Filipenses 4:6,7
“Por nada estéis afanosos, sino
sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con
acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.
Todos tenemos responsabilidades,
ya sean con el trabajo, la familia, la comunidad o la iglesia, y con razón
podemos sentir preocupación acerca de cómo cumplir con estos compromisos. Pero
cuando a nuestra preocupación natural le falta equilibrio, el resultado es la
ansiedad.
Aunque Pablo enfrentó pruebas
extremas (2 Corintios 11:23-28), podía decir: “Por nada estéis afanosos”.
Entendía que la ansiedad revela falta de fe —no es posible estar ansioso y al
mismo tiempo confiar en Dios. El desasosiego también agota las energías, divide
la mente y entorpece el servicio efectivo al Señor, porque mantenemos nuestro
enfoque en nosotros mismos, en vez de en Dios.
Para mantener el equilibrio en
cuanto a las preocupaciones, debemos presentar nuestras peticiones a Dios (Filipenses
4:6), quien está listo y dispuesto para encargarse de cualquier preocupación
que le tengamos. Hagamos esto por medio de La Oración , el Ruego y La Acción de Gracias.
• La oración. La palabra griega implica adoración a Dios y el
reconocimiento de sus atributos, no expresión de pensamientos llenos de pánico.
• El ruego. Nuestro clamor humilde comunica nuestra total dependencia
del Dios todopoderoso.
• La
acción de
gracias. Debemos acercarnos a Dios, no con reproches o quejas, sino con
gratitud porque Él usará finalmente la dificultad para nuestro bien, como lo ha
prometido (Romanos 8:28).
Filipenses 4:7 dice que si traemos
nuestras peticiones a Dios, el resultado será su paz maravillosa e inefable.
Siendo así, debemos aprender a ir a Él primero, y no dejarlo como el último
recurso.
“Gracia y Paz”
Meditación Diaria
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