2 Samuel 7:8-22
“Ahora, pues, dirás así a mi
siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de
detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel; y
he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a
todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre de los grandes
que hay en la tierra. Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré,
para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan
más, como al principio, desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel;
y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber
que él te hará casa. Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus
padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus
entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré
para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí
hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de
hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de
Saúl, al cual quité de delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para
siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente. Conforme a
todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David. Y
entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿quién
soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? Y aun te ha
parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu
siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor Jehová? ¿Y qué
más puede añadir David hablando contigo? Pues tú conoces a tu siervo, Señor
Jehová. Todas estas grandezas has hecho por tu palabra y conforme a tu corazón,
haciéndolas saber a tu siervo. Por tanto, tú te has engrandecido, Jehová Dios;
por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que
hemos oído con nuestros oídos”.
De todos los héroes de la Biblia , de pocos se habla
con tanto respeto como del rey David. ¿Qué lo hizo tan especial? David se
preguntó lo mismo (2 Samuel 7:18). La mejor respuesta es, simplemente, que él
era un hombre que escuchaba a Dios.
La rectitud no es posible, a
menos que escuchemos al Padre celestial. Cuando lo hacemos, recibimos de Él guía,
dirección, disciplina y aliento. Esto fue muy cierto en cuanto al pastor y rey
David (Salmo 63:1-8).
En los Salmos tenemos un hermoso
cuadro de la vida de oración de David. Notemos cuatro cosas que él hacía cuando
meditaba en Dios:
1. Examinaba su pasado. Aunque David había cometido pecados
graves, esos tiempos difíciles le enseñaron a ser humilde. Mirar hacia atrás lo
ayudaba a recordar la fidelidad de Dios.
2. Reflexionaba acerca del carácter del Señor. Cuando nos
enfocamos en los atributos de Dios, crecemos en nuestra comprensión de quién es
Él. Esto daba como resultado una relación más personal e interactiva.
3. David recordaba las promesas de Dios. Sabía que el Señor siempre
había dirigido sus pasos con gran éxito.
4. Hacía peticiones a su Padre celestial. Dios nunca tuvo en
mente que nos defendiéramos en la vida solos. Él siempre está listo para actuar
en beneficio nuestro.
Detente un momento y piensa en
cómo conversas tu con Dios. Si tu eres el único que habla cuando oras, necesitas
hacer algunos ajustes. Así como el Señor le hablaba a David, Él tiene también
muchas cosas que decirte a ti, si simplemente le escuchas.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
No hay comentarios:
Publicar un comentario