Génesis 3:10
“Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo,
porque estaba desnudo; y me escondí”.
Pedro advierte a los creyentes de los últimos días que
Satanás vendrá a ellos en alta voz, tratando de incitarles miedo. "Sed
sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo anda como león rugiente,
buscando a quien devorar" (1 Pedro 5:8).
Si Satanás está haciendo conocer su voz en estos últimos
días, y está mostrando su poder a las masas de almas perdidas, ¿cuánto más
importante es para el pueblo de Dios conocer la voz de su Padre? ¿Cree usted
que el Señor podría estar sentado permaneciendo en silencio mientras que
Satanás ruge en el mundo? ¡Nunca!, el profeta Isaías dijo: " Y el Señor
hará oír su potente voz," (Isaías 30:30).
Desde los tiempos de Adán y Eva, Dios ha estado hablando con
el hombre: "Se escuchó el sonido del Señor Dios" (Génesis 3:8). El
primer hombre, Adán dijo: "Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo" (Génesis
3:10).
Desde el Génesis hasta el final del Nuevo Testamento, Dios
ha hecho conocer su voz a su pueblo. A través de los libros de los profetas
vemos esta frase repetirse una y otra vez, "Y dijo Dios…" lo que nos
indica que la voz de Dios era conocida y comprendida.
Nuestro Señor Jesús confirmó lo anterior en el Nuevo
Testamento al presentarnos el ejemplo del Buen Pastor: "Las ovejas oyen su
voz... las ovejas le siguen, porque conocen su voz" (Juan 10:3-4).
Adán y Eva se escondieron de la voz de Dios a causa de la
culpa y la vergüenza de su pecado. Y es ahí exactamente donde muchos del pueblo
de Dios se encuentran hoy en día, escondidos y con miedo de escuchar a Dios
hablar.
Si deseas escuchar la voz de Dios, debes estar listo para
tener su alma purificada y limpia. Comencemos, por reconocer y confesar los
pecados a aquel que nos puede limpiar y reconciliar. Esa clase de confesión no
es ganar la aceptación de Dios sino quitar la barrera de comunión que nuestro
pecado ha puesto entre nosotros y El. Sin embargo, es difícil para muchos
admitir sus faltas y negligencia, aun delante de Dios. Requiere humildad y
sinceridad reconocer nuestras debilidades, y la mayoría de nosotros pretende en
cambio ser fuerte. No debemos temer revelar nuestros pecados a Dios; El ya los
conoce. El no nos apartará, no importa lo que hagamos. Por el contrario,
apartará nuestro pecado y nos atraerá hacia sí y escucharemos clara, potente y
con sumo gozo, su voz cuando nos llame a su presencia.
Éxodo 20:19 “Entonces dijeron a Moisés: Habla tú con
nosotros y escucharemos; pero que no hable Dios con nosotros, no sea que
muramos”.
“Gracia y Paz”