viernes, 17 de octubre de 2014

¿SIENTES QUE TE HAN ACUSADO INJUSTAMENTE?



¿SIENTES QUE TE HAN ACUSADO INJUSTAMENTE?

Génesis 3:11-13
“Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Yahweh Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí”.

Después que pecaron desobedeciendo las órdenes de Dios, tanto Adán como Eva, al ser confrontados por su Creador, intentaron quitarse la culpa y echarla sobre alguien. Adán culpó a Eva, y Eva culpó a la serpiente. Desde aquel momento y a través de los siglos siempre ha habido una tendencia en el ser humano a echar la culpa en los demás y descargar en ellos el temor y la frustración de una mala situación.

En muchas ocasiones la culpa cae sobre alguien que es totalmente inocente. Cualquiera de nosotros puede, en algún momento, ser acusado de algo que no ha hecho. El rey David pasó por esta experiencia. En el Salmo 31 él expresa su dolor ante la campaña de calumnias y falsas acusaciones que se estaba llevando a cabo en contra de él. Allí dijo: “Porque oigo la calumnia de muchos; el miedo me asalta por todas partes, mientras consultan juntos contra mí e idean quitarme la vida. Mas yo en ti confío, oh Yahweh; digo: Tú eres mi Dios” (Salmo 31:13-14). Sin duda eran momentos de mucho pesar los que estaba viviendo el rey David, pero él optó por dejarlo todo en manos de Dios, depositando su confianza y su seguridad en él.

También Jesús fue acusado injustamente. Fue juzgado y condenado por una muchedumbre enfurecida que prefirió darle la libertad a un ladrón asesino y que lo crucificaran a él. Sin haber cometido un solo pecado, el Señor tuvo que sufrir la horrible muerte de cruz, reservada en aquellos tiempos para los malhechores. Sin embargo, en lugar de vengarse de todos ellos, teniendo el poder para hacerlo, Jesús clamó a Dios diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

Es ciertamente muy doloroso y frustrante ser acusados injustamente. Lo más probable es que si te sucede a ti, sientas deseos de vengarte. Sin embargo, la Biblia nos advierte en Romanos 12:19: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. Si tú te empeñas en vengarte, amargarás tu vida, perderás el gozo y la paz, y lo más probable es que te traiga malas consecuencias. Mejor deja que Dios se encargue del asunto, pues él lo va a hacer mucho mejor que tú. No consideres a esa persona un enemigo porque tú no tienes adversarios humanos. Recuerda que “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Y a todos ellos los venció Jesucristo en la cruz del Calvario.

Cualquiera que te acuse injustamente indudablemente es una persona necesitada de la gracia de Dios. Va a ser necesario que pongas toda tu confianza en Dios para tratar con ella en forma piadosa, que es lo que el Señor espera. Confía en que Dios está desarrollando tu carácter aún por medio de esa persona que te ha producido sufrimiento. No le pagues con la misma moneda, no pienses en venganza, no permitas que el enemigo te use. Más bien bendice a quien te acusó y deja todo en manos de Dios. Él se encargará del asunto. ¿Te resulta imposible? Lo más probable es que si, pero yo te animo a que clames a Dios por su ayuda, y su Santo Espíritu te capacitará para logarlo. Y la paz y el gozo del Señor inundarán tu corazón.

ORACIÓN:
Padre Santo, te suplico aumentes mi fe de manera que yo deposite en ti toda mi confianza, y no intente vengarme aun cuando me hayan acusado injustamente. Por favor, saca de mi corazón todo resentimiento y dame la fuerza para actuar con misericordia, conforme a lo que tú nos enseñas en tu Palabra. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla