Lamentaciones 3:22
“Por la misericordia del Señor no
hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias”.
Quizá la declaración más triste
que alguien pueda oír es esta: «No te amo más». Estas palabras ponen fin a una relación
de amor, rompen corazones y destruyen sueños. A menudo, los que han sido
traicionados se protegen de futuros dolores decidiendo no volver a confiar en
el amor de nadie. Esta convicción puede incluir también el amor de Dios.
Lo más maravilloso de su amor
hacia nosotros es que Él prometió que nunca terminaría. El profeta Jeremías
atravesó circunstancias devastadoras que lo destruyeron emocionalmente
(Lamentaciones 3:13-20). Su propio pueblo rechazó sus continuas invitaciones a
recibir el amor de Dios y a seguirlo. Desesperado, dijo: «Perecieron mis
fuerzas, y mi esperanza en el Señor» (v. 18).
No obstante, en su hora más
oscura, Jeremías consideró el amor inalterable de Dios, y declaró: «Por la
misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus
misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es el
Señor, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré» (Lamentaciones 3:22-24). Una
persona puede prometer amarnos siempre y, después, no cumplir su promesa; sin
embargo, el amor de Dios permanece firme y seguro: «El Señor tu Dios es el que
va contigo; no te dejará, ni te desamparará» (Deuteronomio 31:6). ¡Este sí que
es un amor en el que podemos confiar!
El
amor de Dios nunca falla.
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LEA: Lamentaciones 3:13-26
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario
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