¿No sabes cómo dar
el primer paso para resolver los problemas que tienes?
Deuteronomio 2:24-25
"Levantaos, salid, y pasad el arroyo de
Arnón; he aquí he entregado en tu mano a Sehón rey de Hesbón, amorreo, y a su
tierra; comienza a tomar posesión de ella, y entra en guerra con él. Hoy
comenzaré a poner tu temor y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el
cielo, los cuales oirán tu fama, y temblarán y se angustiarán delante de ti".
Esta escritura nos cuenta acerca de una gran tarea que
Dios encomendó a Moisés, y de las instrucciones que le dio para llevarla a
cabo. Después de casi 40 años en el desierto, el Señor le dijo a Moisés que se
aproximaba el momento en el que su pueblo tomaría posesión de la tierra que él
les había prometido. La primera tarea era tomar la tierra de Hesbón, la cual se
encontraba entre los israelitas y Canaán, su destino final, y cuyo rey, llamado
Sehón, Dios había “entregado” en su mano. La orden de Dios fue: “Comienza a
tomar posesión de ella, y entra en guerra con él”. Claro que Dios pudo haber
eliminado a Sehón y su pueblo sin la ayuda de nadie, pero él mandó a Moisés y
los israelitas a dar el primer paso.
Moisés obedeció las órdenes de Dios, y tal como fue
prometido, el rey Sehón fue derrotado y el pueblo de Israel tomó posesión de
toda su tierra, del ganado y de sus riquezas (Deuteronomio 2:26-37). Pero esto
no fue todo, sino que más adelante les salió al encuentro Og rey de Basán y
todo su pueblo, con el fin de pelear con ellos. Y Jehová le dijo a Moisés: “No
tengas temor de él, porque en tu mano he entregado a él y a todo su pueblo, con
su tierra; y harás con él como hiciste con Sehón rey amorreo”. De nuevo Moisés
obedeció dando un paso al frente, y a todos ellos los entregó Dios en manos de
los israelitas (Deuteronomio 3:1-7).
Más adelante, Dios decidió que sería Josué, en lugar de
Moisés, el que guiaría a los israelitas en su entrada a la tierra prometida. En
Josué capítulo 3, el Señor le habla al nuevo líder y le asegura: “Como estuve
con Moisés, así estaré contigo” (v.7). Entonces le da órdenes específicas de
como cruzar el río Jordán: “Tú, pues, mandarás a los sacerdotes que llevan el
arca del pacto, diciendo: Cuando hayáis entrado hasta el borde del agua del
Jordán, pararéis en el Jordán. Y cuando las plantas de los pies de los
sacerdotes que llevan el arca de Jehová, Señor de toda la tierra, se asienten
en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se dividirán; porque las aguas
que vienen de arriba se detendrán en un montón” (Josué 3:8-13). Ciertamente se
necesitaba fe y valor para entrar caminando a un río tan caudaloso. Pero tan
pronto ellos obedecieron las instrucciones, y los pies de los sacerdotes se
mojaron, las aguas del Jordán fueron divididas en dos, “y el pueblo pasó en
dirección de Jericó” (v.15-16).
De todo esto aprendemos una gran lección que debemos
aplicar a nuestras vidas: Dios está siempre dispuesto a ayudarnos a resolver
cualquier problema al que nos enfrentemos, pero él espera que nosotros
mostremos nuestra fe dando un paso al frente. Entonces él se encargará del resto
y nos dará la victoria. Es una tarea en la que nosotros participamos. Dios hace
la parte principal, pero nosotros debemos ser obedientes y unirnos a él.
Jesús nos habla de una manera similar en Mateo 11:28-29
cuando nos dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo
os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros...” Cuando se coloca el yugo
sobre dos bueyes se está tratando de lograr dos cosas: repartir la carga del
trabajo entre los dos y sobretodo asegurarse de que el menos experimentado de
los dos bueyes se someta a la dirección del más experimentado, el cual ya
conoce el camino a seguir. Jesús espera que demos el primer paso, es decir
venir a él. Entonces nos exhorta a dejarnos guiar por él que conoce el camino
que lleva a la victoria.
Si sientes temor ante los problemas o la tarea que tienes
frente a ti, clama a Dios y pídele que te muestre el camino que debes seguir, y
que te dé el valor para dar el primer paso. Una vez lo hagas, el Señor se
encargará de lo demás.
ORACIÓN:
Padre santo, dame discernimiento espiritual para poder
ver el camino que tú quieres que yo siga, y dame la fe y el valor para dar el
primer paso aunque me parezca una tarea imposible para mí. En el nombre de
Jesús, Amén.
¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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