Salmo 23
“Jehová es mi pastor; nada me
faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de
reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por
amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal
alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza
con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me
seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos
días”.
Este mensaje es para aquellos que
están agotados física o emocionalmente, que se sienten espiritualmente
desanimados, que están en medio de una prueba, esos que están pasando por un
“valle de sombra de muerte”. Muchas veces David cayó en este tipo de estado
espiritual. Hubo momentos en los que se sintió angustiado, temeroso,
desanimado, desesperado. Pero siempre estuvo conciente de que el Señor era su
pastor, como lo declara en el pasaje de hoy. En una de las más terribles
situaciones de su vida, mientras huía de su rebelde hijo Absalón, David clamó a
Dios: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti,
oh Dios, el alma mía” (Salmo 42:1). Y en el versículo 5 de este mismo Salmo
dice: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en
Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. En momentos
difíciles de su vida, su apoyo y su consuelo provenían del Dios todopoderoso.
Cuando un creyente cae en este
estado, es como si una total deshidratación espiritual hubiese ocurrido en lo
profundo del alma. Pero si Dios es tu Pastor él se llegará a ti y se reunirá
contigo en el lugar exacto de tu necesidad espiritual. Y dice el Salmo 23 que
“junto a aguas de reposo”, junto a aguas tranquilas y frescas, él te
pastoreará, cuidará de ti y tu alma será reconfortada.
Hay dos razones fundamentales por
las que en ocasiones nos sentimos espiritualmente abatidos: nuestro propio
pecado y el medio ambiente en que vivimos. La combinación del mundo, la carne y
nuestro enemigo común, el diablo, puede robarnos nuestra vitalidad espiritual.
¿Sientes que se te ha acabado tu “gasolina” espiritual? Quizás cuando tratas de
orar no te salen las palabras, o tu mente está concentrada en otra cosa. Estás
leyendo la Biblia ,
pero las palabras se confunden unas con las otras, y no te puedes concentrar,
mucho menos disfrutar de la lectura. No sientes deseos de oír un sermón o
escuchar una alabanza cristiana o una estación de radio cristiana. Miras a tu
alrededor y te parece ver en todos hipocresía y falsedad. Ese es el tiempo
ideal para permitir que el Pastor de pastores se haga cargo de la situación, y
te lleve a aguas tranquilas para saciar tu sed espiritual, y renovar tus fuerzas.
Recuerda las palabras de Jesús cuando le dijo a la mujer samaritana: “El que
bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo
le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14).
Esta fuente de agua viva es la única que puede refrescar nuestra alma, renovar
nuestras fuerzas y capacitarnos para vivir una vida de paz y gozo.
¿Te sientes agotado física,
mental, emocional o espiritualmente? ¿Necesitas nuevas fuerzas? Al igual que
David, tú también puedes encontrar la fortaleza, la protección y la provisión
para tu vida en el único y verdadero pastor, nuestro Señor Jesucristo, el cual
declaró: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas”
(Juan 10:11). Aférrate a la promesa de Jesús en Mateo 11:28-30 cuando dijo:
"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es
fácil, y ligera mi carga". Acércate al Señor confiadamente, con la
seguridad de que él te ama y está esperando por ti, y deposita ante sus pies
tus cargas, tu tristeza, tus preocupaciones. Entonces sentirás un profundo
descanso en tu alma, y tus fuerzas físicas y espirituales serán renovadas.
ORACIÓN:
Bendito Dios, gracias por tu provisión de esa agua fresca que renueva
mi espíritu. Gracias por Jesucristo. Te pido que eches fuera de mí todo
espíritu de tristeza o angustia y que me fortalezcas por medio del poder de tu
Espíritu Santo. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla