Mateo 22:36-39
“Maestro, ¿cuál es el gran
mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Seguro que harás algún deporte,
fútbol, baloncesto, seguro juegas con tus amigos. Con este devocional
aprenderemos una enseñanza bíblica tomando en cuenta el fútbol. Vamos a hablar
de lo que es más importante del juego.
No hablaremos de como hacer un
bloqueo o de cómo le quitar el balón al contrario. No, esas cosas son
importantes, pero hay algo más importante todavía. Lo más importante es sobre
lo que debes hacer después de marcar un gol.
Algunos jugadores hacen un baile
especial. Otros comienzan a saltar en el aire chocando las manos con sus
compañeros de juego. Pero no importa cómo celebres tu éxito, hay una cosa que
debes incluir en tu celebración. Debes corres alrededor del campo haciendo el
número uno con el dedo para que todos sepan que eres el número uno. Tu equipo
puede estar perdiendo 40-7, pero ¡tú eres el número uno!
¿Sabes qué? El problema mayor que
existe en nuestro mundo en el día de hoy es ese. Todos pensamos que somos el
número uno y que lo más importante en la vida es nuestra felicidad, “YO
PRIMERO” Muy poco de nosotros pensamos en la felicidad de otros.
Un día le preguntaron a Jesús que
cuál era el mandamiento más importante. Él dijo que era el amar a Dios con todo
el corazón. Entonces añadió que después de eso lo más importante era amar a
nuestros vecinos (semejantes) como nos amamos a nosotros mismos.
Jesús no dijo que nos amáramos,
pues el sabía que lo haríamos sin Él decirlo. Pero sí sabía que la única manera
de nosotros amar a nuestros vecinos como a nosotros mismos era si el amor más
importante en nuestra vida era para Dios.
Cuando amamos a Dios más que a
nosotros mismos, entonces podremos amar a otros como nos amamos a nosotros
mismos.
“Amado Padre Celestial, ayúdanos a amarte con mi corazón, que Tú y no
yo sea lo primero en mi vida, y entonces así podré amar a otros como Tú quieres
que amemos. Gracias por tu amor. En el Nombre de Jesucristo. Amén”.
“Gracia y Paz”
Devocionales para Niños