1 Corintios 1:18
“Porque la palabra de la cruz es
locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es
poder de Dios”.
Desde una perspectiva terrenal,
la muerte de Cristo fue su derrota. Después de todo, morir en una cruz no parece
ser el camino a la victoria. ¡Pero lo fue! Y todo lo hizo por nosotros. Porque
Jesús venció a la muerte, nosotros podemos tener la victoria. Basta con
contemplar lo que Él ganó para nosotros con su sacrificio en la cruz.
Nuestra salvación eterna. La cruz
fue el medio de nuestra salvación. Sin ella, no tendríamos ninguna esperanza
del cielo. Si Cristo no hubiera muerto en nuestro lugar, tendríamos que venir
delante de Dios y recibir el castigo justo por todos los pecados que hemos
cometido.
Poder sobre el pecado. Jesús no
solo pagó el castigo por nuestros pecados; también nos dio la victoria sobre
él. Cuando fue crucificado, nuestra vieja naturaleza pecaminosa murió con Él
(Romanos 6:6). El poder de la "carne" fue destruido, y Jesús vive
ahora su vida victoriosa a través de nosotros. Eso significa que ya no somos
esclavos del pecado, y que podemos elegir la obediencia a Dios.
La derrota de Satanás. En la
crucifixión, la lista de los decretos que había contra nosotros fue clavada en
la cruz, y el diablo perdió su poder sobre nuestras vidas (Colosenses 2:13-15).
Ninguna de sus acusaciones se mantiene, porque Dios no tiene ya nada en contra
de nosotros. Y ahora, cada vez que nos rendimos al Espíritu Santo que mora en
nosotros, Satanás es derrotado otra vez.
Cristo suplió todas nuestras
necesidades en la cruz. Al hacernos parte de su familia, nos dio un sentido de
pertenencia. Cuando Él murió en nuestro lugar, confirmó nuestro valor. Y al
venir a vivir su vida a través de cada creyente, nos da la capacidad de tener
una vida de victoria y obediencia.
(Leer: 1 Corintios 1:17-31)
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria