LOS BRAZOS DE DIOS
Isaías 59:1
“He aquí que no se ha acortado la
mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír”
La niña de apenas 10 años, hizo
lo que para ella era un lindo dibujo y se lo entrego con amor a su papá. Con
rostro radiante se le entrego. Si lo describimos, diremos que en la parte
superior de la hoja estaba pintada una persona y en la parte inferior había
otra, y ambas estaban unidas por dos largas líneas.
El padre con mirada pensativa lo
sostuvo largo rato, pero no lograba entenderlo. La decepción de la pequeña fue
notoria, pero pacientemente explico a su padre:
-Papá, arriba esta nuestro amado
Dios y abajo estoy yo.
-¿Y las largas líneas?, pregunto
el padre.
-Son los brazos de Dios,
respondió la niña.
-Pero los brazos, son demasiados
largos; no corresponden al tamaño del cuerpo, de la figura que dibujaste. Dijo
el papá.
La niña miro de manera incrédula
a su padre y dijo.
-¿No llegan los brazos de Dios
hasta mi?
Hoy, quizás muchos pueden
hacerse, esta pregunta. ¿Existen esas manos que se extienden hacia mí? “He aquí
que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído
para oír” es lo que nos enseña el profeta Isaías.
Dios el único y todopoderoso
Dios, no se ha retirado de este mundo, ni nos ha entregado a un destino fatal.
Mediante su amado Hijo Jesucristo, quien fue hecho hombre para vivir y morir
aquí en la tierra por seres pecadores, Dios ha extendido sus manos hacia
nosotros.
La respuesta a la pregunta
anterior, podemos contestarla con otra pregunta: ¿Queremos y estamos dispuestos
a confiar en esas manos? Nuestro Señor Jesucristo, está esperando El quiere
otorgar, perdón, paz y seguridad. Sus manos son lo bastante fuertes y largas
para sostenernos en las dificultades y tormentas de la vida, rodeándonos y
levantándonos con su amor. Ya una vez lo dijo y solo debemos confiar en Él:
Juan 10:29 “Mi Padre que me las
dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”.
Jesús nos abraza con la
disposición de gracia y el estado de dicha de sus ovejas, las que oyen y creen
su Palabra, le siguen como sus fieles discípulos, ninguna de ellas perecerá,
porque el Hijo y el Padre son uno. Así, pues, con sus largos brazos puede
defender a sus ovejas contra todos sus enemigos.
Salmos 41:12 “En cuanto a mí, me
mantienes en mi integridad, y me afirmas en tu presencia para siempre”.
“Gracia y Paz”
No hay comentarios:
Publicar un comentario