Proverbios 2
“Hijo mío, si recibieres mis
palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti, Haciendo estar atento tu
oído a la sabiduría; Si inclinares tu corazón a la prudencia, Si clamares a la
inteligencia, Y a la prudencia dieres tu voz; Si como a la plata la buscares, Y
la escudriñares como a tesoros, Entonces entenderás el temor de Jehová, Y
hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca
viene el conocimiento y la inteligencia. El provee de sana sabiduría a los
rectos; Es escudo a los que caminan rectamente. Es el que guarda las veredas
del juicio, Y preserva el camino de sus santos. Entonces entenderás justicia,
juicio Y equidad, y todo buen camino. Cuando la sabiduría entrare en tu
corazón, Y la ciencia fuere grata a tu alma, La discreción te guardará; Te
preservará la inteligencia, Para librarte del mal camino, De los hombres que
hablan perversidades, Que dejan los caminos derechos, Para andar por sendas
tenebrosas; Que se alegran haciendo el mal, Que se huelgan en las perversidades
del vicio; Cuyas veredas son torcidas, Y torcidos sus caminos. Serás librado de
la mujer extraña, De la ajena que halaga con sus palabras, La cual abandona al
compañero de su juventud, Y se olvida del pacto de su Dios. Por lo cual su casa
está inclinada a la muerte, Y sus veredas hacia los muertos; Todos los que a
ella se lleguen, no volverán, Ni seguirán otra vez los senderos de la vida. Así
andarás por el camino de los buenos, Y seguirás las veredas de los justos; Porque
los rectos habitarán la tierra, Y los perfectos permanecerán en ella, Mas los
impíos serán cortados de la tierra, Y los prevaricadores serán de ella
desarraigados”.
Aunque la tentación de infringir
en nuestra posición amenaza a todo creyente, no tenemos que ceder ante ella. Si
somos conscientes del peligro y entendemos las consecuencias finales, podemos
tomar la decisión de estar vigilantes en obediencia al Señor.
El primer paso para combatir esta
situación es entender por qué es tan tentador. Es fácil ceder ante la presión
de los demás para que tomemos parte en lo que sabemos que Dios ha prohibido,
para evitar el rechazo. Pero cualquiera que esté decidido a vivir una vida
agradable a Dios, debe estar dispuesto a soportar la persecución (2 Ti 3.12).
Otras veces accedemos a actividades que violan nuestra conciencia, solo para
evitar el conflicto, pero lograr la paz no debe ser a costa de sacrificar la
obediencia a Dios.
No obstante, esta tentación no
siempre viene de los demás. De hecho, Santiago 1.14 dice que somos atraídos
cuando nos dejamos llevar por nuestra propia concupiscencia. ¿Cuántos
cristianos han caído en la inmoralidad sexual o la pornografía al ceder ante
una segunda mirada? La codicia también nos lleva a cambiar nuestra postura. Si usted
miente en su declaración de impuestos, o se lleva algunas pertenencias de la
oficina, ha pasado por encima de la línea de obediencia a Dios. Base sus
decisiones en la verdad bíblica.
Para permanecer firmes y no ceder
ante otras posturas debe hacer de la
Biblia su norma de conducta. Si usted comienza cada día
meditando en su Palabra, Él guiará sus pasos. Cuando el Espíritu Santo le da
una advertencia, obedezca de inmediato. Acceder a la tentación abre una puerta
a Satanás.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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