En nuestro estado original antes
de convertirnos a Cristo, no amábamos a Dios; simplemente porque nosotros queríamos
manejar nuestras vidas a nuestro parecer, hacer lo que se nos viniera a la
mente sin leyes, consejos, o restricciones de ninguna clase. Este es el credo
del mundo. Esta norma o costumbre de amor propio es la raíz de todo pecado,
resultando en todo el sufrimiento, y en todos los problemas que tiene este
mundo.
En este estado, asidos a nuestros
ídolos y pecados, Dios nos amó, y envió a su Hijo para rescatarnos de semejante
condición de miseria y de sus consecuencias eternas. Fue Él quien primeramente
nos amó y nos buscó, para sacarnos de tal estado de miseria. ¿Cómo no vamos a
ser conmovidos por el amor que se manifestó en la cruz de Calvario? ¿Cómo
podremos menos que adorar, honrar, y amar al que nos amó y se entregó por
nosotros? “Nosotros amamos a Él, porque Él nos amó primero” 1 Juan 4:19
“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día
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