Filipenses 1:21-24
“Porque para mí el vivir es
Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en
beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy
puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es
muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros”.
Filipenses 1:29-30
“Porque a vosotros os es concedido
a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él,
teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí”.
En el primero de estos dos
pasajes bíblicos, correspondientes a la carta que escribió el apóstol Pablo a
los filipenses desde una cárcel romana, Pablo se debate entre su deseo de
morir, lo cual él considera “ganancia”, o la responsabilidad de vivir en este
mundo de aflicciones con el fin de servir al Señor. Por un lado su “deseo de
partir y estar con Cristo”, lo cual él asegura es “muchísimo mejor”, y por el
otro lado el reconocimiento de la necesidad de predicar la luz redentora del
evangelio a un mundo profundamente sumido en las tinieblas del pecado, lo que
puede traer penas y sufrimientos como los que él estaba pasando en esos
momentos.
Según datos publicados por el
Departamento de Estado norteamericano, los cristianos son perseguidos en unos
sesenta países alrededor del mundo, especialmente en Asia y África. En este
informe se aportan datos concretos de persecuciones, quema de iglesias, cierre
de escuelas cristianas, encarcelamiento e incluso asesinato de misioneros. La
mayoría de estos incidentes se llevan a cabo en países islámicos principalmente
Nigeria, Irán, Arabia Saudita, Yemen e Indonesia. También en China, miles de
misioneros han sido encarcelados, y los que aun se encuentran activos en su
ministerio tienen que congregarse clandestinamente ante el constante acoso de
las autoridades. En la India ,
los extremistas hindúes queman iglesias y apedrean a los que manifiestan su fe
cristiana. En Pakistán se hace cada vez mayor la violencia de musulmanes
radicales contra los creyentes cristianos. Aquí el régimen ha decretado la
llamada “ley anti blasfemia” por medio de la cual se han emitido sentencias
contra misioneros cristianos por el solo hecho de proclamar su fe.
El segundo de los dos pasajes de
hoy dice: “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que
creáis en él, sino también que padezcáis por él”. Es decir, padecer por Cristo,
les asegura Pablo, es un honor que les ha sido concedido, o sea otorgado
gratuitamente a todos aquellos que han aceptado a Jesucristo como salvador y
por tanto hechos hijos de Dios (Juan 1:12; Gálatas 4:5). Cuando un creyente
crece en el aspecto espiritual puede llegar a disfrutar de este honor de una
manera especial, pues entiende que “si somos muertos con él, también viviremos
con él; si sufrimos, también reinaremos con él”, según 2 Timoteo 2:11. Por eso
Pablo exhorta a su hijo espiritual Timoteo de la siguiente manera: “Tú, pues,
sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2 Timoteo 2:3).
Un grupo de líderes cristianos
norteamericanos, en una visita que hicieron a uno de esos países en que abundan
las persecuciones, se reunieron secretamente con algunos misioneros cristianos
con el fin de mostrarles su apoyo e inquirir acerca de la manera en que podrían
ayudarlos en su heroica misión. Al terminar la reunión, los misioneros les
dijeron: “Gracias por interesarse en nosotros, pero no se preocupen. Hemos
aprendido que no es suficiente que prediquemos el evangelio o que vivamos para
él. Es necesario que suframos por el evangelio”. Ciertamente vivir para Cristo
muchas veces tiene un precio muy alto. Pero siempre habrá una recompensa. Nuestro
Señor nos dio un precioso ejemplo en la cruz. Por eso, después de su
resurrección, fue exaltado hasta lo sumo (Filipenses 2:9).
¿Estás tú dispuesto a sufrir por
Cristo o sientes temor ante el sufrimiento? Reflexiona en la enseñanza de hoy,
y pide al Señor que te de la fuerza y el valor para imitarle a él en todo,
incluyendo el dolor y el sufrimiento que él pasó para darte la salvación de tu
alma.
ORACIÓN:
Bendito Padre celestial, te ruego
aumentes mi fe y me des el valor que necesito para predicar tu evangelio aunque
tenga que sufrir por tu causa dondequiera y como quiera sea necesario. Te lo
pido en el nombre de Jesús, Amén.
“Gracia y Paz”
Dios te Habla
No hay comentarios:
Publicar un comentario