lunes, 29 de julio de 2013

HUID DE LA FORNICACIÓN



1 Corintios 6:18
“Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca”.

La mayoría de jóvenes creen estar listos para entregar su cuerpo a alguien a quien consideran el “indicado”. Creen que sentirse bien con alguien es el único requisito que se necesita para llegar al sexo y muchos otros creen que el tiempo que llevan de noviazgo es suficiente como para pasar al siguiente “nivel”. ¡Que equivocados están!

En Traducción en lenguaje actual, la Biblia dice: “No tengan relaciones sexuales prohibidas. Ese pecado le hace más daño al cuerpo que cualquier otro pecado” 1 Corintios 6:18.

No se trata de creer que se esta listo, sino que se trata de cumplir lo que Dios quiere, la Biblia es clara en prohibir el sexo antes del Matrimonio porque Dios creo el sexo para ser practicado en el Matrimonio, la Biblia dice: ”En cuanto a aquello que pusieron en la carta que recibí de ustedes, de que «es mejor no tener relaciones sexuales», por supuesto que es mejor, aunque mejor aún es que cada hombre tenga su propia esposa, y que cada mujer tenga su propio esposo, para que no caigan en relaciones sexuales prohibidas. El esposo debe tener relaciones sexuales sólo con su esposa, y la esposa debe tenerlas sólo con su esposo. Ni él ni ella son dueños de su propio cuerpo, sino que son el uno para el otro. Por eso, ninguno de los dos debe decirle al otro que no desea tener relaciones sexuales. Sin embargo, pueden ponerse de acuerdo los dos y dejar de tener relaciones por un tiempo, para dedicarse a orar. Pero después deben volver a tener relaciones; no vaya a ser que, al no poder controlar sus deseos, Satanás los haga caer en una trampa. Por supuesto, les estoy dando un consejo, no una orden. Yo preferiría que tanto los solteros como las viudas se quedaran sin casarse como yo; pero a cada uno Dios le ha dado capacidades distintas, a unos de una clase y a otros de otra. Pero si no pueden dominar sus deseos sexuales, es mejor que se casen. Como dice el dicho: «Vale más casarse que quemarse».” 1 Corintios 7:1-9 (Traducción en lenguaje actual).

¿Crees que realmente estas listo o lista?, pregúntale a Dios que opina sobre eso que estas pensando hacer. No hay nada mejor que guardarse puro para el matrimonio tal y como manda el Señor y si alguien ya cometió el error, entonces debe arrepentirse genuinamente, pedirle perdón a Dios y prometerle que no volverás a caer en ese pecado, pero también mostrar voluntad total de cumplir esa promesa. “Mis queridos hijos, les escribo estas cosas, para que no pequen; pero si alguno peca, tenemos un abogado que defiende nuestro caso ante el Padre. Es Jesucristo, el que es verdaderamente justo” 1 Juan 2 (Nueva Traducción Viviente).


“¡Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador”!

"Gracia y Paz"
Noviazgo y Matrimonio

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¿TU A QUIEN SIGUES, AL MUNDO O A DIOS?



Éxodo 23:2
“No seguirás á los muchos para mal hacer; ni responderás en litigio inclinándote á los más para hacer agravios”

La Escritura de Hoy nos enseña que debemos de tener mucho cuidado de no imitar a otros en su manera de ser para podernos llevar “bien” con ellos, o para que nos acepten en su grupo. Cuantos que dicen ser Cristianos dicen: “Pero todos lo hacen”, “Van a pensar que soy muy raro”.

Por ejemplo: si a un grupo de personas les gustan los tatuajes, esto es lo que ellos siguen, aunque la Biblia lo prohíbe (Levítico 19:28). Si a otro grupo de personas les gustan las malas palabras y constantemente están hablando de de esa manera, insultando, blasfemando, maldiciendo, injuriando, también la Biblia lo prohíbe  (1 Corintios 6:10)

Los verdaderos seguidores de cristo no debemos de imitar las malas costumbres de nadie para llevarnos bien con ellos. Nosotros al haber sido rescatados del pecado y de las costumbres del mundo, pertenecemos al Señor y, por lo tanto, debemos honrarle a ÉL y obedecer su Palabra. En 2 Corintios 6:17, el Señor nos instruye: “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo”. Pero sí puedes seguir a las multitudes para hacer lo bueno: “Yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, entre voces de alegría y da alabanza del pueblo en fiesta” (Salmo 42:4).

Busca el compañerismo con la gente de Dios y a la gente del mundo dale buen testimonio de tu Fe. Recuerda: “La Palabra de Dios no regresa vacía” (Isaías 55:11). Amén.


“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

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¿ESTÁS CONSCIENTE DE LA PRESENCIA DE DIOS?



Salmo 5:1-3
“Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré”

Muchas veces, los creyentes creemos que estamos muy bien, que nuestra relación con Dios es excelente, pero quizás no estemos disfrutando al máximo de una íntima comunión con el Señor ni estemos totalmente concientes de lo que estamos haciendo en el aspecto espiritual, aunque pensemos que estamos tratando de progresar en esta área.

Una pequeña historia cuenta que un hombre estaba dragando, o sea sacando lodo del fondo del mar usando una maquinaria instalada en su bote. Poco a poco el bote se iba llenando con el fango sacado del fondo, y llegó un momento en que el lodo se deslizaba y caía al agua por el lado contrario al que este hombre estaba dragando. Pero aún así él seguía extrayendo más y más lodo de manera automática. Mucho esfuerzo y muy poco provecho. Y el operador seguía dragando sin pensar.

Este hombre estaba sacando fango del fondo del mar con el fin de limpiarlo. Se suponía que cada vez que el bote estuviese lleno, él lo llevara a algún lugar para botar el fango y una vez vacío el bote regresara a continuar dragando más fango del fondo. Sin embargo, él llevaba a cabo esta operación sin pensar, como una rutina inconciente, como algo que tenía que hacer y simplemente lo hacía mecánicamente sin darse cuenta que mientras sacaba fango por un lado, por el otro lado el fango volvía a caer al mar, haciendo inútiles sus esfuerzos.

Los cristianos corremos el peligro de caer en una vida espiritual mecánica, haciendo las cosas como una rutina, en lugar de buscar cada día al Señor, de una manera conciente, dinámica, con expectativa, esperando algo nuevo de él. ¡Cuántas cosas preciosas que el Señor quiere que disfrutemos nos perdemos cada día! Por eso muchas veces debemos hacer un alto, y entregarnos de lleno a buscar una íntima comunión con el Señor. Lamentaciones 3:23 dice que las misericordias de Dios son nuevas cada mañana. Por eso al levantarnos en la mañana debemos dar gracias a Dios por el nuevo día y entregarnos a un tiempo de genuina adoración y lectura de la Palabra. David solía levantarse muy temprano a tener un tiempo de comunión con el Señor. En el Salmo 63:1 escribió: “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela”. Y en el pasaje de hoy, él se compromete a presentarse ante el Señor cada mañana. También el profeta Isaías expresó este mismo anhelo al escribir: “Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte” (Isaías 26:9).

Esta actitud refleja el deseo profundo de la presencia de Dios, el hambre y la sed de su compañía y el anhelo ferviente de crecer en intimidad con él. No significa ir al Señor cargados con peticiones para que él supla nuestras necesidades. Buscarle con fervor puede incluir necesidades y peticiones, pero la verdadera búsqueda va mucho más allá. Significa desarrollar una relación íntima en la que el foco principal no sea solamente suplir nuestras necesidades materiales, sino disfrutar plenamente de su santa presencia. Cuando ésta es la actitud de nuestro corazón, Dios nos promete que le hallaremos. Hallarle a él siempre resulta en que todas nuestras necesidades, físicas, materiales, emocionales y espirituales son suplidas. Habiendo experimentado esto, ya siendo un anciano, David escribió el Salmo 37, y allí dice: “Deléitate asimismo en el Señor, y él te concederá las peticiones de tu corazón”.

¿No sientes en tu corazón ese ferviente deseo de pasar tiempo a solas con tu Padre celestial? Entrégale a Dios en este día toda esa fría religiosidad que te ha impedido disfrutar plenamente de su compañía y comienza a deleitarte en él. Hazte el firme propósito de buscar el rostro del Señor cada día, y pasar un tiempo de comunión con él. Hazlo con fervor, con expectativa, con ansias en tu corazón de disfrutar de su presencia, sabiendo que “en su presencia hay plenitud de gozo”, dice el Salmo 16:11. Entonces experimentarás durante todo el día la paz y el gozo del Señor.

ORACIÓN:
Padre santo, yo anhelo vivir en constante comunión contigo. Ayúdame a levantarme cada día con una clara conciencia de tu presencia en mi vida y un corazón dispuesto a adorarte como sólo tú mereces. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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viernes, 26 de julio de 2013

ORACIÓN



Mi Eterno y Amado Padre, cuánto anhelo vivir en constante comunión contigo. Por favor ayúdame a retirar todo aquello que me impide dedicar un tiempo cada día a meditar y conversar contigo, y capacítame para hacerlo con un corazón entregado a ti totalmente. En el nombre de Jesús, Amén.

¿CUÁL ES TU ACTITUD AL ORAR?



Mateo 6:5, 6
“Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público".

En este pasaje Jesús nos muestra dos actitudes en la oración completamente opuestas. La primera es la que asumen algunas personas cuyo fin es impresionar a la audiencia, para aparentar que son muy consagrados cuando en realidad su corazón está bien lejos de lo que dice su boca. De nada les vale pues “Dios no puede ser burlado”, dice la Biblia en Gálatas 6:7. Y en Isaías 29:13 dice Dios: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí” .Los que actúan de esta manera, afirma Jesús, son hipócritas y la única recompensa que obtendrán será, en todo caso, el halago de los que los escuchan.

La otra actitud es la que el Señor nos aconseja. Él dice que cuando oremos nos vayamos a nuestra habitación y cerremos la puerta, o sea que nos retiremos a un lugar tranquilo, donde nadie pueda interrumpir nuestra conversación con Dios, y allí calladamente entremos en una profunda comunión con él. En este caso la recompensa será, sin duda, completamente diferente a la que produce la primera actitud. Colosenses 3:23-24 dice: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”. Cuando nos acercamos al Señor con un corazón agradecido y deseoso de adorarle, él se complace en bendecirnos abundantemente.

Debemos hacer un esfuerzo por encontrar un momento cada día para escapar de las demandas sobre nuestras vidas, y concentrar toda nuestra atención en escuchar la voz de Dios. Jesús estaba muy conciente de esta necesidad de aislamiento. Él mismo solía retirarse a menudo a conversar con su Padre, pues sabía que era vital hacer una pausa en las actividades diarias para tener una verdadera comunión con Dios. En Mateo 14:23 dice: “Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo”. Sobretodo en momentos en que necesitaba tomar alguna decisión muy importante, Jesús buscaba la soledad para escuchar con claridad la voz de Dios. Por ejemplo al escoger los doce apóstoles. Dice Lucas 6:12-13: “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles”.

Esta actitud de entrega y búsqueda sincera del rostro del Señor podemos ponerla en práctica también cuando estemos orando en un grupo. En Mateo 18:20, Jesús dice: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Es decir, el Señor está presente de igual manera cuando oramos en la soledad de nuestra habitación que cuando lo hacemos en un grupo. Lo importante es la actitud de nuestro corazón. La Biblia nos narra en Hechos capítulo 2 la poderosa manifestación del Espíritu Santo el día de Pentecostés, la cual comenzó de esta manera: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos...” Aquel grupo de hombres y mujeres habían perseverado en oración mientras esperaban confiados que se llevara a cabo lo que Jesús les había prometido justo antes de ascender al cielo.

En algún momento del día, apaga el televisor, el celular, la computadora, deja toda actividad y vete a un lugar tranquilo donde puedas comunicarte con el Señor y escuchar claramente su la voz. Quizás no te resulte fácil hacerlo, pero tienes que tomar la decisión de apartar un tiempo diariamente para el Señor. De esto depende en gran parte tu crecimiento espiritual.

ORACIÓN:
Mi Eterno y Amado Padre, cuánto anhelo vivir en constante comunión contigo. Por favor ayúdame a retirar todo aquello que me impide dedicar un tiempo cada día a meditar y conversar contigo, y capacítame para hacerlo con un corazón entregado a ti totalmente. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”
Dios te Habla


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¿TIENES FE?



Mateo 21:22
“Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.

Esta promesa es muy extensiva, pero después de todo, Él es el Señor, y con Él todo es posible. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

La fe es la llave que abre la puerta de las bendiciones que Dios tiene para nosotros. ¡Cuántas batallas se han ganado por la Fe, cuantos problemas resueltos, y cuantas bendiciones recibidas por la oración de Fe!

Jesús dijo: “Si puedes creer, al que cree, todo le es posible” (Marcos 9:23).

¡Anímate! Dios tiene muchas bendiciones para ti y todas las puedes recibir con la mano de la fe. Prepara tu corazón, extiende tu brazo y abre tu mano. Amén.


“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día



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¿SABES QUE ES LA GRACIA Y EL CONOCIMIENTO?



2 Pedro 3:18
“Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”

Que importante y necesario es mantener en nuestra vida Cristiana el balance de estos dos aspectos. El mandamiento esta dirigido a crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo.

La gracia es el favor inmerecido que Dios nos ha otorgado por medio de Jesucristo. El conocimiento es el cúmulo de instrucciones, comprensión y luz que se va adquiriendo a medida que leemos las Escrituras. Estos dos conceptos no deben separarse en el proceso de nuestro crecimiento. Utilizar solo la gracia no es suficiente, vendríamos a ser como niños fluctuantes, sin discernimiento y expuestos a cualquier viento de doctrina. Dios nos demanda que seamos obreros diligentes y que utilicemos bien su Palabra (2 Timoteo 2:15).

Tampoco podemos crecer solo con el conocimiento, nos transformaríamos en doctos, pero no expertos; seriamos como aquel Nicodemo que sabía que Jesús era el Hijo de Dios, pero no había experimentado el nuevo nacimiento.

Cuando separamos La gracia del conocimiento, nuestro crecimiento es anormal. La gracia nos permite mantener la cordura y a no tener mas alto el concepto de sí que el que debamos tener (Romanos 12:3). Es la que nos impulsa solo a glorificar a Cristo y su obra en nosotros. El solo conocimiento nos puede envanecer y nos puede transformar en especialistas de púlpitos, pero nulos en cuanto a vivir lo que enseñamos.

Amados, pidamos siempre al Señor que nos ayude a crecer en estos dos aspectos sin separarlos. Cuando esta unidad pierde su equilibrio, los resultados siempre son desastrosos. La sola gracia no alimenta y el solo conocimiento viene a ser como pasto seco. Pero cuando estos dos benditos ingredientes se mantienen juntos, el pasto verde y nutritivo se hace abundante para las ovejas y la gloria será para Cristo.


“Gracia y Paz”



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jueves, 25 de julio de 2013

¿AUN ERES ESCLAVO DEL PECADO?



Para vivir en libertad espiritual, en salud emocional, en limpieza, en pureza, en plenitud, necesitas dejar algunas cosas o incluso personas que te están haciendo daño, pero no puedes. Aquí vamos a analizarlo con esta reflexión.

En la Biblia hay una interesante historia acerca de la esclavitud del pueblo de Israel, en el país extranjero de Egipto. En un principio fueron bienvenidos porque José, un israelita, era gobernante de Egipto, pero luego se multiplicaron y el faraón de ese entonces los esclavizó.

Para liberar a Israel, Dios envió a Moisés al Faraón para que hiciera la petición de que dejara salir a los israelitas, y por 9 veces el Faraón se negó a dejarlos ir aún cuando eso significaba recibir plagas. Una de esas plagas fueron las ranas. Había ranas hasta en el palacio, por todos los ríos, las casas, las cocinas. Moisés le preguntó al Faraón que ¿cuando quería que se fueran las ranas?, ya que lo había llamado porque no aguantaba más esa plaga, a lo que el Faraón respondió: -"Mañana"-.

¿Puedes creerlo? "Mañana", dijo el Faraón. Esas asquerosas ranas estaban hasta en la comida, ¿cómo podía desearlas un segundo más? Esas ranas representan las cosas malas, el pecado, aquello que nos hace daño sin embargo no estamos listos para dejarlo ir.

Cuando Dios viene a nuestras vidas y su Espíritu Santo nos pide que dejemos eso, en lugar de decirle: -Sí, por favor, límpiame ya, no quiero seguir con este pecado-, le decimos: Espérate un tantito hasta mañana y me limpias, es que es placentero... Sabes que está mal, pero te has vuelto esclavo de eso y no es tan fácil deshacerse de él.

Como un buen padre, Dios permite que vivamos las consecuencias cuando pecamos, aún cuando nos perdona. Si dejamos de hacer lo malo, las consecuencias serán menores, pero si nos empeñamos en el mal, cosecharemos mal. La Biblia dice que el hedor era insoportable de las ranas que murieron y que la gente se apilaba desesperada. Las consecuencias de las cosas hechas sin cuidado pueden alcanzar a otros que nosotros no queríamos que las sufrieran, tal vez algún familiar, personas en el trabajo, los hermanos de la Congregación, etc.

Dios nos ayude a vivir en libertad espiritual, que nos perdone de nuestros pecados y nos limpie. Cuanto antes será mejor para nosotros. Tú puedes hacerlo con la fuerza que Jesús te da, pídele ayuda y Él te la dará.

“Gracia y Paz”



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miércoles, 24 de julio de 2013

LOS ESPOSOS DEBEN SER LOS MEJORES JARDINEROS DE SU AMOR



Los esposos deben ser los mejores jardineros de su amor,
deben aprender a cuidar su jardín cada día.

Dios nos llama cada día a replantar, con entrega, sacrificio, perdón y comprensión; pero antes se deben de arrancar de raíz las malas hierbas, para evitar la asfixia de la semilla buena.

Debemos de cambiar todas las plantas resecas y marchitas por las inclemencias del tiempo. Juntos debemos sembrar un fuerte y bello jardín que resista tanto el exceso de lluvia, como de sequía.

Evitemos toda aspereza, palabras hirientes y sarcasmos. Fertilicemos y abonemos para crear un jardín exitoso.

Trabajando siempre junto a Dios, para no tener tantos problemas en tener el terreno adecuado y mantenerlo hermoso.

La mejor ubicación para cultivar, es en el corazón de nuestro ser amado, pues estará protegido de los vientos extremos.

Recordemos: "A MEDIDA QUE EL JARDÍN CRECE... CRECERÁN LOS JARDINEROS".

Algunos jardineros disfrutan de cuidar el jardín, ese amor que los unió un día en matrimonio y a cambio de ese amor y cuidado tienen un jardín hermoso.

Para muchos otros esto es una pesadilla: cortar el césped, recortar los arbustos, arrancar malas hierbas.

Se puede ser jardinero siguiendo las instrucciones de los libros, pero el mejor y buen jardinero… un jardinero excepcional… solo será bajo los pies y la dirección del Señor.


“Gracia y Paz”
Edificando Matrimonios
conforme al propósito de Dios.


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¿PUEDES TÚ VER AL SEÑOR?



Juan 21:1-7
“Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor!”

Existe un poema que se canta en la lengua de los indios cherokees de los Estados Unidos y que dice así: “Un hombre susurró: “Dios, habla conmigo”. Y un ruiseñor comenzó a cantar, pero el hombre no oyó. El hombre miró alrededor y dijo: “Dios, déjame verte”. Y una estrella brilló en el cielo. Pero el hombre no la vio. El hombre comenzó a gritar: “Dios, muéstrame un milagro”. Y un niño nació. Pero el hombre no sintió el latir de la vida. Entonces el hombre comenzó a llorar y a desesperarse: “¡Dios, tócame y déjame saber que estás aquí conmigo!” Y una mariposa se posó suavemente en su hombro. El hombre espantó la mariposa con la mano y, desilusionado, continuó su camino, triste, solo y con miedo”. Lamentablemente esta historia se hace realidad en la vida de millones de seres humanos que caminan por este mundo buscando a Dios, pero sin darse cuenta que el Señor está a su lado, en medio de las circunstancias, deseando entablar una relación con ellos.

La Escritura de hoy nos cuenta acerca de una maravillosa experiencia que tuvieron los discípulos de Jesús junto al mar de Tiberias. Después de pasar la noche pescando, estos experimentados pescadores no lograron pescar nada. Ya comenzaba a amanecer cuando “se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús”. Esta era la tercera vez que el Señor se manifestaba ante sus discípulos después de haber resucitado de entre los muertos. Pero ellos no le reconocieron. Entonces Jesús les preguntó si tenían algo de comer y ellos respondieron que no. Seguidamente les dice: “Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis”. Ellos obedecieron inmediatamente, y dice la Biblia que no podían sacarla por la gran cantidad de peces que pescaron. Fue entonces que Juan reconoció a Jesús y le dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”

Hay ocasiones en las que se requiere un milagro para que reconozcamos la presencia del Señor entre nosotros, para que podamos “verlo” con nuestros ojos espirituales. Sin embargo, aquellos que hemos aceptado a Jesucristo como salvador, tenemos la promesa que él hizo a estos mismos discípulos después de su resurrección cuando les encomendó que predicaran el evangelio e hicieran discípulos por todo el mundo, y entonces les dijo “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20). Mientras ellos estuviesen ocupados en seguir sus instrucciones, el Señor estaría con ellos, bendiciéndolos, fortaleciéndolos, protegiéndolos y capacitándolos para llevarla a cabo.

Unos catorce siglos antes, Dios habló a Josué de manera similar diciéndole: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9). Como nuevo líder del pueblo de Israel, el joven Josué debía llevar a los israelitas hasta la tierra prometida y tomar posesión de ella. Mientras él se esforzara en cumplir el mandato, Dios estaría con él en todo momento.

Desde el momento en que fuimos salvos, y por tanto adoptados como hijos por Dios, podemos estar seguros de su presencia en nuestras vidas por medio de su Espíritu Santo. Pero sólo podremos experimentar su poder y sus bendiciones abundantemente cuando vivimos una vida de obediencia a su Palabra. ¿Quieres tú ver al Señor obrando en tu vida? Busca una comunión íntima con él por medio de la lectura de la Biblia y la oración diariamente; medita en su Palabra y aplícala a tu vida.

ORACIÓN:
Bendito Padre celestial, te ruego me capacites para vivir una vida de íntima comunión contigo. Por favor aumenta mi fe y dame la fuerza y el valor para obedecerte y servirte. Por Cristo Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”

Dios te Habla

martes, 23 de julio de 2013

DIOS PERDONA Y RESTAURA, ÉL TE DA UNA NUEVA OPORTUNIDAD



Jonás era una persona como tú y como yo, con la diferencia que él era un profeta y Dios le había ordenado que fuera a la ciudad de Nínive a decirle a la población que se arrepintiera de sus pecados delante de Dios, porque si no lo hacían serían destruidos en 40 días. Jonás no hizo caso y tomó un barco a rumbo a Tarsis y allí se lo tragó el pez sin provocarle daño.

Como todos sabemos, la obediencia trae bendición y la desobediencia trae consecuencias. Jonás con su actitud rebelde casi provoca que mueran muchas personas en el barco, porque hubo una tempestad que amenazaba con voltearlo, perdiendo alimentos y demás cosas para aligerar la carga y no morir. Finalmente la tripulación del barco tiró a quien les estaba causando el problema: a Jonás. Cuando somos desobedientes no solo sufrimos las consecuencias nosotros, sino también nuestra familia y nuestro trabajo.

Estar 3 días dentro de un pez no debe ser nada agradable, baba por todos lados, humedad, hambre, miedo a morir, mareos, ser lanzado de un lado a otro al moverse el pez, etc. Cuando no obedecemos lo que Dios nos manda sucede lo mismo: sentimos miedo, vamos de un problema a otro sin solución, las condiciones que sufrimos siempre serán difíciles; pero Dios no quiere que perezcamos, lo que quiere es enseñarnos a vivir.

Después de 3 días que Jonás estuvo dentro del Gran Pez y habiéndose arrepentido, el pez lo expulso cerca de la playa y fue así como Jonás, ahora sí, luego de darse un buen baño, salió a Nínive a hacer lo que Dios le había encomendado. La Palabra de Dios dice que si permanecemos cumpliendo su Palabra, podremos pedir todo lo que queramos y será hecho conforme a su voluntad.

Tu tal vez has hecho muchas peticiones y aún no han sido contestadas, pero Dios siempre va a contestar en el tiempo perfecto de Él, siempre y cuando hayas sido obediente en guardar sus mandamientos y vivir una vida íntegra y limpia.

Si Jonás tuvo una segunda oportunidad de vivir y cumplir el propósito de Dios, tú también la tienes, no importa lo que hayas hecho ni por cuánto tiempo. Confiésale tus pecados a Dios y pídele perdón. Dile que quieres comenzar de nuevo, que te de otra oportunidad. La Biblia dice que sus misericordias son nuevas cada mañana.

El fin de la historia de Jonás fue que Dios perdonó a la gente de esa ciudad porque se arrepintieron, y no los destruyó.

Hoy tienes una segunda oportunidad, Dios te perdona y te restaura. Ser obediente.


“Gracia y Paz”


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¿QUÉ NOS ENSEÑA JONÁS?


Salmo 139:1-10
“Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra”.

Cuando consideramos la omnisciencia y la omnipresencia de Dios, es fácil sorprendernos de que haya cristianos que traten de huir de Él. Jonás demostró, sin duda, que eso no puede hacerse, pero muchos siguen intentándolo. ¿Por qué?

A veces, las personas que tratan de huir de Dios están actuando por pura soberbia —parece que creemos saber lo que es mejor para nosotros, sin importar lo que Dios piense o diga. A veces, nos negamos rotundamente a obedecer por temor: nos da miedo fracasar; nos preocupa que los demás puedan criticar nuestros esfuerzos; o quizás tememos que la obediencia pueda ser demasiado costosa. Pero, no importa la razón, muchas veces no somos capaces de reconocer lo costoso que resulta rechazar al Señor y tratar de huir de Él.

Jonás pagó un alto precio por su rebeldía. No solo experimentó la vergüenza, el terror y el sentimiento de culpabilidad, sino que además puso en peligro la vida de hombres inocentes. No se puede huir del Señor sin provocar un duro castigo a personas inocentes.

Cuántos padres y cuántas madres abandonan a sus hijos, y dicen: “Puedo hacer lo que yo quiera. Es mi vida”. No, no es así. No se puede dejar a los hijos sin padre o madre, y no cosechar dolor y sufrimiento durante toda la vida. Ni tampoco se puede pecar contra el Señor sin pagar un precio terrible y herir a otros al hacerlo.

Gálatas 6:7
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.


“Gracia y Paz”

Meditación Diaria

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“Nosotros le amamos á él, porque él nos amó primero”



1 Juan 4:19
“Nosotros le amamos á él, porque él nos amó primero”.

En nuestro estado original, antes de haber sido rescatados, vivíamos conforme nos dictaba el mundo, no queríamos amar a Dios, simplemente porque nosotros queríamos manejar nuestras vidas a nuestro parecer, y hacer lo que se nos pegara en gana, sin leyes, sin consejos, sin restricciones de ninguna clase. Vivíamos conforme al credo del mundo.

Esta norma o costumbre de amor propio es la raíz de todos los pecados, lo que trae como consecuencia el sufrimiento y todos los problemas que padece la humanidad. En éste estado, asidos a nuestros ídolos y pecados, Dios, en su infinito amor, nos envió a su Hijo Jesucristo para rescatarnos de semejante condición de miseria y de sus consecuencias eternas. Fue Él, quien primeramente nos amó, y nos buscó, para sacarnos de tal estado miserable.

¿Cómo no vamos a ser conmovidos por el amor que Jesús manifestó en la cruz de Calvario? ¿Cómo  no podremos adorar, honrar, y amar al que nos amó y se entregó por nosotros?

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día


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¿TE LIMITAS A OIR SOLAMENTE?



Santiago 1:22-25
“Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”.

Todos estamos muy concientes de la importancia que tiene el que nos escuchen bien cuando queremos dar una orden o transmitir alguna instrucción. Lo vemos, por ejemplo, en la relación entre una madre y su hijo adolescente. Frecuentemente se escuchan estas exclamaciones: “¿Me estás escuchando?” “¿No oíste lo que te dije?” “¿Estás entendiendo bien?” En lo más profundo de nuestro ser sentimos la necesidad de que nos escuchen atentamente. Los padres, en particular, acentuamos esta importancia. También los maestros, los médicos, los pastores y en general cualquier persona que tiene la responsabilidad de enseñar o dirigir.

La razón es sencilla: si no nos oyen, nuestras instrucciones no pueden ser seguidas. O sea, el primer paso para ejecutar una orden es oírla. Para poner en práctica una enseñanza es imprescindible haberla escuchado antes y haberla entendido. En más de una ocasión, al dirigirse a la multitud, Jesús advirtió: “El que tiene oídos para oír, oiga”. Es decir: “Todo el que puede oír, escuche atentamente”. Lamentablemente muchas veces, no obstante de que oímos las instrucciones o las advertencias, no somos capaces de prestar atención a lo que realmente se nos dice. Nuestros propios intereses nos alejan de esas instrucciones hacia nuestros deseos, e inconcientemente creamos una pared mental que nos impide recibir el mensaje con claridad.

Pero hay algo más. Aún cuando logremos escuchar y entender las instrucciones, muchas veces nos detenemos en ese punto. Hay, en ocasiones, un abismo inmenso entre el oír y el hacer. Cualquiera sea la razón, tenemos que estar concientes de que para Dios es tan importante que escuchemos sus instrucciones como que las llevemos a la práctica. Por ejemplo, en Mateo 21:28-31, Jesús cuenta esta parábola: “Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero”. Esta parábola nos enseña la importancia de hacer la voluntad del Padre, aunque al principio hayamos pensado hacer lo contrario. Esto es mucho mejor ante los ojos de Dios que mostrar disposición a obedecer, pero finalmente llevar a cabo nuestra propia voluntad.

La Biblia dice en Romanos 10:17: “La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Es sumamente importante leer y escuchar la palabra de Dios, pues nuestra fe se fortalece cuando conocemos al Señor íntimamente. Y cuando dedicamos tiempo a la oración cada día de nuestras vidas, profundizamos más en esta relación con Dios, llegamos a conocer su voluntad, la fe se fortalece aun más y entonces nos resulta mucho más fácil obedecerle, pues el Señor nos da la motivación y la fuerza y el valor que necesitamos para seguir sus instrucciones. Así dice Filipenses 2:13: “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.

La Escritura de hoy nos exhorta a que no solamente oigamos las instrucciones de Dios sino que las obedezcamos. Entonces seremos bienaventurados. De lo contrario nos estamos engañando a nosotros mismos, y nos perderemos las bendiciones que el Señor tiene preparadas para nosotros.

No te limites a oír la Palabra de Dios, sino también haz lo que ella dice. Busca discernimiento espiritual para oír bien las instrucciones y entenderlas, y fortalece tu fe para llevarlas a cabo leyendo diariamente la Biblia, meditando en sus enseñanzas y dedicando un tiempo a la oración.

ORACIÓN:
Padre santo, alabado y glorificado sea tu nombre. Te ruego, Señor, que afines mi oído espiritual para poder escuchar y entender con claridad tus instrucciones, y dame la fuerza y el valor para llevarlas a la práctica de manera que tu nombre sea glorificado en mi vida. En el nombre de Jesucristo, Amén.


“Gracia y Paz”
Dios te Habla


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