y exclamaciones. Desde aquel momento fue otra persona; cambió para lo
peor; no sólo continuó asistiendo a esos eventos, sino que incitaba a otros a
que hiciesen lo mismo”. Aunque Alipio entró en la arena contra su voluntad, el
haberse expuesto al mal trajo malas consecuencias en su vida.
Esto nos enseña lo que le puede
suceder a aquellas personas que presentan sus cuerpos ante la diabólica maldad
de este mundo: caen en la trampa y quedan cautivos del lazo del diablo, como
advirtió Pablo a Timoteo. Muchas personas que actualmente están adictas a las
drogas, en algún momento comenzaron, quizás por complacer a un amigo, fumándose
un cigarrillo de mariguana pensando que era algo inofensivo. Otros se
detuvieron por unos segundos en un sitio de pornografía del Internet, y al cabo
de un tiempo, sin apenas darse cuenta, se encontraron atrapados en las redes de
un vicio que los tiene totalmente controlados. De la misma manera otros vicios
y delitos como alcoholismo, robo, violaciones, etc., llegan a desarrollarse en
una persona a partir de ese fatal primer paso que un día, desgraciadamente,
decidió dar sin pensar en las consecuencias.
Pablo estaba consciente de las
malas consecuencias de “coquetear” con las cosas del mundo. Por el contrario,
sustituir los malos deseos y pensamientos con las cosas puras y justas de Dios
es la mejor manera de evitar problemas en la vida y disfrutar las bendiciones
del Señor. Es necesario estar alertas ante esas situaciones que nos presentan
algo atractivo, quizás en apariencia inofensivo pero que pueden traer muy malas
consecuencias. Pide a Dios discernimiento para identificarlas y huye de ellas
inmediatamente. “No deis lugar al diablo”, dice Efesios 4:27. Alguien dijo: “Si
le das a Satanás una pulgada, él construirá tus reglas”. Mantén esto presente
en tu mente y nunca des ese fatal primer paso.
ORACIÓN:
Bendito Padre celestial, te pido
me des discernimiento para identificar todo aquello que no te agrada, y dame
fuerza y valor para rechazarlo y huir inmediatamente de toda iniquidad, y así
ser instrumento para honra que glorifique tu nombre. En el nombre de Jesús,
Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla