sábado, 29 de septiembre de 2012

¿TENEMOS SED?



Salmo 63:1
“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti”.

Isaías 44:3
“Derramaré aguas sobre el sequedal”.  

“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Juan 7:37). Estas palabras fueron pronunciadas por Jesús ante una gran multitud durante una fiesta religiosa en Jerusalén. El Salvador del mundo llevaba entonces, como lo hace aún hoy, la buena nueva de salvación. Quizás usted sienta una sed que hasta ahora nada ha podido saciar… sed de paz, de amor, de seguridad. A usted precisamente se dirige este llamado de Jesús.

Una mujer, insatisfecha con su vida, dijo un día a Jesús: “Dame esa agua, para que no tenga yo sed” (Juan 4:15). Quería recibir el “don de Dios” ofrecido por aquel que acababa de decirle: “El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás”. Entonces, no pudiendo esconder nada a Jesús, quien conocía su vida, tuvo que reconocer la verdadera razón de su sed espiritual: ¡había pecado! Después de este encuentro, que transformó su vida, fue a decir a los habitantes de su ciudad: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho” (4:29).

Sí, acudir a Jesús para reconocer y confesar sus pecados es ir a la fuente del agua de la vida. Ir a él es creer en su sacrificio que borra los pecados y purifica la conciencia del creyente. A todos los que depositan su confianza en él, Jesucristo les da alegría y paz desde ahora. Leamos la Palabra de Dios, la Biblia, y así seremos alimentados, refrescados. “Mi alma tiene sed de ti… será saciada mi alma… Está mi alma apegada a ti” (Salmo 63:1, 5, 8).

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

DIOS QUIERE HABLARTE, ¿SABES PARA QUÉ?


Gálatas 1:11-17
"Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco".

A través de toda la Biblia vemos que Dios anhela comunicarse con la humanidad. Dios tiene planes para cada ser humano y su deseo es que los conozcamos para que lleguemos a la meta que él ha dispuesto para nosotros. El primer paso en este proceso es, por supuesto, la revelación en nuestras vidas de la voluntad de Dios. Esta puede llegarnos por medio de la Palabra de Dios, por medio de otras personas, a través de las circunstancias que nos rodean o de cualquier otra manera determinada por Dios. En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo nos cuenta su propia experiencia en este aspecto. Primeramente nos dice que Dios le mostró su voluntad “por revelación de Jesucristo”. Este fue el principio para que Pablo entendiera y aceptara la verdad. Su encuentro con Jesús en el camino a Damasco (Hechos capítulo 9) cambió su vida de una manera radical para siempre.

Antes de este encuentro, Pablo (entonces conocido como Saulo de Tarso) era enemigo acérrimo de los cristianos y, según él mismo dice, “perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba”. Esto no fue obstáculo para que el Señor lo llamara a servirle. También tenía él un profundo conocimiento del judaísmo y era sumamente celoso de las tradiciones de sus padres. Pero no lo llamó Dios por sus “méritos” sino, dice Pablo, “cuando le agradó a Dios, me llamó por su gracia”. Finalmente Pablo nos habla del propósito del llamado del Señor para él. Dice: “para que yo le predicase entre los gentiles”. Inmediatamente después de su revelación en el camino a Damasco, Jesús habló a un discípulo llamado Ananías y le informó acerca de los planes que él tenía para el apóstol Pablo. El Señor le dijo: “Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9:15). La historia nos muestra como este plan de Dios se llevó a cabo de una manera preciosa en aquel que llegó a ser uno de los más grandes evangelistas de todos los tiempos.

Generalmente podemos identificar tres objetivos claros que Dios tiene cuando nos habla. Su propósito es que nosotros:

• Entendamos y aceptemos su verdad.
• Seamos transformados conforme a esta verdad.
• Seamos capacitados para comunicar esta verdad a otros.

No siempre los propósitos de Dios son tan ambiciosos como los que tenía con Pablo, pero cualesquiera sean estos, son siempre importantes para el establecimiento de su reino. Este fue el caso de Ananías, al cual el Señor le encomendó la simple tarea de poner las manos encima de Saulo para que éste recuperara la vista (Hechos 9:11-12). En apariencia una encomienda insignificante, pero ¡qué trascendencia tan profunda tuvo el que aquel hombre pudiese ver de nuevo, y así dedicar el resto de su vida al servicio del Señor! En el caso de Ananías se cumplen también los tres puntos en el llamado de Dios: Primero él entendió y aceptó la verdad revelada por el Señor, después su concepto de Saulo fue transformado conforme a esta verdad, y por último fue capacitado por el Espíritu Santo para cumplir su misión.

No pienses que tú no mereces que Dios te hable. Él tiene un propósito determinado para tu vida y desea revelártelo. Pide al Señor que te dé discernimiento espiritual para entender y aceptar su verdad, sabiendo que este es el primer paso para llegar a ser un instrumento en sus planes.

ORACIÓN:
Padre santo, yo anhelo escuchar cuando me hablas, y así poder unirme a los planes que tienes para mi vida. Dame discernimiento espiritual para entender con claridad tus instrucciones, y aumenta mi fe para obedecerte en todo para que tú seas glorificado en mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

LA OBEDIENCIA A MEDIAS ES DESOBEDIENCIA


1 Samuel 15:22-23
“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey”.

(Lea por favor 1 Samuel 15:1-23)

Cuando Dios le llama a hacer algo específico, ¿cómo responde usted? La mayoría de nosotros no le levantaría el puño y le gritaría: “¡No voy a hacerlo!” En vez de eso, luchamos con la idea durante algún tiempo. A veces discutimos, diciéndole todas las razones de por qué no surtirá efecto el plan de Él. Otras veces, empezaremos a dudar de que escuchamos bien, y luego negaremos que incluso nos llamó. O podríamos reaccionar como Jonás, y simplemente correr en la otra dirección (Juan 1:2-3).

Pero hay otra respuesta que muchas veces es tan sutil, que ni siquiera la reconocemos como desobediencia. Sustituir el plan de Dios por el nuestro es una manera de parecer obedientes, evitando así hacer lo que no nos gusta. Fue así como respondió Saúl a la orden del Señor. A sus ojos, reservarse algunos animales para ofrecerlos en sacrificio al Señor parecía una idea mejor que la de Dios.

El pecado de Saúl nos parece evidente, pero con frecuencia no estamos conscientes de la manera como reaccionamos a sustituciones similares.

Quizás Dios le está llamando a servir de una forma particular, pero, por temor, decide servir en un área menos difícil. O tal vez dedica mucho tiempo a su trabajo, para que el Señor no note que está descuidando a su familia. A veces, hemos mezclado tanto nuestros planes con los de Él, que ya no somos capaces de ver la diferencia.

Al ofrecer un “mejor” plan, estamos resistiendo callada y sutilmente el llamado de Dios de vivir plenamente dedicados a Él. No hay manera de que nuestro plan sea mejor que el que Dios tiene para nosotros. Quienes tratan de alterarlo tienen vidas sin poder, porque la obediencia a medias es desobediencia.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

EL ALIMENTO DEL ESPÍRITU


Romanos 10:17
Luego la fe es por el oir; y el oir por la palabra de Dios.

Leemos en capítulo 11 de Hebreos de los héroes de la fe, y pensamos, “Me gustaría ser como ellos. Me gustaría vivir en la presencia de Dios, y andar en poder, amor, y la plenitud del Espíritu. ¿Pero cómo llego a ser una persona de mucha fe, y vivir en la presencia de Dios y gozar del compañerismo estrecho con nuestro Padre Celestial? En el versículo de hoy, tenemos la llave que abre la puerta de la fe.

No me acuerdo bien quien dijo: “Antes yo pedía a Dios, Señor, ayúdame a tener más fe, y andar en tu presencia (Creo que fue D. L. Moody), Entonces encontré este versículo que dice que “La fe viene por el oír; y el oír por la palabra de Dios”. Luego empecé a leer y estudiar con diligencia La Palabra, y desde entonces mi fe viene creciendo”. La Biblia es la palabra de Dios, y a la medida que la leemos, nuestra fe va creciendo, porque “La fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios”.

Del mismo modo que necesitamos alimentarnos para vivir, nosotros los cristianos, o cualquier persona que quiera tener fe, ha de alimentar su espíritu por medio de la Palabra de Dios plasmada en las Sagradas Escrituras.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día