¡La unión hace la fuerza!
Hebreos 10:23-25
“Mantengamos
firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que
prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las
buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre,
sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.
Una langosta (o
saltamontes) parece insignificante cuando salta por el campo. Pero cuando une
sus fuerzas con la de otras langostas, el enjambre que de ello resulta puede
devorar rápidamente toda la vegetación que encuentre a su paso. Las langostas
demuestran el poder de la unidad al trabajar juntas por una causa común. Lo que
no pueden hacer individualmente lo logran unidas. En el libro de Proverbios el
sabio Agur observó que entre las cuatro cosas más pequeñas de la tierra, las
cuales “son más sabias que los sabios”, se encuentran las langostas, “que no
tienen rey, y salen todas por cuadrillas” (Proverbios 30:24, 27). Los
cristianos podemos aprender una lección de estas pequeñas criaturas: Podremos
avanzar mucho más en el servicio al Señor cuando oramos y actuamos juntos.
Si los
cristianos nos unimos para servir al Señor, podemos llegar a ser una influencia
poderosa en el cumplimiento de los propósitos de Dios para la Iglesia , porque en la
unión está la fuerza. Así dice Eclesiastés 4:9-12: “Mejores son dos que uno;
porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a
su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo
levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo
se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán;
y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”.
Es muy
lamentable ver la falta de unión que hay entre los cristianos. Cada vez surgen
más denominaciones, y más sectas o cultos que se llaman a sí mismos “cristianos”.
Y aun dentro de una misma iglesia local muchas veces hay diferencias
doctrinales que afectan profundamente la unidad de la misma. Y el que se
regocija es el enemigo. Jesús mostró preocupación en este aspecto cuando oró de
la siguiente manera: “Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu
nombre, para que sean uno, así como nosotros” (Juan 17:11). La Biblia nos apremia a
establecer una relación personal con Jesucristo, y a escudriñar las Escrituras
y aferrarnos a sus enseñanzas. Cuando todos sigamos estos principios habrá
unidad en la iglesia de Cristo.
Tengamos también
presente que nosotros necesitamos a otros creyentes, y otros creyentes nos
necesitan a nosotros. La Escritura
de hoy nos exhorta a considerarnos unos a otros para “estimularnos al amor y a
las buenas obras; no dejando de congregarnos”. Somos una familia de redimidos
habitando juntos bajo la sombra protectora de un mismo Padre. Cuando todos nos
unimos para alabar y adorar al Señor suceden cosas maravillosas.
Tratemos por
todos los medios de mantener una estrecha unidad con los hermanos en la fe. Es
importante congregarnos en cada servicio que se lleve a cabo en el templo, pero
aún los días en que no nos congreguemos podemos usar el teléfono y hacer una
llamada a un hermano enfermo o que esté en necesidad y alentarlo y orar juntos.
No olvidemos las palabras de Jesús en Mateo 18:19-20: “Otra vez os digo, que si
dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa
que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde
están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
Así es de importante para Dios la unidad de sus hijos.
ORACIÓN:
Querido Dios,
derrama sobre tu iglesia tu Santo Espíritu para que podamos llegar a esa
perfecta unidad que existe entre Tú y tu Hijo Jesucristo. Así podremos hacer
maravillas en tu nombre y el mundo sabrá que Tú eres el único y verdadero Dios.
Por Cristo Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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