Jonás 3:10-4:4
“Y vio Dios lo que hicieron, que
se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que
les haría, y no lo hizo. Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y
oró al Señor y dijo: Ahora, oh Señor, ¿no es esto lo que yo decía estando aún
en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres
Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te
arrepientes del mal. Ahora pues, oh Señor, te ruego que me quites la vida;
porque mejor me es la muerte que la vida. Y el Señor le dijo: ¿Haces tú bien en
enojarte tanto?”
En el primer capítulo de este
libro, Dios había hablado a Jonás y le había ordenado: “Levántate y ve a
Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad
delante de mí” (Jonás 1:1-2). Después de un fallido intento por evadir el
mandato de Dios, Jonás finalmente llega a Nínive y allí “predicaba diciendo: De
aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (Jonás 3:4). Los habitantes de
Nínive, habiendo escuchado el mensaje, se arrepintieron, y declararon ayuno, y
clamaron al Señor, y cambiaron su actitud. Y dice el pasaje de hoy que Dios, al
ver lo que hicieron, cambió de opinión y no los castigó como había dicho que
haría. Entonces Jonás “se apesadumbró en extremo, y se enojó”. Y el Señor le
dijo: “¿Haces tú bien en enojarte tanto?”
Jonás pensaba que el pueblo de
Nínive merecía castigo y la manifestación de la misericordia de Dios hizo que
él se enojara. Le dijo a Dios que ya él había temido que eso sucediera, y que
por eso se había negado a obedecerle originalmente. Ahora le dice: “Sabía yo
que tú eres un Dios clemente y compasivo… y que te arrepientes del mal con que
amenazas". Dios termina su conversación con Jonás, diciéndole: “¿Cómo no
tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte
mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda,
y muchos animales?” (Jonás 4:11). Sobretodo después que aquel pueblo se
arrepintió de sus pecados y mostraron un cambio en su actitud. Esto es
precisamente lo que Dios anhela: que el mundo se arrepienta y acepte el perdón
que él ha ofrecido a través de Jesucristo. Así dice 2 Pedro 3:9: “El Señor no
retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente
para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento”. En vez de enojarnos cuando Dios muestre su misericordia con
alguien, debemos sentir gozo en nuestros corazones, pues el nombre del Señor ha
sido glorificado.
Ciertamente una de las
características fundamentales de Dios es su infinita misericordia. Después de
cometer adulterio y homicidio, el rey David se arrepintió de su pecado de todo
corazón y fue perdonado. En el Salmo 51:1 David clama: “Ten piedad de mí, oh
Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra
mis rebeliones”. Tiempo después, en el Salmo 108:4, David dice: “Porque más
grande que los cielos es tu misericordia, y hasta los cielos tu verdad”. Jonás,
sin embargo, se olvidó totalmente de la misericordia de Dios manifestada en su
vida.
Dios muestra su Gracia y Misericordia
cuando no nos da lo que merecemos. ¿Acaso no ha sido Dios misericordioso contigo? ¿Acaso no ha
derramado su gracia sobre ti? La maravillosa gracia de Dios es mayor que todo
nuestro pecado. Por su gracia y su misericordia para con nosotros, debemos ser
“más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros,
así como también Dios nos perdonó en Cristo” (Efesios 4:32).
¿Cómo reaccionas cuando Dios
muestra su misericordia hacia personas que tú crees merecen su castigo? Si
sientes resentimiento, eso es una indicación de que has olvidado cuanto te ha
perdonado el Señor. Si es así, debes orar pidiendo que el Espíritu Santo
arranque toda raíz de amargura y resentimiento de tu corazón, y las reemplace
con la gracia y el amor de Dios.
ORACIÓN:
Bendito Padre celestial, gracias
por tu amor y tu misericordia que has manifestado tantas veces en mi vida. Por
favor, ayúdame a sentir esa misma misericordia por aquellos que me han hecho
daño, y a gozarme cuando tu misericordia se manifiesta sobre ellos. En el
nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
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