¿TIENES TU MIRADA PUESTA EN EL GALARDÓN?
Hebreos 11:23-29
“Por la fe Moisés, cuando nació, fue
escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no
temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse
hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de
Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores
riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía
puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira
del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la
pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos
no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e
intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados”.
¿Te gustan las pruebas y las dificultades? ¡Por supuesto
que no! A nadie le gusta pasar por tiempos difíciles. Pero todos sabemos que a
lo largo de nuestras vidas vamos a encontrar esas situaciones adversas. La
pregunta es: ¿Cómo debemos enfrentar estos problemas? La Biblia nos enseña que
la clave es nuestra confianza en el Señor. En Juan 16:33, Jesús les dice a sus
discípulos: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al
mundo”.
El pasaje de hoy nos cuenta que Moisés se enfrentó a
grandes problemas durante toda su vida, y de todos ellos salió adelante. Cuando
era muy pequeñito, sus padres decidieron ocultarlo, pues Faraón había ordenado
que todos los niños hebreos fueran echados al río (Éxodo 2:1-10). La hija de
Faraón lo encontró y se hizo cargo de él. Moisés creció con los privilegios de
un verdadero príncipe de Egipto, sin embargo obedeció el llamamiento de Dios
para que dejara esa vida de lujos y riqueza, y dedicara su vida a servirle.
Desde luego esto no fue fácil. Moisés sabía que iba a tener problemas, pero
siguió la dirección del Señor y confió en que él le conduciría a la victoria.
Dice el versículo 26 que “tenía puesta la mirada en el galardón”, y el 27 dice
que “se sostuvo como viendo al Invisible”. Esta es la clave de una vida
victoriosa: mantener la mirada fija en la meta y confiar en el Señor en todas
las circunstancias.
¿Pero acaso Dios nos da problemas intencionalmente? En
ocasiones sí, pero cuando lo hace siempre hay un buen propósito detrás. Toda
prueba o dificultad es una oportunidad para dar un paso adelante en nuestro
crecimiento espiritual. Por eso el apóstol Santiago puede hacer una afirmación
que a muchos parece una locura: “Tened por
sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de
vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1:2-3). Cuando enfrentamos una
prueba desarrollamos paciencia, y por medio de la paciencia obtenemos
fortaleza. A medida que esa fortaleza se desarrolla, el resultado es un
sorprendente paso de avance en nuestra madurez espiritual, y en nuestra
preparación para las luchas de la vida.
Eso es precisamente lo que Dios quiere lograr en cada uno
de nosotros a través de las pruebas: fortalecernos. Porque él sabe que vamos a
necesitar esa fortaleza para triunfar en las pruebas que se nos presenten. Al
igual que Moisés “tenía puesta la mirada en el galardón”, Dios quiere que nosotros
mantengamos nuestra mirada fija en él. Hebreos 12:2 nos exhorta a que “corramos
con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe”.
Si estás en medio de una prueba, confía plenamente que
Dios está en control y está al tanto de tu situación. Mantén tu mirada fija en
el Señor, busca su rostro en oración, lee su palabra y aplícala a tu vida
diariamente. Recuerda que él venció al mundo, y esa victoria es tuya. ¡Créelo
con absoluta confianza!
ORACIÓN:
Padre santo, te doy gracias porque las pruebas que tú
permites en mi vida siempre tienen un buen propósito. Ayúdame a enfrentarme a
ellas confiado en que tú estás en control y me conducirás a la victoria. En el
nombre de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla