miércoles, 17 de abril de 2013

CON LA MIRADA MÁS ALLÁ DE LA DECEPCIÓN



Juan 11:3-6
“Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba”.

Cuando se sufre desilusiones en la vida, es fácil culparse a uno mismo o a otros —o incluso a ambos. Con frecuencia, es difícil saber qué decir o qué hacer, por no poder identificar realmente la causa o el propósito verdadero de la decepción.

La desilusión suele ser una respuesta emocional a nuestro fracaso, o al de otros, por no lograr que un deseo, una esperanza, un sueño o una meta se conviertan en realidad. Esto puede llevar a perder la fe en alguien en quien confiábamos, e incluso en una persona que amamos.

El evangelio de Juan nos dice que Jesús amaba a Marta, a su hermana María, y a Lázaro, el hermano de ellas. Por esto, no sintieron la necesidad de decir al Señor algo más que “el que amas está enfermo” (Juan 11:3). Su expectativa era que tan pronto Jesús oyera esto, Él vendría para sanar a su hermano. Sin embargo, Jesús no se puso en marcha sino hasta dos días después.

Cuando llegó, Marta salió a su encuentro y le dijo: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto” (v. 21). Había tenido la esperanza de que Él viniera de inmediato, para salvar la vida de Lázaro. Ella no veía el propósito del Señor, que era el de hacer un milagro más grande.

Dios tiene razones para dejar que suframos decepciones. Él podría evitarlas, pero quiere mostrarnos su propósito. Su deseo es que confiemos, creamos y dejemos que nuestras circunstancias lo glorifiquen a Él (vv. 4, 25). Cuando lleguen las desilusiones, ¿quedarás tu paralizado y desorientando en cuanto a los planes de Dios para tu vida? ¿O estarás abierto a lo que el Señor quiere enseñarte, y ansioso por entender el propósito de Él, y su lección en esas situaciones? La respuesta correcta es simplemente confiar en Él.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¿DICES TÚ LA VERDAD SIEMPRE?



Proverbios 19:5-9
“El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras no escapará. Muchos buscan el favor del generoso, y cada uno es amigo del hombre que da. Todos los hermanos del pobre le aborrecen; ¡Cuánto más sus amigos se alejarán de él! Buscará la palabra, y no la hallará. El que posee entendimiento ama su alma; el que guarda la inteligencia hallará el bien. El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras perecerá”.

La mentira es el lenguaje del diablo. Así les dijo Jesús a un grupo de judíos en Juan 8:44: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”. Satanás usó la mentira para hacer que Eva pecara comiendo la fruta prohibida. Cuando la mujer le dijo que Dios les había dicho que no comieran del fruto del árbol que estaba en el medio del huerto, para que no murieran (Génesis 3:3), la serpiente, es decir el diablo, le contestó: “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”.

De aquel fatídico encuentro en el huerto del Edén, debemos aprender que la mentira nos separa de Dios, mientras que la verdad fortalece nuestra relación con el Señor. En Juan 14:6 Jesús dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. No sólo Jesús dice la verdad, sino que él mismo es la verdad. No existe otra verdad que el Señor y las palabras que él pronunció. Y esa verdad es tan poderosa que puede hacer libre a todo aquel que la hace suya. Así les dijo Jesús a un grupo de judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8 31-32).

Un niño de 12 años fue testigo clave en una demanda legal. Uno de los abogados de la parte contraria, en medio de un intenso interrogatorio, le dijo: “Tu papá te indicó lo que tenías que decir, ¿verdad?”

“Sí” --contestó el niño. “Y dime, --prosiguió el abogado-- ¿cuáles fueron sus instrucciones?”

“Bueno, --respondió el muchacho— mi papá me dijo que los abogados iban a tratar de enredarme en mi testimonio; pero que si tenía cuidado y decía siempre la verdad, no tendría problemas”.

Una persona veraz no tiene nada que ocultar, pero el que miente paga un precio muy grande por su falta de honestidad. Por regla general una mentira lleva a la otra para tapar la anterior, y a la larga, el mentiroso queda atrapado en su propia red de engaños. El pasaje de hoy dice: “El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras no escapará”.

Vivir en la verdad es imprescindible para nuestro crecimiento espiritual. La mentira impide la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. En su carta a los efesios, el apóstol Pablo los exhorta a que vivan “siguiendo la verdad en amor, creciendo en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:15). Aquellos que pertenecen a Cristo han de darse a conocer como personas veraces. La mentira puede parecer una salida cómoda, pero en realidad es un callejón sin salida. Por tanto, la opción correcta es decir siempre la verdad, y nada más que la verdad.

Desde luego, nuestra naturaleza carnal y pecaminosa nos dirige hacia la mentira. Se te presentarán muchas ocasiones en las que sentirás la tentación de decir una “mentirita” para salir del paso. Resiste la tentación y di la verdad. Quizás pienses que te va a traer malas consecuencias, pero a la larga siempre obtendrás la recompensa por haber agradado a Dios.

ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me ayudes a rechazar la mentira porque no proviene de ti, y a decir siempre la verdad y nada más que la verdad, para honrar tu nombre a través de mi testimonio ante los que me rodean. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

ORACIÓN



Padre santo, te ruego me ayudes a rechazar la mentira porque no proviene de ti, y a decir siempre la verdad y nada más que la verdad, para honrar tu nombre a través de mi testimonio ante los que me rodean. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

LAS PERLAS




ESTE MENSAJE ES MUY EDIFICATIVO PARA TI PRINCESA DE DIOS, ATRÉVETE A LEERLO PARA QUE TENGAS IDEA DE COMO ESTE HERMOSO DIOS QUE TENEMOS OBRA EN TU VIDA.

¡¡Que hermosas son las perlas, pero aún así debemos saber que las perlas son producto del dolor...!!

Toda perla es la consecuencia de una ostra que ha sido herida por un grano de arena que ha entrado en su interior. Una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas...

En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia llamada “nácar” y cuando un grano de arena penetra en la ostra, ésta lo recubre con capas de nácar para protegerse. Como resultado, se va formando una hermosa y brillante perla.

¿Te has sentido herida por las palabras, o actitudes de alguien?

¿Has sido acusada de decir cosas que nunca has dicho?

¿Han sido tus ideas rechazadas o ridiculizadas?

¿Te han culpado de haber hecho algo que jamás hiciste?

¿Tu actitud frente a ciertas situaciones, se malinterpreta?

¿Has sufrido alguna vez los golpes de la indiferencia?

¿Te han herido precisamente aquellas personas que menos esperabas?

¿No te valoran como realmente lo mereces?

Entonces, perdona y haz de tu herida una perla. Cubre tus heridas con varias capas de amor, recuerda que cuanto más cubierta esté tu herida, menos dolor sentirás.

Por el contrario, si no la cubres de amor, esa herida permanecerá abierta, te dolerá más y más cada día, se infectará con el resentimiento y la amargura y peor aún, nunca cicatrizará.

En nuestra sociedad, podemos ver muchas "ostras vacías" no porque no hayan sido heridas, sino porque no supieron perdonar, comprender y transformar el dolor en una perla.

“Una perla es… una herida sanada por el amor"

Te has puesto a pensar alguna vez que la belleza interior que llevas dentro tuyo es el producto de tantas tribulaciones, de muchos sufrimientos, de muchos dolores, que el mismo Dios lo permite para limpiarte y purificarte de todo pecado y de todo mal, de actitudes negativas para hacer de ti una persona nueva con una vida cambiada y orientada hacia el amor y la misericordia de Dios...

¡¡Tu eres una perla hermosa…!!

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16: 33)

“Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra y te apacentarás en la verdad”. (Salmos 37:3)


“Gracia y Paz”
Reflexiones para el Alma