¿YA TE DOBLEGASTE ANTE EL SEÑOR?
Cuando nos enfrentamos ante una tragedia, un dolor tan
grande como perder un ser querido, o una enfermedad grave, nuestro corazón se
preocupa, se entristece y se doblega. Doblegarse es ceder voluntariamente ante
una situación, aceptar la voluntad de otro y no la nuestra. Cuando nos sentimos
impotentes ante la adversidad y lo que se agolpa contra nosotros es superior,
no tenemos opciones y doblegamos nuestro orgullo, nuestra altivez, nuestro yo y
nos humillamos.
La palabra de Dios nos dice “Humillaos, pues bajo la
poderosa mano de Dios”. Humillarnos bajo la poderosa mano de Dios es humillarnos
o doblegarnos ante su mano que nos sana, que con amor nos dirige; nos
humillamos bajo su poderosa mano, una mano que nos sostiene, que nos levanta, que
nos abre la puerta de la libertad y de la verdad.
¿Porqué esperar a ser doblegados por otras circunstancias?
¿Porqué esperar a que los vientos contrarios dobleguen nuestro corazón y
debamos ceder nuestra voluntad ante la adversidad? ¿Porqué esperar a ser
quebrantados? ¿No es mejor humillarnos delante del Señor cada día, ponernos
debajo de su cobertura, bajo su sombra y bajo sus alas? ¿No es mejor vivir así
con nuestra cabeza cubierta por su autoridad, reposando bajo su protección y haciendo
Su voluntad sobre la nuestra?
Cuanto más altivos nos comportemos, más difícil nos será
quebrantarnos. Cuanto más alto estemos, más duro será doblegarnos. Contrariamente
cuanto más nos humillemos bajo la poderosa mano de Dios, ÉL nos exaltará cuando
fuere tiempo. ¡Vale la pena someternos hoy a Su voluntad y ponernos bajo Su
poderosa mano!
1 Pedro 5:6
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de
Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo”.
Oración:
Abba Padre hoy quiero doblegarme a tu autoridad,
humillarme ante ti, vivir bajo tus alas y depender solamente de tu cuidado. Toma
el control de mi vida, de mi trabajo y de mi familia. Todo lo someto a tu
voluntad Señor, quiero vivir bajo tu protección. Quita de mi toda altivez,
orgullo y autosuficiencia. Hoy me quebranto delante de ti y te rindo mi corazón
y mi voluntad y los pongo bajo tu poderosa mano. Por favor escucha mi oración
Señor y haz tu perfecta voluntad en mi vida cuando fuere tiempo. En el nombre
de Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
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