Juan 10:15
“… pongo mi vida por las ovejas”.
Durante un tiempo de silencio
antes del culto del domingo, la organista tocó un himno que yo no conocía. Lo
busqué en el himnario y leí las palabras: «El Señor, mi Pastor, me cuida bien»,
una hermosa paráfrasis del Salmo 23: El Señor, mi Pastor, me cuida bien, / Y
suple todas mis necesidades: / En pastos verdes me hace yacer, / Junto a aguas
tranquilas me guía. / Mi alma preocupada se fortalece y madura / Cuando voy por
el camino verdadero de Dios.
Independientemente de cuántas
veces oigamos o leamos el conocido Salmo 23, parece llegar con un mensaje
renovado del cuidado de Dios hacia nosotros.
Aunque camine por los senderos
más oscuros / A través de valles como el sepulcro, / Nunca temeré ningún mal; /
Tu presencia me da valor. / A mi favor, tu vara y tu cayado / Me aseguran que
me salvarás.
Esta imagen era familiar para la
gente que oyó decir a Jesús: «Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da
por las ovejas» (Juan 10:11). A diferencia de alguien contratado que huye del
peligro, el auténtico pastor se queda con el rebaño para protegerlo. «Mas el
asalariado, y que no es el pastor, …ve venir al lobo y deja las ovejas y
huye...Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas…» (vv. 12-14).
Al margen de lo que estés
enfrentando hoy, Jesús sabe tu nombre, conoce el peligro y no se apartará de tu
lado. Puedes decir confiado: ¡El Señor, mi Pastor, me cuida bien!
El
Cordero que murió para salvarnos es el Pastor que vive para guiarnos.
“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario
No hay comentarios:
Publicar un comentario