Lucas 18:9-14
“A unos que confiaban en sí
mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:
Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El
fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy
gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni
aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo
que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al
cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí,
pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro;
porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será
enaltecido”.
Muchos hermanos se hacen
preguntas sobre el ayuno; estas interrogantes y confesiones en la mente de
muchos a causa del énfasis desmedido y antibíblico que algunos le imprimen al
ayuno. Desde un punto de vista natural y humano el ayuno ha sido practicado en
todos los tiempos y en todas las naciones, especialmente en tiempos de pena y
de aflicción, pues la constitución del cuerpo humano bajo tales circunstancias
de dolor, rehúsa el alimento.
El Ayuno Judío.- En la ley
ceremonial dada por Dios al pueblo hebreo por medio de Moisés, Dios estableció
un día de ayuno al año para toda la nación, el día de la expiación en tiempos
del profeta Isaías, o sea 1,000 años después de establecida la ley de Moisés,
los judíos ya habían fallado el propósito y el espíritu del ayuno, y Dios tiene
que reprender, leemos: “¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso;
humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día
de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros
trabajadores. He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con
el puño inicuamente, no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo
alto”, Isaías 58:3-4.
Aquí podemos ver claramente que
ellos ayunaban, pero a la vez murmuraban, hacían su gusto, su voluntad;
ayunaban pero a la vez oprimían, contendían y debatían, a ver cuál ayunaba más
días, se herían. El ayunar así, cuantos días uno ayune, no tienen ningún valor,
Dios no oye.
En tiempos del profeta Zacarías,
o sea, 1,200 años después de la ley de Moisés, los judíos tenían 4 ayunos
principales al año en vez de uno, como Dios había establecido: “Así ha dicho
Jehová de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno
del séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo
y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz”,
Zacarías 8:19. Dios les pregunta por boca del mismo profeta Zacarías, ¿habéis
ayunado para mí? La respuesta es no, leemos: “Habla a todo el pueblo del país,
y a los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en
el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí?”, Zacarías 7:5.
Y en el tiempo de Cristo, o sea
500 años después de Zacarías, los judíos tenían 104 ayunos al año; por eso el
fariseo alardeándose en su oración dice: “ayuno dos veces a la semana” (Lucas
18:12). Con este maratón de ayunos, 104 ayunos al año sólo por ayunar, ellos
crecían en la letra de le ley pero no en la gracia de la justicia de Dios, pues
no eran justificados. El ayuno en sí mismo o el número de días que uno ayune,
para hacer mención o hacer alarde de ello no tiene validez en la presencia de
Dios. Por eso, Dios por medio del Profeta Jeremías les dice: “Cuando ayunen, yo
no oiré su clamor…”, Jeremías 14:12.
El ayuno bíblico significa
abstenerse de alimento para dedicarse a Dios, no es dejar de comer y dedicarse
a hacer otra cosa, el ayuno bíblico humilla el alma delante de Dios, crucifica
sus apetitos negando sus deseos, para dar todo el tiempo a Dios y a la oración.
La oración en muchas ocasiones necesita del ayuno bíblico para su eficacia, el
ayuno bíblico ha logrado grandes victorias combinado con la oración, con la fe;
el ayuno bíblico es una doctrina bíblica, ¿y cómo es el ayuno bíblico?; nuestro
Señor Jesucristo ofrece instrucciones específicas sobre cómo es el ayuno
bíblico. Él dice: “Cuando ayunéis no seáis como los hipócritas, austeros,
porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de
cierto os digo que ya tienen su recompensa; pero tú cuando ayunes unge tu
cabeza y lava tu rostro para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu
padre que está en lo secreto, y tu padre que ve en lo secreto te recompensará
en público”, Mateo 6:16. Nadie debe saber que estamos ayunando, cuántos días
estamos ayunando, o cuántos días tuvimos de ayunar, Jesús dice que hacer alarde
sobre el ayuno es hipocresía y fariseísmo; Jesús dice que hagamos el ayuno
bíblico, pero no mostrar a los hombres que ayunas.
Todos los cristianos debemos
practicar el ayuno bíblico, en el Nuevo Testamento, no ofrece reglas en cuanto
a cuán largo debe ser el ayuno, con cuánta frecuencia o con cuántos días, esto
es determinado por la persona misma, en secreto con Dios y conforme a su deseo
y necesidad, conforme a la
Palabra de Dios, podemos ver claramente que el ayuno debe
tener un propósito definido y practicarse por necesidades definidas. En la Biblia tenemos casos por
boca del profeta, convocaba al pueblo al ayuno y al arrepentimiento, ante la
inminencia de algún juicio, ahora mismo que es bíblico y correcto, que el
pastor, con dirección de Dios convoque a la iglesia al ayuno por una necesidad
de la misma. En cierta ocasión, cuando los discípulos no pudieron sanar a un
endemoniado, le preguntaron a Jesús y respondió diciendo: “Este género no sale
sino con oración y ayuno” (Mateo 17:21), aquí la razón principal que dio el
Señor es por la poca fe, la fe necesita la oración, y la oración necesita el
ayuno; por intermedio de la oración y el ayuno y meditación de la Palabra de Dios, la fe es
fortalecida, y entonces se manifiestan los resultados milagrosos.
El ayuno, o los muchos días de
ayuno que uno pueda hacer, no son para uno ganar méritos, ni para establecer un
récord de ayuno, ni para impresionar a la gente, ni a Dios ni a los demonios;
uno ayuna para cultivo y fortalecimiento de su propia vida espiritual, quien
ayuna en un día o quien ayuna en 41 días no debe estarlo proclamando, el Señor
enfatiza que esto debe ser un asunto privado, secreto.
El ayuno excesivo y sin propósito
alguno, que hace que la salud se quebrante, y que hace que se desatienda la
familia, y por lo mismo surgen escándalos, es contrario al buen testimonio del
Evangelio. Conozco bien un caso de uno de esos mal llamados “profetas”, que le
profetizó a un Pastor que tenía que quedarse en la casa en ayuno, sin venir a
la iglesia por espacio de dos semanas; el tonto pastor creyó la falsa profecía
y a la semana tuvo que salir de su encierro por que el falso profeta le dividía
la iglesia. En el desierto, Satanás sugirió a Cristo que realizara obras de
poder, como transformar las piedras en pan y lanzarse desde las almejas del
templo, y el Señor lo rechazó, los escribas y fariseos, inducidos por el mismo
Satanás le decían a Cristo: “Maestro, deseamos ver de ti señal”, Mateo 12:38.
“Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les
mostrase señal del cielo” Mateo 16:1. “Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues,
haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? Juan 6:30.
El verdadero ayuno bíblico no es
para acumular días, ni para ver quién resiste más, el Señor dice que no hay que
mostrar nada a los hombres; a nadie le interesa; la recompensa del que ayuna
proclamándolo es que todos saben que está ayunando, y saben también cuántos
días ayuna, esa es su recompensa, pero el que ayuna para el padre celestial, el
Padre que ve en secreto le recompensará en público. El ayuno mismo, ni la
cantidad de días de ayuno que uno haga no es lo que realmente cuenta delante de
Dios, sino los motivos del corazón y el espíritu con que se haga.
El fariseo ayunaba dos veces en
semana, o sea 104 ayunos al año, y en sus ayunos oraba diciendo: “… Dios, te
doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos,
adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos
de todo lo que gano” (Lucas 18:11-12). Por medio de sus muchos ayunos él quería
aparecer más espiritual que nadie, leemos: “Mas el publicano, estando lejos, no
quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:
Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa
justificado antes que el otro…” (Lucas 18:13-14).
El publicano no ayunó, y si ayunó
no lo mencionó, no hay que mencionarlo. Es un triste hecho que se repite en la
experiencia de muchos, que cuando se hacen ayunos que no se hacen conforme a la Biblia , hallan el peligro
de extraviarse de la sana doctrina, de oír voces, de recibir visiones y
revelaciones raras que tampoco son conforme a la Palabra de Dios. En 1
Timoteo 4:3 dice que “prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos
que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los
creyentes y los que han conocido la verdad”. En ese mismo pasaje nos dice la Biblia que esos espíritus
engañadores, en un intento de aparecer más santos y más puros que la Biblia misma, ellos
prohibirán casarse, el incauto lo cree, pero el casarse o no casarse no añade
ni quita santidad a nadie, la
Biblia dice: “Honroso sea a todos el matrimonio y el lecho
sin mancilla, pero a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios”, Hebreos
13:4.
Hace algún tiempo un hermano
recién convertido me dijo que sentía por el Señor ayunar 40 días, encerrado en
una urna de cristal en medio de una importante plaza, para que todos vinieran y
muchos se arrepintieran, le orienté y le mostré por la Biblia que eso no podía
venir del Señor; él comprendió y vive agradecido de la orientación recibida.
Hace algunos años, se dio el caso de un predicador radial muy conocido, que
ayunó 40 días; y al terminar los 40 días de ayuno, comenzó a proclamar, dizque
una nueva revelación que había recibido, o sea el unitarismo, mejor conocido
como JESUSSOL, lo cual sabemos que no es una nueva revelación, sino una antigua
herejía, y cada vez los errores y falsas doctrinas de esa persona son más
horribles. Siempre hay que tener mucho cuidado con aquellos que toman la
oración y el ayuno, o los muchos días de ayuno que hacen y lo proclaman como un
medio de propia promoción y para ganar notoriedad entre el pueblo.
Nuestro Dios, hastiado de tanto
maratón de ayuno, de tanta competencia dice: “He aquí que para contiendas y
debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para
que vuestra voz sea oída en lo alto”, Isaías 58:4.
Oremos y ayunemos como Dios
manda, y tiene que ser como Dios manda en su santa Palabra, nuestra vida
cristiana tiene que ser gobernada conforme a la santa Palabra de Dios, tiene
que ser como dice la
Escritura.
“Gracia y Paz”
Aprendiendo la Sana Doctrina