¿CREES QUE TUS ORACIONES SERÁN CONTESTADAS?
Juan 16:23-27
“En aquel día no me preguntaréis nada. De
cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os
lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para
que vuestro gozo sea cumplido. Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora
viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré
acerca del Padre. En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo
rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis
amado, y habéis creído que yo salí de Dios”.
Al haber aceptado a Jesucristo como nuestro Salvador
hemos sido “justificados” y también reconciliados con Dios, dice Romanos 5:1.
Nuestra unión con Cristo por medio de su sangre derramada hizo posible que ahora
tengamos una relación de intimidad con Dios Padre. Este es el resultado
fundamental de nuestra salvación. Pero hay otros aspectos muy importantes que
se derivan de este extraordinario evento en nuestras vidas:
Acceso: La Biblia nos asegura que podemos llegarnos ante
el trono de la gracia de Dios con toda confianza. Hebreos 4:16 dice:
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. La razón es que la
muerte y resurrección de Cristo eliminó la culpa que pesaba sobre nosotros,
perdonando nuestros pecados y derribando las barreras que nos impedían el
acceso a Dios el Padre.
Autoridad: Por la obra de la sangre de Jesús derramada en
la cruz del Calvario, los creyentes hemos pasado de la esclavitud del pecado a
la condición de hijos de Dios, lo cual nos hace sus herederos. Dice Gálatas
4:7: “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de
Dios por medio de Cristo”. Como tales, hemos recibido su autoridad y tenemos el
derecho de orar en el nombre de Jesús, el cual está a la diestra del Padre e
intercede por nosotros (Romanos 8:34).
Acuerdo: Para orar en el nombre de Jesús, no solamente
debemos tener su autorización, sino que también debemos estar de acuerdo con
él. Si pedimos algo que está fuera de la voluntad de Dios, podemos tener la
seguridad de que no vamos a recibirlo. Nuestra petición debe reflejar el
carácter de Jesucristo y la sustancia de sus palabras. Así lo afirmó Jesús en
Juan 15:7: “Si permanecéis en mi, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid
todo lo que queráis y os será hecho”. Cuando permanecemos en la palabra de Dios
y pedimos conforme a su voluntad, debemos tener la absoluta seguridad de que
nuestra oración será escuchada y contestada. Sobre esta base, en el pasaje de
hoy, Jesús nos garantiza que “todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os
lo dará”.
Entonces, ¿podemos estar seguros de que Dios contestará
todas las oraciones que elevemos a él en el nombre de Jesús? En primer lugar
debemos tener en cuenta que nuestro Padre celestial no va a darnos algo que
pueda traer desgracia a nuestras vidas, de la misma manera que un padre
terrenal que ama a su niño no le va a dar un filoso cuchillo o cualquier otra
arma peligrosa aunque el pequeño la pidiere. En esencia, cuando pedimos algo en
el nombre de Jesús, estamos diciendo que nosotros creemos que el propio Jesús
pediría lo mismo si se encontrara en nuestra situación.
Una vez entendemos todo esto, y lo creemos de corazón
podemos esperar confiadamente la respuesta de Dios a nuestras oraciones
conforme a sus planes para nuestras vidas, los cuales son “planes de bienestar”
(Jeremías 29:11), de acuerdo a su voluntad que es “agradable y perfecta”
(Romanos 12:2), y en el tiempo que él estime conveniente. David escribió en el
Salmo 37:7: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él”. Cuando seguimos las
instrucciones del Señor y esperamos en él confiadamente, recibiremos mucho más
de lo que esperamos porque él “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos”, dice Efesios 3:20.
ORACIÓN:
Amante Padre celestial, gracias por Jesucristo, por la
salvación que nos has dado a través de él y por la seguridad que tenemos de que
podemos acercarnos a ti en cualquier momento con nuestras necesidades, sabiendo
que tú las suplirás conforme a tu voluntad. Por favor, ayúdame a permanecer en
tu palabra y a obedecerla como lo hizo Jesús. En su santo nombre te lo pido,
Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla