Mateo 22:24-26
“diciendo: Maestro, Moisés dijo:
Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará
descendencia a su hermano. Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; el
primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su
hermano. De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo”.
Nuestro Padre celestial está
interesado en cada detalle de nuestra vida. Si queremos que Él trabaje en un
aspecto determinado, ya sea en nuestras relaciones interpersonales, finanzas,
empleo, hábitos, etc., debemos estar dispuestos a renunciar y a darle a Él todo
lo que nos pida.
Podemos pensar que no estamos
atados a nada que se interponga entre nosotros y el Señor, pero Él conoce
nuestros corazones. Un domingo, cuando estaba a punto de predicar sobre esto,
Dios me mostró algo de lo que no me había ocupado. Me di cuenta de que tenía
que enfrentarlo, o de lo contrario no podría predicar el sermón. Así que me
alegré cuando la canción del coro se prolongó, pues eso me dio tiempo para
poder llegar a decir: “Señor, si eso es lo que deseas, quiero dártelo. Tienes
el derecho de reclamarlo en cualquier momento, así que es tuyo ahora mismo”.
Es difícil ser completamente
obedientes si estamos aferrados a algo. El Señor quiere que nos aferremos
exclusivamente a Él, para que no podamos ser influenciados por el mundo. Usted
puede tener multitudes de cosas con las que Dios le ha bendecido, pero en el
momento que cualquiera de ellas lo posea a usted, el trabajo de Él en su vida
se verá obstaculizado. Pero si abre las manos, sin aferrarse a nada, será
totalmente libre para que el poder del Espíritu Santo fluya a través de usted.
¿Hay algo que siente que nunca
podría dejar? Piense en cualquier cosa que le absorbe, y piense sinceramente si
eso le tiene cautivo. Le reto a dejar esa relación o esa situación al Señor
ahora mismo, para que Él pueda darle la victoria y la libertad que usted ha
estado anhelando.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria