Isaías 40:28-31
¿No has sabido, no has oído que
el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No
desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo
alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene
ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las
águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.
El mundo en que vivimos está
lleno de problemas de todo tipo. Esto no debe extrañarnos si consideramos que,
en su evangelio, el apóstol Juan llama al diablo “el príncipe de este mundo”
(Juan 14:30). Y si Satanás es "el príncipe de este mundo”, ¿podemos acaso
esperar que haya paz, amor y gozo en el mundo? Todo lo contrario, como dice Gálatas
5:19-21, lo que debemos esperar son problemas, enemistades, pleitos, celos,
iras, contiendas, envidias, homicidios y cosas semejantes a estas.
Por eso Jesús advirtió a sus
discípulos: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al
mundo” (Juan 16:33). Ciertamente, en el transcurso de nuestras vidas, no
podremos evitar los problemas y las aflicciones, pero si confiamos en el Señor,
esos problemas no nos destruirán, sino que serán usados por Dios para
fortalecer nuestro carácter e irnos puliendo espiritualmente de manera que
lleguemos a ser conformes a la imagen de su Hijo Jesucristo, que es su
propósito, según nos dice Romanos 8:29. Y si nos mantenemos firmes en nuestro
amor al Señor, podremos estar seguros que cualquiera sea el problema, el final
será de bendición para nosotros, como afirma Romanos 8:28. El amor, el gozo y
la paz provienen de una intima comunión con Dios, cuando el Espíritu Santo
produce su fruto en nuestras vidas (Gálatas 5:22, 23).
El Señor hoy habla directamente a
aquellos que tienen la tendencia a concentrarse demasiado en esas situaciones
problemáticas, de manera que los problemas empiezan a parecer enormes y la
fortaleza del Dios todopoderoso parece pequeña. En lugar de mover montañas por
medio de la fe, estas personas se preocupan todo el tiempo creando montañas de
presiones innecesarias que les afectan a ellos y a los que les rodean. A ellos
el profeta Isaías les recuerda: “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno
es Jehová, el cual creó los confines de la tierra?” Él no desfallece, no se
cansa, nadie tiene su entendimiento y su sabiduría, y todo aquel que le busca
recibe nuevas fuerzas. Dios es mayor que el mundo que él creó, “las naciones le
son como la gota de agua que cae del cubo” (Isaías 40:15), y los habitantes de
la tierra son para él “como langostas” (v.22). Es decir, Dios es inmensamente
más grande que el universo, los planetas, los moradores del mundo que él creó,
y por supuesto, que cualquier problema que pueda surgir en cualquier momento y
en cualquier lugar.
Esta seguridad debe ser más que
suficiente para que depositemos en Dios nuestra confianza aun en medio de los
problemas y las dificultades. Si dependemos del Señor en lugar de concentrarnos
en nuestros inconvenientes y las circunstancias que nos rodean, él renovará
nuestra fortaleza, y las alas de la fe levantarán nuestros corazones por encima
de nuestras dificultades. Quizás algunas de ellas sean muy grandes pero si
confiamos podremos verlas mucho más pequeñas que nuestro gran Dios. Y esto
cambia totalmente la perspectiva de nuestra situación.
Si en estos momentos los
problemas te agobian, es hora de actuar en fe. Quizás has orado mucho por esta
situación, pero además de venir delante de Dios y decirle: "Yo tengo un
tremendo problema", es necesario que también le digas al problema:
"¡Yo tengo un tremendo Dios!". Esta declaración de fe, salida de un
corazón totalmente confiado en el poder de Dios abre las puertas de la victoria
no importa lo grande y difícil que sea tu problema.
ORACIÓN:
Dios todopoderoso, creador del
cielo y de la tierra, Padre de amor y de misericordia, ante ti me postro dejando
en tus manos todos mis problemas, mis angustias, mis imposibles, mis
limitaciones, y todo, sabiendo que no hay nada en este mundo más grande que tú.
Y ahora mismo te pido humildemente que tú te hagas cargo de ellos y que hagas
tu voluntad en mi vida y me des fuerza, y me levantes en victoria para que tu
nombre sea glorificado. En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla