Gálatas 1:11-17
"Mas os hago saber,
hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo
recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.
Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que
perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo
aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso
de las tradiciones de mis padres. Pero cuando agradó a Dios, que me apartó
desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en
mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con
carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino
que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco".
A través de toda la Biblia vemos que Dios
anhela comunicarse con la humanidad. Dios tiene planes para cada ser humano y
su deseo es que los conozcamos para que lleguemos a la meta que él ha dispuesto
para nosotros. El primer paso en este proceso es, por supuesto, la revelación
en nuestras vidas de la voluntad de Dios. Esta puede llegarnos por medio de la Palabra de Dios, por medio
de otras personas, a través de las circunstancias que nos rodean o de cualquier
otra manera determinada por Dios. En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo nos
cuenta su propia experiencia en este aspecto. Primeramente nos dice que Dios le
mostró su voluntad “por revelación de Jesucristo”. Este fue el principio para
que Pablo entendiera y aceptara la verdad. Su encuentro con Jesús en el camino
a Damasco (Hechos capítulo 9) cambió su vida de una manera radical para
siempre.
Antes de este encuentro, Pablo
(entonces conocido como Saulo de Tarso) era enemigo acérrimo de los cristianos
y, según él mismo dice, “perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la
asolaba”. Esto no fue obstáculo para que el Señor lo llamara a servirle.
También tenía él un profundo conocimiento del judaísmo y era sumamente celoso
de las tradiciones de sus padres. Pero no lo llamó Dios por sus “méritos” sino,
dice Pablo, “cuando le agradó a Dios, me llamó por su gracia”. Finalmente Pablo
nos habla del propósito del llamado del Señor para él. Dice: “para que yo le
predicase entre los gentiles”. Inmediatamente después de su revelación en el
camino a Damasco, Jesús habló a un discípulo llamado Ananías y le informó
acerca de los planes que él tenía para el apóstol Pablo. El Señor le dijo: “Ve,
porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de
los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9:15). La historia
nos muestra como este plan de Dios se llevó a cabo de una manera preciosa en
aquel que llegó a ser uno de los más grandes evangelistas de todos los tiempos.
Generalmente podemos identificar
tres objetivos claros que Dios tiene cuando nos habla. Su propósito es que
nosotros:
• Entendamos y aceptemos su
verdad.
• Seamos transformados conforme a
esta verdad.
• Seamos capacitados para
comunicar esta verdad a otros.
No siempre los propósitos de Dios
son tan ambiciosos como los que tenía con Pablo, pero cualesquiera sean estos,
son siempre importantes para el establecimiento de su reino. Este fue el caso
de Ananías, al cual el Señor le encomendó la simple tarea de poner las manos
encima de Saulo para que éste recuperara la vista (Hechos 9:11-12). En
apariencia una encomienda insignificante, pero ¡qué trascendencia tan profunda
tuvo el que aquel hombre pudiese ver de nuevo, y así dedicar el resto de su
vida al servicio del Señor! En el caso de Ananías se cumplen también los tres
puntos en el llamado de Dios: Primero él entendió y aceptó la verdad revelada
por el Señor, después su concepto de Saulo fue transformado conforme a esta
verdad, y por último fue capacitado por el Espíritu Santo para cumplir su
misión.
No pienses que tú no mereces que
Dios te hable. Él tiene un propósito determinado para tu vida y desea
revelártelo. Pide al Señor que te dé discernimiento espiritual para entender y
aceptar su verdad, sabiendo que este es el primer paso para llegar a ser un
instrumento en sus planes.
ORACIÓN:
Padre santo, yo anhelo escuchar
cuando me hablas, y así poder unirme a los planes que tienes para mi vida. Dame
discernimiento espiritual para entender con claridad tus instrucciones, y
aumenta mi fe para obedecerte en todo para que tú seas glorificado en mi vida.
En el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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