¿SIENTES QUE TE HAN ACUSADO INJUSTAMENTE?
Génesis 3:11-13
“Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas
desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre
respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
Entonces Yahweh Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la
mujer: La serpiente me engañó, y comí”.
Después que pecaron desobedeciendo las órdenes de Dios,
tanto Adán como Eva, al ser confrontados por su Creador, intentaron quitarse la
culpa y echarla sobre alguien. Adán culpó a Eva, y Eva culpó a la serpiente.
Desde aquel momento y a través de los siglos siempre ha habido una tendencia en
el ser humano a echar la culpa en los demás y descargar en ellos el temor y la
frustración de una mala situación.
En muchas ocasiones la culpa cae sobre alguien que es
totalmente inocente. Cualquiera de nosotros puede, en algún momento, ser
acusado de algo que no ha hecho. El rey David pasó por esta experiencia. En el
Salmo 31 él expresa su dolor ante la campaña de calumnias y falsas acusaciones
que se estaba llevando a cabo en contra de él. Allí dijo: “Porque oigo la
calumnia de muchos; el miedo me asalta por todas partes, mientras consultan
juntos contra mí e idean quitarme la vida. Mas yo en ti confío, oh Yahweh;
digo: Tú eres mi Dios” (Salmo 31:13-14). Sin duda eran momentos de mucho pesar
los que estaba viviendo el rey David, pero él optó por dejarlo todo en manos de
Dios, depositando su confianza y su seguridad en él.
También Jesús fue acusado injustamente. Fue juzgado y
condenado por una muchedumbre enfurecida que prefirió darle la libertad a un
ladrón asesino y que lo crucificaran a él. Sin haber cometido un solo pecado,
el Señor tuvo que sufrir la horrible muerte de cruz, reservada en aquellos
tiempos para los malhechores. Sin embargo, en lugar de vengarse de todos ellos,
teniendo el poder para hacerlo, Jesús clamó a Dios diciendo: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).
Es ciertamente muy doloroso y frustrante ser acusados
injustamente. Lo más probable es que si te sucede a ti, sientas deseos de
vengarte. Sin embargo, la Biblia nos advierte en Romanos 12:19: “No os venguéis
vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito
está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. Si tú te empeñas en
vengarte, amargarás tu vida, perderás el gozo y la paz, y lo más probable es
que te traiga malas consecuencias. Mejor deja que Dios se encargue del asunto,
pues él lo va a hacer mucho mejor que tú. No consideres a esa persona un enemigo
porque tú no tienes adversarios humanos. Recuerda que “no tenemos lucha contra
sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Y a todos ellos los venció
Jesucristo en la cruz del Calvario.
Cualquiera que te acuse injustamente indudablemente es
una persona necesitada de la gracia de Dios. Va a ser necesario que pongas toda
tu confianza en Dios para tratar con ella en forma piadosa, que es lo que el
Señor espera. Confía en que Dios está desarrollando tu carácter aún por medio
de esa persona que te ha producido sufrimiento. No le pagues con la misma
moneda, no pienses en venganza, no permitas que el enemigo te use. Más bien
bendice a quien te acusó y deja todo en manos de Dios. Él se encargará del
asunto. ¿Te resulta imposible? Lo más probable es que si, pero yo te animo a
que clames a Dios por su ayuda, y su Santo Espíritu te capacitará para logarlo.
Y la paz y el gozo del Señor inundarán tu corazón.
ORACIÓN:
Padre Santo, te suplico aumentes mi fe de manera que yo
deposite en ti toda mi confianza, y no intente vengarme aun cuando me hayan
acusado injustamente. Por favor, saca de mi corazón todo resentimiento y dame
la fuerza para actuar con misericordia, conforme a lo que tú nos enseñas en tu
Palabra. En el nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla