Para vivir en libertad espiritual, en salud emocional, en limpieza, en
pureza, en plenitud, necesitas dejar algunas cosas o incluso personas que te
están haciendo daño, pero no puedes. Aquí vamos a analizarlo con esta
reflexión.
En la Biblia
hay una interesante historia acerca de la esclavitud del pueblo de Israel, en
el país extranjero de Egipto. En un principio fueron bienvenidos porque José,
un israelita, era gobernante de Egipto, pero luego se multiplicaron y el faraón
de ese entonces los esclavizó.
Para liberar a Israel, Dios envió a Moisés al Faraón para que hiciera la
petición de que dejara salir a los israelitas, y por 9 veces el Faraón se negó
a dejarlos ir aún cuando eso significaba recibir plagas. Una de esas plagas
fueron las ranas. Había ranas hasta en el palacio, por todos los ríos, las
casas, las cocinas. Moisés le preguntó al Faraón que ¿cuando quería que se fueran
las ranas?, ya que lo había llamado porque no aguantaba más esa plaga, a lo que el
Faraón respondió: -"Mañana"-.
¿Puedes creerlo? "Mañana", dijo el Faraón. Esas asquerosas ranas estaban hasta en la
comida, ¿cómo podía desearlas un segundo más? Esas ranas representan las cosas
malas, el pecado, aquello que nos hace daño sin embargo no estamos listos para
dejarlo ir.
Cuando Dios viene a nuestras vidas y su Espíritu Santo nos pide que dejemos
eso, en lugar de decirle: -Sí, por favor, límpiame ya, no quiero seguir con
este pecado-, le decimos: Espérate un tantito hasta mañana y me limpias, es que
es placentero... Sabes que está mal, pero te has vuelto esclavo de eso y no es
tan fácil deshacerse de él.
Como un buen padre, Dios permite que vivamos las consecuencias cuando
pecamos, aún cuando nos perdona. Si dejamos de hacer lo malo, las consecuencias
serán menores, pero si nos empeñamos en el mal, cosecharemos mal. La Biblia dice que el hedor
era insoportable de las ranas que murieron y que la gente se apilaba
desesperada. Las consecuencias de las cosas hechas sin cuidado pueden alcanzar
a otros que nosotros no queríamos que las sufrieran, tal vez algún familiar,
personas en el trabajo, los hermanos de la Congregación , etc.
Dios nos ayude a vivir en libertad espiritual, que nos perdone de nuestros
pecados y nos limpie. Cuanto antes será mejor para nosotros. Tú puedes hacerlo
con la fuerza que Jesús te da, pídele ayuda y Él te la dará.
“Gracia y Paz”
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