viernes, 16 de agosto de 2013

ORACIÓN


ORACIÓN:

Bendito Señor y Dios, te doy gracias porque puedo llegarme a ti en momentos en que el temor y la duda me impiden obedecerte. Aumenta mi fe, y dame el valor para obedecer siempre tu palabra de manera que tu nombre sea glorificado en mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.

¡SIN SANTIDAD NADIE VERÁ AL SEÑOR!



Hebreos 12:14
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”.


Para seguir la Santidad empieza con Jesucristo, conviértete en un verdadero Seguidor, no seas solo un creyente. Él es quien te puede santificar. Habita en Cristo, para que tengas Fruto.

Juan 15:4-5
“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como la rama no puede llevar fruto por sí sola, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros las ramas. El que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto. Pero separados de mí, nada podéis hacer”.


“Gracia y Paz”


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¿TIENES VALOR PARA OBEDECER A DIOS?



Hechos 4:5-13
“Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús”.

Pedro y Juan habían sanado a un hombre cojo de nacimiento. Esto irritó a las autoridades religiosas, las cuales se reunieron y los mandaron a buscar para interrogarlos. Lo primero que les preguntaron fue: “¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?” Esto dio oportunidad a Pedro para testificar de Jesucristo ante aquellos mismos hombres que habían sentenciado al Señor. ¿Acaso no sabía Pedro que su vida estaba en peligro al actuar de esa manera? Por supuesto que sí. Pero estaba dispuesto a enfrentarse a la misma muerte con el fin de llevar adelante la misión de predicar el evangelio a toda criatura, como les había encomendado Jesús después de la resurrección. Y dice este pasaje que “viendo el denuedo de Pedro y de Juan… se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús”.

“Denuedo” significa valor, intrepidez, determinación. Aquellos mismos hombres que huyeron despavoridos cuando fueron a arrestar a Jesús en el huerto de Getsemani y que se escondieron de los judíos por miedo a que les pasara lo mismo que a su líder, de pronto tuvieron el valor para enfrentarse a todos ellos, y hasta dar sus vidas por la causa de Cristo. ¿A que se debió tan increíble transformación en la vida de estos hombres? Antes de ascender al cielo, Jesús no sólo les dio a ellos instrucciones de lo que debían hacer, sino que les dejó la promesa de que recibirían poder cuando hubiese venido sobre ellos el Espíritu Santo (Hechos 1:8). Y esta promesa se hizo realidad el día de Pentecostés, llenando a los apóstoles de poder y de valor para llevar a cabo tan difícil misión.

En el Antiguo Testamento leemos acerca de un joven llamado Josué, el cual se convirtió en un hombre de un valor a toda prueba. Dios le asignó la tarea de tomar el lugar de Moisés, el único líder que los israelitas habían conocido y le pidió que tomara el mando de un pueblo con muy poca experiencia militar e invadiera una región de naciones enemigas con ejércitos poderosos. Y aún más difícil, Dios esperaba de él que hiciera lo que Moisés no pudo hacer: establecer al rebelde pueblo de Israel en la Tierra Prometida a la que ellos se negaron a entrar 40 años antes. ¿Qué le dio Dios a Josué que lo llenó del valor que necesitaba? Le dio instrucciones precisas y sobretodo la promesa de su santa y poderosa presencia. Dice Josué 1:9: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas".

Nosotros también tenemos las instrucciones que la palabra de Dios nos da para vivir una vida victoriosa, y tenemos el Espíritu Santo, que mora en nosotros, el cual nos da el poder, la sabiduría y el valor para llevar a cabo estas instrucciones. Sólo tenemos que establecer una íntima comunión con Dios por medio de la lectura de la Biblia y la oración diariamente. Entonces el Espíritu Santo tomará el control de nuestras vidas y podremos enfrentarnos con valor a toda situación difícil que se presente.

ORACIÓN:
Bendito Señor y Dios, te doy gracias porque puedo llegarme a ti en momentos en que el temor y la duda me impiden obedecerte. Aumenta mi fe, y dame el valor para obedecer siempre tu palabra de manera que tu nombre sea glorificado en mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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