Deuteronomio 4:1-2
"Ahora, pues, oh Israel, oye
los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y
entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da. No
añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que
guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno".
Durante toda la historia se han
hecho muchos esfuerzos para destruir y deshacerse de la Biblia. Reyes ,
gobernadores, dictadores, autoridades religiosas, y ateos han tratado de
quemarla, enterrarla, refutarla, matar a los que la leían, confiscarla,
prohibirla, y esconderla, pero la
Biblia ha vencido en toda batalla. En el año 303 Diocleciano,
el emperador romano, decretó la más terrible de las persecuciones contra
"el Libro" y sus lectores. Miles de cristianos perecieron e
innumerables Biblias fueron destruidas. Se erigió una columna de triunfo con
esta inscripción: "Extinto nomine cristianorum" ("El nombre de
los cristianos ha sido extinguido"). Pero la Palabra de Dios resurgió y
en el año 325 el emperador Constantino la reconoció como la Palabra de la Verdad.
En el siglo dieciocho, Voltaire,
el incrédulo francés, profetizó que dentro de cien años después de su muerte la Biblia sería un libro
desusado. Actualmente es Voltaire a quien se ha echado al olvido, y la casa que
era de él es usada por la
Sociedad Bíblica para poner en circulación cientos de miles
de ejemplares de la palabra de Dios. La Biblia es el libro de mayor venta en todas las
épocas. Se ha traducido a más de dos mil lenguas y dialectos, y se han
distribuido millones de copias del sagrado libro por todo el mundo. Sus
enseñanzas se remontan a miles de años pero todavía están vigentes en nuestros
tiempos. Es poderosa y verdadera, y se eleva sobre todo el escombro y las
ruinas de sus enemigos. ¡Y así será para siempre! Así lo afirma 1 Pedro 1:25: "La
palabra del Señor permanece para siempre." Nada ni nadie podrá destruir
jamás la poderosa palabra de Dios.
En Mateo 24:35 Jesús declara:
"El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán." Podemos
vivir totalmente convencidos de que estas palabras del Señor se cumplirán a
cabalidad. Y, mientras estemos en el cuerpo, debemos alimentar nuestras almas
cada día de nuestras vidas con el poder que emana de la indestructible palabra
de Dios. Al mismo tiempo no debemos olvidar que, como ejército de Jesucristo,
tenemos que estar prestos a pelear contra las huestes satánicas que dirigen
todos los movimientos ateos y anticristianos que están surgiendo por todo el
mundo, manteniéndonos en constante oración y levantándonos sin temor frente a
todos aquellos que, conciente o inconcientemente, blasfeman contra la santa
palabra de Dios.
Por último, Efesios 6:17-18 dice:
“Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra
de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu.” Por
medio de la lectura de la
Biblia y la oración constante llegamos a tener un profundo
conocimiento de Dios, y podemos usar su poder de la manera en que lo hacían
Jesús y sus discípulos para llevar a cabo milagros y proezas que glorificaban
el nombre de Dios.
ORACIÓN:
Querido Padre celestial, te doy
gracias por tu palabra, que es alimento y consuelo para mi vida. Hoy me uno en
espíritu a tu pueblo para proclamar la soberanía de tu palabra sobre todas las
cosas existentes. Te ruego, Señor, que me capacites por medio de tu Espíritu
para ser un soldado eficiente en tus filas y que mi testimonio y el testimonio
de mis hermanos a través de todo el mundo sirvan para glorificar tu nombre en
estos momentos tan críticos. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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